A la Calle

Hace 200 años hubo un plan por parte de Inglaterra para liberar a toda Latinoamérica de ser colonias políticas de España y transformarnos en colonias económicas de Inglaterra

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Autor: Director

Hace 200 años hubo un plan por parte de Inglaterra para liberar a toda Latinoamérica de ser colonias políticas de España y transformarnos en colonias económicas de Inglaterra. Todas las revoluciones fueron entre 1809 y 1811. Luego vino la contra revolución, cuando Fernando VII retornó a su trono perdido frente a Napoleón y la reconquista de algunas colonias. La independencia con fusiles y dinero inglés se generó desde Buenos Aires, se imitó desde el Caribe con el gran Bolívar y terminó en el movimiento militar de tenazas que derrotó definitivamente a los españoles en Perú.

 

Hace solo treinta años, todos los países de la región teníamos dictadores militares que luego se hicieron indomables. Eso fue también un plan. El cambio de esos dictadores por democracias fue una planificada concesión. Todo se planifica. No por nosotros mismos. Muchas veces ni siquiera por coterráneos.

 

El sistema capitalista vive de dictaduras o democracias manejables. Si nuestras democracias no se transforman en verdaderamente participativas, con toma de decisiones frecuentes y protestas por parte de la población, seguirán siendo funcionales al capitalismo que tanto daño ha generado.

 

Debemos participar, debemos salir a las calles, debemos resolver problemas ambientales locales concretos, debemos resolver problemas sociales concretos. Que los jóvenes y algunos viejos salgan a protestar a las calles, frente a las Gobernaciones, a las Intendencias, a la Moneda, como lo hacen los mapuche, a veces los pescadores, como los estudiantes secundarios y los universitarios. Pero cuidado con la represión, esa horda de perros especiales, que es la herramienta que utiliza este Gobierno para acallar las voces disidentes. Tenemos que denunciar ¿Qué es la Patria Sr. Piñera, Sres. Ministros, Sres. Parlamentarios, Sres. de las Fuerzas Armadas? A los empresarios de las transnacionales, esos que controlan a los Gobiernos, no hay para que preguntarles porque no saben, porque no la tienen, porque solo conocen al dios dólar.

 

Sí, esto está muy claro. Esto es un gran negocio donde no hay competencia con los productos chinos. A los poderosos les regalan el agua y más encima les dan tierras baratas, incluso subsidian a los empresarios para que se consoliden, como es el caso del sector forestal con el D.L. 701/1974, o los salvan cuando les va mal (caso de las salmoneras)… y que la contaminación la paguen otros… es decir nosotros. Para construir centrales hidroeléctricas aducen una falsa crisis energética , capaz de justificar cualquier proyecto, pasando por alto toda norma ética e incluso toda Ley de la Nación o proceso legal de participación de los habitantes directamente afectados con el “proyecto de inversión de interés nacional”. Para las líneas de transmisión les permitirán pasar gratis por tierras fiscales, o con mañosos trucos jurídicos se ampararan en las concesiones mineras para pasar por tierras privadas con sus torres de alta tensión de 70 metros. Nuestras autoridades son capaces de todo con la justificación del crecimiento económico, la inversión privada y continuar con el camino hacia el “desarrollo”. Pero a estas alturas cabe preguntarse ¿qué desarrollo? y ¿hacia dónde? Porque si se trata de seguir el camino de las grandes potencias, que conciben el desarrollo sobre la base de bienes materiales y consumo per capita (incluida la educación y salud como bien de consumo), entonces estamos mal. Necesitaríamos algo más de 3 planetas Tierra para que todos los países en “vías de desarrollo” logren el estándar de vida de los países desarrollados.

Es entonces que surge el paradigma del bienestar como otra forma de concebir las sociedades humanas, que requiere de una mirada territorial local, donde todos los habitantes persigan un equilibrio con su entorno de manera de tener una vida digna y un pasar feliz (y no solo sobrevivir). Esto requiere un esfuerzo mayor de parte de quienes controlan los territorios, los Estados de las Naciones, ya que el cambio de mirada debe ser conducido hacia un enfoque territorial integrado, donde las cuencas hidrográficas aparecen como las unidades territoriales naturales más adecuadas, y el agua como el eje que todo lo integra. Los habitantes de estas cuencas deben ser los principales responsables en la toma de decisión, pero centrados en el cuidado de su ambiente natural y social, es decir de su cultura. Esto permite que se manifiesten las distintas identidades que se dan en nuestro territorio, resultado de nuestro diverso clima y geografía, respetando los tiempos para que cada manifestación ocurra en su momento y no al ritmo histérico del neoliberalismo. La economía debe estar supeditada a este bienestar local , si la tierra provee excedentes podemos pensar en intercambiar nuestros bienes naturales, pero idealmente cerca de nuestro territorio . Esto permite aceptarnos como lo que somos, un país diverso, y nos saca de encima la presión del consumismo que esclaviza a la población con sus tarjetas de plástico y préstamos interminables, los grilletes posmodernos del capitalismo.

 

 

Por Cristián Frêne Conget.

 

 

 

 

 

 


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