Lejos del enfoque racista y criminalizador con que tanto autoridades como parte de la sociedad se enfrentan al fenómeno de la inmigración, lo cierto es que la principal razón por la que los ciudadanos de otras naciones llegan a nuestro país es para trabajar.
Un derecho que al chileno le ha costado entender como tal y que durante mucho tiempo estuvo teñido por la injustificada idea de que los migrantes «nos vienen a quitar el trabajo». Un argumento que ya ha pasado a ser parte de la mitología en torno a este fenómeno, por la simple razón de que quienes llegan hasta nuestro país para laborar lo hacen básicamente en áreas en las que los locales ya no están interesados o dispuestos a desempeñarse.
Cámara en mano, salimos a recorrer el sector de Mapocho, en el centro de la capital, en donde es posible ver a diario a ciudadanos peruanos, bolivianos, haitianos y dominicanos, realizando principalmente diversas tareas asociadas al comercio.
Una forma de ejercer el derecho a ganarse la vida que por estos días comienza a desdibujarse, a verse esquiva para quienes llegan de países como Haití. Esto luego de que el Gobierno de Sebastián Piñera haya establecido que ahora se les debe exigir una visa obligatoria a los visitantes de ese país, aún cuando evidentemente la mayoría de ellos arriben en busca de un trabajo y una mejor calidad de vida en Chile.