Este 27 de marzo de 2018 nuevamente el aparato institucional del Estado de Chile ha dado un golpe a la democracia, demostrando una vez más que las elecciones libres no son una garantía suficiente para el ejercicio de la soberanía popular.
¿Qué sucedió? Como es de público conocimiento, el Tribunal Constitucional, última trinchera jurídica de la constitución de Pinochet, sancionó por 6 votos a favor y 4 en contra, la inconstitucionalidad del artículo del proyecto de educación superior que pretendía poner fin al lucro efectivo en las instituciones referidas.
Pero este hecho triste y deleznable para nuestra democracia, y para el anhelo de miles de ciudadanos que marcharon en las calles de todo Chile el 2011 exigiendo poner fin al negocio de la educación, tiene su historia y fundamento en la conformación misma del Tribunal Constitucional.
No estoy descubriendo la pólvora, muchos intelectuales y analistas lo han dicho antes que yo: el binominalismo no fue solo un sistema electoral parlamentario en nuestro país, fue la lógica con que se pensó la política por 28 años, y cuya fórmula consistió en la repartición del Estado en partes iguales entre la derecha y la otrora Concertación, con un único fin: que aún cuando cambien todos los nombres, nada cambie en la correlación de fuerzas. Lo que a pesar de la deslegitimación progresiva ante la ciudadanía, hoy ha mostrado su eficacia.
En esa línea el Tribunal Constitucional no fue la excepción. El 7 de enero de 2015 se votó en el Senado el nombre de Cristian Letelier Aguilar, cuyo voto en contra del fin al lucro hoy fue clave. El ahora ministro, era un ex militante de la UDI – reconocido por sus dichos homofóbicos, por sus vínculos con el Caso Penta y por asumir la defensa de diferentes miembros de las organizaciones del terrorismo de Estado (DINA y CNI) – que dio la mayoría a la derecha la mayoría en el TC.
Pero lo que realmente me importa recalcar acá, no es como votaron los ministros del TC (ya que es de conocimiento público), lo que me importa es recordar como votó en ese momento la Nueva Mayoría, y el resultado fue el siguiente: 31 votos a favor y 1 en contra. Fui el único que me opuse y no por adivino, si no porque todo buen sentido indicaba que era un peligro renunciar a la mayoría en el Tribunal.
Ese 7 de enero de 2015 toda la Nueva Mayoría votó junto con la derecha para mantener el equilibrio del consenso de las élites, toda la Nueva Mayoría votó por el candidato de los guardianes acérrimos del lucro y hoy ese mismo nombre, que ellos mismos pusieron ahí, fue el voto clave que hirió de muerte al proyecto más emblemático de la Presidenta Bachelet.
Cuando se discutía la Ley General de Educación el año 2008, recordé en este mismo Senado a Luis Emilio Recabarren y hoy vale la pena recordarlo de nuevo: “Cuando se gana con la derecha, gana la derecha”.
Alejandro Navarro Brain
Senador de la República