Los Centros de Control y Prevención (CDC) de Estados Unidos reportaron que 23 mil personas fallecen al año, a causa de las “bacterias pesadilla” o gérmenes que se han vuelto resistentes a los antibióticos.
Según, las revelaciones de un estudio iniciado en 2017 por los CDC junto a laboratorios y entes médicos en 27 estados del país, se determinó que 221 casos de estas “bacterias pesadilla” son de alto riesgo.
Anne Schuchat, subdirectora de CDC señaló que esta cantidad «les sorprendió», ya que era más de lo que esperaban.
Schuchat resaltó que una de cada cuatro muestras de gérmenes resistentes analizados en todo el territorio de EE.UU. contiene un tipo de gen que les posibilita transmitir esta resistencia a otras bacterias.
La doctora aseguró que las bacterias resistentes a los antibióticos «ya se han propagado por todo el país» y dos millones de estadounidenses se han visto afectados por estos casos.
Expresó que esta resistencia «inusual y peligrosa de los gérmenes» representa una «amenaza» a la protección que proporcionan los antibióticos, ya que son agentes patógenos «ocultos a simple vista» y que desencadenaría infecciones «difíciles o imposibles de tratar».
Los investigadores de los CDC exhortaron a entes locales y estatales a implementar una estrategia de contención que permita “identificar y detener las bacterias resistentes y potenciales a propagarse».
Entre las estrategias a aplicarse están: Las revisiones a pacientes de centros donde se hayan detectado estas «bacterias pesadilla», así como analizar las pruebas que dieron como resultado que una de cada diez personas poseía un germen «difícil de tratar».
Los profesionales de los CDC hacen un llamado a los centros médicos para que aíslen a los pacientes portadores de estas bacterias e iniciar un control de la infección «agresivo».
Por su parte, la agencia federal, indicó que la estrategia de contención contribuye a prevenir «miles de infecciones intratables o muy difíciles de tratar».
Igualmente, aseguraron que los gérmenes «continuamente encontrarán formas de resistir a antibióticos nuevos y existentes», por ello no es posible acabar por completo con el desarrollo de esta resistencia.
Así mismo destacaron las inversiones hechas en infraestructuras de laboratorios en el país y controles de infecciones, porque están permitiendo investigaciones «rápidas y agresivas» que conllevarán a evitar que la resistencia se propague en los entornos de atención médica.
«Tenemos que echar esta amenaza de nuestros estados. No podemos esperar que diez casos se conviertan en cien», aseguró la doctora.