Como “una decisión histórica que ha encendido las alarmas en la industria salmonera chilena” calificó Greenpeace la decisión tomada hace unos días por la legislatura del Estado de Washington, en Estados Unidos, la cual decidió el fin de los cultivos de salmón atlántico en su territorio. En la práctica, la decisión supone que las concesiones salmoneras dejarán de existir en ese Estado –el principal productor de salmones de Estados Unidos– el año 2025.
Pese a los intensos esfuerzos de la empresa Cooke Aquaculture –la única compañía que opera en la zona y que en Chile tiene presencia con varios centros de cultivo–, el Senado de Washington decidió, por 31 a 16 votos, poner fin a una industria que ha tenido presencia durante más de tres décadas en ese territorio y que ha estado sometida a un fuerte cuestionamiento por parte de organizaciones medioambientales y comunidades locales debido al efecto en el medioambiente que han tenido las jaulas-balsa en los mares de la región.
En este contexto, la dura decisión del Senado en Washington se produjo después de analizar las graves consecuencias medioambientales que tuvo hace unos meses el masivo escape de más de 260.000 salmones pertenecientes a la compañía en la zona de la isla Cypress. La cifra sobre la cual se tomó la decisión en el país del norte es menor si es que se compara con los casi dos millones de salmones que han escapado en las aguas chilenas en el período 2013-2016.
En un comienzo, sin embargo, la empresa Cooke Aquaculture señaló que solo había escapado un número reducido de peces y que la causa de la fuga había sido una variación en las mareas debido a un eclipse solar, pero una investigación posterior determinó que el número de peces que habían escapado era mucho mayor y que el verdadero motivo del escape se debió a una grave negligencia en la mantención de las jaulas.
“Esta decisión tomada en Washington es la confirmación de que el proceso de expansión que está impulsando la salmonicultura chilena en el sur del país, y de manera especial en la región de Magallanes, puede detenerse si es que existe la voluntad política y si es que se entiende el grave peligro que la introducción de estas especies exóticas pueden tener en el delicado equilibrio medioambiental de la Patagonia chilena. Ninguna introducción forzada de especies ajenas a los ecosistemas, como los salmones en el sur de Chile, resulta inocuo. Tarde o temprano los equilibrios ambientales terminan siendo gravemente alterados”, señaló Estefanía González, coordinadora de océanos de Greenpeace.
El Ciudadano