Las autoridades de noruega reportaron que en el pueblo de Tysfjord, ocurrieron más de 151 casos de abuso sexual, entre los años 1950 y 2017. Estas cifras que incluyen como víctimas a niños y adolescentes fueron descubierto hace poco.
El informe policial sobre abuso sexual, señala que del total de las cifras, los Sami representan los dos tercios de 83 víctimas y 92 perpetradores identificados.
A pesar de que 1.000 personas entre víctimas, testigos y abusadores fueron llamados a declarar en la policía durante las investigaciones; solo un grupo del centenar de caso será procesado en los tribunales, porque en la mayoría transcurrió la fecha tope para el enjuiciamiento.
En junio de 2016, el periódico nacional Verdens Gang publicó un artículo sobre el abuso sexual en Tysfjord basado en el testimonio de 11 víctimas: mujeres y hombres. Esta publicación permitió que semanas posteriores se difundiera la historia de Nina Iversen, quien aseguró que muchas veces contó lo ocurrido, pero sus victimarios eran sus parientes.
“Siempre hablé sobre eso, cuando tenía 14 años, pensé en escribir un libro sobre estos abusos; voy a detenerlos’. Pero, por supuesto, no pude», expresó Iversen al indicar que en su adolescencia ella y sus amigas se confesaban mutuamente sobre las vejaciones que habían sufrido, pero los adultos no las escuchaban.
«Nos llamaban prostitutas y mentirosas. A muchas de nosotras incluso nos escupían (como amenaza) si tratábamos de hablar de eso», comentó a la BBC.
Destacó que en 2005, acudió a los servicios de protección infantil, porque no quería que sus hijos fueran víctima de abuso sexual, por lo que debió hablar nuevamente de sus experiencias.
Resaltó que se lo dijo a todo, pero para ser escuchada “debía tener los antecedentes adecuados “Alguien como yo que proviene de una familia pobre, termina siendo ignorado», puntualizó.
Otro de los casos comunicativos se dio a conocer, cuando los padres de un niño indígena que había sido abusado sexualmente enviaron una carta en 2007 al primer ministro pidiendo ayuda. Pese a que el documento llegó a los medios de comunicación, no hubo una reacción inmediata por parte del representante gubernamental.
En ese sentido, estos papas se organizaron y se pusieron en contacto con 20 familias que tenían hijos víctimas de violadores. Estas acciones condujeron a que los padres del Sami realizarán audiencias públicas en las que asistieron políticos locales, trabajadores de la salud, la policía y otras autoridades.
«Pensaron que no podía ser cierto, había tantos casos, eso es lo que nos dijeron y creían que mentíamos», recuerda la madre del Sami al señalar que las personas no estaban cómodas con las historias, además no estaban preparados para manejar la situación.
«El trabajo que la policía hizo hasta junio de 2016 no fue lo suficientemente bueno», afirma la madre del indígena al destacar que «Estos crímenes afectaron a mucha gente durante mucho tiempo».
Tor Asgeir Johansen, alcalde de la localidad dijo que recordaba esas reuniones, a su juicio, dijo que las personas no entendían la problemática “porque las víctimas no la contaban”.
«La comunidad no es la policía, no podemos buscar en los hogares de las personas. La gente debe venir a nosotros y pedir ayuda», apuntó.
Afrontar una situación de abuso sexual, no es fácil para la familia y menos para la víctima, sin embargo en Tysfjord las personas no confiaban en la policía ni en las autoridades porque la división geográfica incrementó el racismo y la discriminación, ya que en la región occidental quedaron los indígenas Sami y las autoridades estaban ubicadas en el oriente.
Acciones inmediatas
Tone Vangen, jefe del distrito de policía de Nordland, informó que al enterarse de los casos de violaciones a través de la prensa, el cuerpo de seguridad tuvo que solicitar a las víctimas que se acercasen a declarar y para ello debió establecer una lista de prioridades, para evitar nuevos casos de abuso sexual.
“Incluso si el Estatuto de Limitaciones sobre delitos significaba que no podíamos llevar el caso a los tribunales, queríamos tomarlo en serio y hacer frente al problema. Pero no nos dimos cuenta de lo grande que era», mencionó Vangen.
Refirió que los agentes comenzaron a contactar a los indigenas Sami y generar confianza para que estos pudiesen denunciar.
«Fue complicado. Había muchas cosas que la policía desconocía: lazos familiares, religión… Y en la cultura Sami hay elementos de la época precristiana. La gente cree en la curación y que un chamán puede tener poder sobre alguien al leer su dolor», explicó.
Detalló que se avergonzaba de hablar sobre estos casos en Noruega, pero las acciones emprendidas para atender a los Sami, permitió que se diera la primera acusación formal contra un hombre que abusó de mujeres diciendo que podía sanar y ahuyentar a los malos espíritus. “ Este persona fue sentenciado a cinco años y medio de prisión”.
Atención médica
Vangen de Nordland, también expresó que a las víctimas se le tuvo que dar asistencia médica y psicológica, para que las personas retomen su autoestima; sin embargo, las víctimas de 50 y 60 años padecen problemas psiquiátricos.
Lars Magne Andreassen, director de Arran, el centro de la comunidad Sami en Drag, no da ninguna explicación cultural ante estos hechos de abuso sexual, pero indica que en la comunidad de Tysfjord se debe ser autocríticos, “pero eso no significa que el pueblo tenga la culpa” dijo al señalar que las mujeres más poderosas del mundo callaron y tenían sus razones para no hablar “temían algo”.
lo que conlleva a que muchos de los violadores sigan cometiendo su fechoría en esta pequeña comunidad.
Actualmente los habitantes de Tysfjord, están siendo capacitados sobre la protección infantil y el gobierno de Noruega está financiando proyectos para promover la cohesión y crear resilencia. Así mismo, los Sami y los noruegos participan en eventos comunitarios para promover espacios de convivencia.
Racismo y exclusión
En estos momentos viven en Noruega cerca de 60 mil Sami, muchos de estos indígenas llegaron a Tysfjord en las décadas de 1960 y 1970. En esta década, el gobierno obligaba a estos pueblos aborígenes a hablar solo en noruego, además podían comprar propiedades y tierras nada más quienes tuviesen nombres criollos. Esta realidad aún no ha cambiado.
Tysfjord, situado en el norte del Círculo Ártico es un pueblo habitado por 2.000 habitantes y según las estadísticas, la mitad de las personas pertenecen a la comunidad indígena Sami que representan a los pueblos originarios de Escandinavia, localizados en territorio de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia.
La cultura Sami es inclusiva, y su creencia se basa en un círculo de vida que abarca a Dios, a las personas, a los animales y a la naturaleza.