El 22 de marzo ha sido la fecha escogida para celebrar el Día Mundial del Agua. Se trata de un tema de máxima relevancia, considerando las preocupantes estimaciones de Naciones Unidas sobre las posibilidades futuras de obtener la indispensable sustancia. Si no se concreta un cambio medular en nuestra relación con los recursos hídricos, cerca de 5 mil millones de personas vivirán en zonas con escaso acceso al agua para el año 2050, según establece el Informe sobre el Desarrollo Mundial del Agua 2018.
¿Qué sucede en Chile? El panorama tampoco es muy auspicioso, puesto que actualmente 61 comunas han sido declaradas como zonas de escasez hídrica por la Dirección General de Aguas, una delicada situación que afecta a más de 2,5 millones de habitantes.
Con estos elementos, El Ciudadano conversó con el ingeniero agrónomo Rodrigo Mundaca, quien además es secretario general del Movimiento de Defensa por el Acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medio Ambiente (MODATIMA).
El dirigente se encuentra en Brasil, participando con su organización en el Foro Alternativo Mundial del Agua. Según cuenta, la instancia a la que acudieron delegaciones de 35 países se levanta como «una respuesta a la hegemonía de las trasnacionales que hoy se han apropiado de las aguas”.
– ¿Cómo encuentra a Chile este Día Mundial del Agua?
Como el ejemplo de lo que no hay que hacer. Muchas de las intervenciones que hubo en el marco del Foro Alternativo Mundial del Agua señalaron a Chile como el paradigma del neoliberalismo en materia de agua, a propósito de que es el único país del mundo que tiene privatizadas sus fuentes de agua y la gestión de las mismas. Chile es el líder de la privatización de las aguas, de la violación del derecho humano al agua y de la impunidad en los ríos.
Habría que decir que durante el gobierno de Bachelet, su primer discurso presidencial del 21 de mayo de 2014 anunció con bombos y platillos que iba a reformar la propiedad del agua y, finalmente, lo que sucedió fue que su mal gobierno terminó cediendo ante los poderes fácticos, particularmente, la Sociedad Nacional de Agricultura y el Consejo Minero.
Pero también es una muy mala reforma, completamente cosmética, ya que no altera para nada la propiedad privada de las aguas. Se orientaba fundamentalmente a cambiar el concepto de «derechos de aprovechamiento» por el de «concesiones», pero solo para el 10% del agua que falta por inscribir.
Hace dos semanas, el canal público alemán ARD, que tiene una audiencia de 40 millones de televidentes, dio a conocer un reportaje en nuestra provincia de Petorca, donde se señala que la producción de paltas de exportación se hace a costa de la violación del derecho humano al agua, cuestión que la opinión pública nacional e internacional ya conoce largamente.
El día de ayer (miércoles), salió un artículo en El Mercurio que señala tendenciosamente que las denuncias que hemos realizado en el ámbito internacional ponen en serio riesgo la estabilidad económica y comercial de nuestra provincia. Una vez más, El Mercurio aparece muy preocupado por los intereses de los empresarios que roban agua en la provincia de Petorca, pero no por los intereses de las mayorías sencillas de nuestro territorio.
– ¿Cuál es el panorama que enfrenta la reforma al Código de Aguas propuesta en el gobierno anterior, considerando la falta de empuje que tuvo en la administración de Bachelet y el carácter ideológico del nuevo gobierno de Piñera?
No tiene ningún destino, porque Piñera, durante su campaña presidencial, señaló públicamente que él daba certeza jurídica al gran empresariado de que la propiedad privada del agua no se iba a tocar, por tanto, no hay ninguna posibilidad de que haya una iniciativa que ponga en el centro de la discusión la regulación del agua como un bien común y un derecho humano.
El gobierno de Piñera se va a caracterizar por la criminalización del movimiento social que lucha por el agua. Ya El Mercurio nos notificó el día de ayer y sentó el precedente de que los luchadores sociales por el agua hoy le hacemos un flaco favor a la estabilidad comercial y económica del país, y la verdad es que nos estamos preparando, comprendemos perfectamente bien cuáles son las señales que se nos están dando.
– ¿Cuáles son los intereses contrarios a un cambio normativo relacionado con el uso de las aguas?
En Chile, los pilares de la desigualdad se edifican sobre la base de la transformación masiva de bienes naturales comunes en capital monetario y financiero. Las principales fortunas del país –Luksic, Matte, Angelini, Piñera, las hermanas Solari, Pérez Yoma, Juan Ruiz-Tagle– se encuentran construidas en torno a la privatización de los bienes naturales comunes.
Las principales fortunas en materia de industrias forestales y de usurpación de las tierras de asentamientos mapuche están en manos de Matte y Angelini. Luksic es uno de los principales accionistas en materia de aguas.
– ¿Cuáles son los principales ejes que como MODATIMA proponen en relación a un cambio sustantivo en el tema de aguas?
Nosotros hemos dicho que no se puede reformar el Código de Aguas sin antes terminar con una Constitución propietarista que fue fraguada en dictadura. La privatización de las aguas se encuentra consagrada en el artículo 29 numeral 24 de la Constitución [«Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos»].
Hemos dicho también que es fundamental restituir la propiedad del agua al dominio de la tierra y que es fundamental construir una nueva institucionalidad en materia hídrica, no como la actual, que es cómplice del modelo de lucro, usura y exclusión con las aguas.
Hay que hacer del agua un bien común y un derecho humano. Es fundamental que las comunidades participen, desde el punto de vista de la administración, el ejercicio y la asignación de este bien común, entendiendo que es indispensable para la vida, el funcionamiento de los ecosistemas y para el desarrollo de las economías locales.
Es fundamental terminar con la criminalización y persecución de aquellos hombres y mujeres que, a lo largo del territorio, luchan por agua y que han sido maltratados por las dos derechas: la Concertación y la Alianza [hoy ChileVamos].
– ¿Un cambio sustantivo en relación al uso del agua pasa necesariamente por poner en entredicho uno de los pilares del sistema, en este caso, el derecho a la propiedad consagrado en la Constitución?
Así es. Es fundamental políticamente comprender esto. Muchas veces se piensa que el problema del agua en Chile es de gestión. La verdad es que el tema del agua es, fundamentalmente, un asunto de poder popular, un tema del pueblo, porque la recuperación del agua es un derecho legítimo de los pueblos.
Sin embargo, en Chile no se encuentra garantizado el acceso al agua. Muy por el contrario, está determinado por condiciones políticas, ideológicas, económicas, sociales e incluso culturales. Hoy, el que tiene lucas, tiene el agua; el que tiene acceso al poder, tiene el agua; quien profita de su condición de poder con respecto a la institucionalidad y la administración del Estado, es capaz de secar una cuenca y un río, como ocurre con los ríos Ligua y Petorca.
Por tanto, es completamente impropio e inmoral lo que han cometido políticos y empresarios en nuestros territorios, como Edmundo Pérez Yoma, que ha usurpado el agua del pueblo pobre.
– ¿Por qué el problema del agua, atendida su necesidad y carácter imprescindible para la vida, no ha tenido un alcance en términos masivos como sí ha sucedido con otras demandas del movimiento social, educación y pensiones, principalmente?
Es curioso. Hemos hablado el tema de la educación, de la salud y también de la vivienda, pero se ha hablado poco de los bienes naturales comunes. En rigor, lo que hoy prevalece en todo el territorio es un modelo de despojo del agua, que confronta a las comunidades del norte con la megaminería química a cielo abierto; a las comunidades del centro con el modelo agroexportador; a las comunidades del sur contra las hidroeléctricas y forestales. Finalmente, pagamos las tarifas más altas de América Latina por consumo de agua potable, a propósito de la privatización de las empresas sanitarias durante los gobiernos de la Concertación.
Nos llama la atención que la casta política, en materia de agua, se hagan los hueones y no ejerzan sus funciones fiscalizadoras y exijan a la institucionalidad que fiscalice. Nos llama la atención que la casta política no formule leyes cualitativamente distintas a las que se han hecho en materia de aguas y también nos llama la atención de que hoy existe la tentación de algunos noveles políticos de querer sustituir al movimiento social que lucha por el agua hace mucho tiempo. Los noveles instalados en el Congreso tienen que comprender que su función es fiscalizar, hacer leyes y acompañar al movimiento social, no sustituirlo.
– En MODATIMA suelen hablar de un conflicto hidro-social, en contraste al enfoque en la gestión de recursos hídricos que mencionabas anteriormente. ¿Cómo impacta la decisión sobre el uso del agua en el quehacer cotidiano de una comunidad?
En nuestra provincia, no hay escurrimiento de aguas superficiales en los ríos hace 15 años. Nuestros ríos están completamente secos. Los ríos no solo juegan una función paisajística, sino que tienen un rol determinante en el ciclo hidrológico. Si no hay agua en los ríos, no hay transformación de la materia, no hay evaporación, no hay formación de nubes y no hay lluvia.
Pero además, el río y las aguas juegan un rol determinante en la conformación de los territorios. Todas las ciudades están construidas en torno a los cursos de las aguas. Cuando uno le arrebata el agua a una comunidad para favorecer la industria extractiva -sea minera, hidroeléctrica, forestal o agrícola- no solo afecta el ciclo hidrológico, sino que además destruye el identitario territorial y cultural, además de los saberes ancestrales, las poblaciones bióticas y abióticas del medio natural.
Esto se traduce en migración del campo a la ciudad, en pueblos fantasmas. Nosotros tenemos la comuna de Petorca, y no lo digo sexistamente, en donde existen más de 3.000 mujeres que viven solas, porque los hombres migraron del territorio buscando agua y mejores oportunidades de trabajo.