Ocupar, reciclar, producir… Toma sustentable en El Bolsón

Con vista a la hermosa comarca de El Bolsón y con el monte Piltriquitron a las espaldas se halla una peculiar ocupación de terrenos

Ocupar, reciclar, producir… Toma sustentable en El Bolsón

Autor: Wari

Con vista a la hermosa comarca de El Bolsón y con el monte Piltriquitron a las espaldas se halla una peculiar ocupación de terrenos. Esta turística localidad de la Patagonia argentina tiene un alto crecimiento demográfico, lo que ha generado el incremento en los alquileres y una ola de ‘tomas’ de tierras fiscales. La mayoría de ellas se forman con casetas muy precarias, generalmente de ‘chapas’, condiciones de vida rudimentarias, y pasivas en cuanto a esperar que el Estado les construya hogares definitivos, con trámites que pueden durar varios años. Pero desde hace algo más de cuatro meses se viene gestando una innovadora experiencia que combina la lucha por la vivienda con autogestión y desarrollo sustentable.

Desde El Bolsón, tomando hacia el sur por la Ruta 40, se llega al Paralelo 42 (que más al oeste pasa cerca de la ciudades chilenas de Hornopirén y Ancud), límite entre las provincias de Río Negro y Chubut. Después del Escuadrón 35 de Gendarmería Nacional se baja hacia la derecha por un camino de tierra y se llega a la calle 2 de Abril. Entre Libertad y Esperanza se encuentra el terreno de la ocupación sustentable.

El pasado 22 de febrero, El Ciudadano conversó con Vida Luna Muñoz Álvarez, chilena residente en Argentina que cumple 40 años este 2012 y es madre de dos niños nacidos en Ecuador, en donde estuvo viviendo por un buen tiempo. Ella habita desde hace cuatro meses en la toma y se ha convertido en vocera y una de las principales promotoras de esta original experiencia.

BIOCONSTRUCCIÓN Y PERMACULTURA

Según ella, entre la mayoría de los ocupantes existe un consenso en cuanto a utilizar técnicas de bioconstrucción y permacultura. Otro acuerdo es construir mediante ‘mingas’, en las cuales llegan a participar 20 adultos, en forma comunitaria, y después enseñar lo aprendido en otras partes. “Queremos que esta iniciativa se transforme en un proyecto piloto, en un laboratorio, una muestra, para que otras ocupaciones aprendan de lo que haremos acá”, afirma.

El terreno, de cinco hectáreas, tiene una pronunciada pendiente, por lo que han tenido que construir terrazas y escaleras. La superficie ha sido dividada en 24 lotes, con áreas que van de los 750 a los mil metros cuadrados cada una. Mientras nos guía ladera abajo, Vida Luna nos muestra el plano del terreno –dibujado a mano-, indicando que se destinará una hectárea para crear cuatro espacios comunitarios. De ellos, uno se usará para la conservación del bosque nativo; otro, para la plantación de frutales; un tercero, al cultivo de vegetales, y, el cuarto, es para construir un playón comunitario, con una tarima para las presentaciones artísticas, juegos, contenedores para reciclar, construir un domo como salón de usos múltiples, una cocina comunitaria y puestos para vender su producción.

También están formando una cooperativa de trabajo integral, en donde la gente pueda ofrecer sus labores de artesanías, yoga, telas, malabares, reciclado, etc.

Además, despejaron un sendero y crearon una calle interior, a la que denominaron ‘Shanti’.

“La idea es tener sistemas de tratamiento de las aguas residuales, aerogeneradores, techos vivos (verdes), calentadores solares de agua, bici-lavadoras, almacenamiento de las aguas lluvias, banco de semillas; y reforestar con árboles nativos y frutales”, señala Vida Luna.

Para estos fines, cuentan con el apoyo de Bioconstruyendo y de otros especialistas en construcción natural, como Eco Maiwe, quienes les enseñaron a confeccionar maquetas de domos geodésicos, y Miguel Elliot, que los capacitará para construir estufas rocket, asunto no menor, pues en invierno las temperaturas pueden llegar a 18 grados bajo cero.

AGRICULTURA FAMILIAR Y CUIDADO DE SEMILLAS

Para regularizar su situación, constituyeron una junta vecinal provisoria y presentaron un proyecto de ocupación al Municipio de El Bolsón, el cual les otorgó un permiso para mantener la toma con una figura parecida a un comodato por cinco años. Terminado ese plazo, deberán comenzar a pagar contribuciones, pero en la categoría de agricultura familiar. Bajo esta figura, presentarán un proyecto a la Subsecretaría de Agricultura de la Nación, lo cual les permitirá tener un puesto de venta de verduras y recibir asesorías y colaboración en materiales, junto con el apoyo necesario para convertirse en “guardadores de semillas”.

Vida Luna enfatiza que necesitan ocupar el espacio y avanzar en las obras, pues Geomensura los visitará en tres o cuatro meses más.

Todos los viernes sesiona la asamblea entre las 20 y las 22 horas. Se organizan en comisiones, las cuales cuentan con un delegado. La capacitación se realiza entre las 17 y las 19 horas. Se entregan nociones de construcción natural, permacultura, confección de viveros, cooperativismo, soberanía alimentaria, etc.

Vida Luna plantea que “Más que problemas, lo que tenemos son soluciones”. Tienen la intención de hacer un convenio con Coopetel (Cooperativa de Obras y Servicios Públicos, Sociales y Vivienda de El Bolsón), para acceder a capacitación, subsidios, materiales para la cocina comunitaria, cocina solar, etc.

Hasta ahora, el campamento cuenta con dos cocinas comunitarias, una de ellas tiene cocinas ‘brujas’, y tres baños secos, uno de los cuales posee una privilegiada vista al valle.

Uno de los residentes es ‘paisano’ (campesino) y tiene chanchos, por lo que planean ayudarle a instalar su criadero con un sistema para aprovechar los desechos que generen y utilizarlos como abono.

En el terreno han encontrado un par de norias que los están proveyendo de agua, además de yerbas medicinales y arbustos nativos.

VOLUNTARIADO

En el momento de la visita, en el campamento estaban alojando 14 personas (niños, jóvenes y adultos).

Algunos voluntarios acampan y trabajan en el lugar: chilenos, alemanes, una ecuatoriana y otra colombiana. Antropólogo, profesor, estudiantes de agronomía y de artes; estudiantes del Bioconstruyendo 2012. Hay capacidad para 10 voluntarios, y cada uno debe pagar $50 semanales para la comida.

Las personas que deseen ayudar a este proyecto, lo pueden hacer mediante donaciones de alimentos no perecibles, herramientas, materiales de construcción, utensilios de cocina, neumáticos (gomas) usadas, abonos orgánicos, botellas de plástico y de vidrio, y todo tipo de elemento en desuso que se pueda reciclar o reutilizar en la construcción.

Vida Luna construyendo su casa

Contactos:

Alberto Rodríguez (Beto): [email protected] – Tel 02942-15695532

Vida Luna: [email protected] – Tel 0294154800279 – 0054/9/29444800279 (Desde el extranjero)

Por Cristian Sotomayor Demuth

Desde Patagonia

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