La obra de periodista, articulista y cuentista Teresa de la Parra, venezolana, nacida en París, Francia, en 1889 causó revuelo en la sociedad caraqueña de principios del siglo XX al oponerse a rol de la mujer de la época, defender el feminismo “moderado” y criticar e ironizar sobre la cultura de la “aristocracia” venezolana.
La sociedad caraqueña, de gran influencia patriarcal en el que la mujer era fundamentalmente esposa y madre, ambos roles ejercidos en condición de minusvalía, fue profundamente cuestionada por Teresa de la Parra, quien convocó, a través de su obra, a la rebelión de las mujeres que, a su juicio, debían ser “sanas, fuertes, trabajar para ganar su sustento y ser independientes a los hombres». No en vano fue comidilla de la sociedad de la época, del mundo intelectual, académico y de los críticos venezolanos de pensamiento conservador y de origen noble.
Ifigenia, su primera obra, publicada inicialmente en 1924, llegó a describirse en los tiempos en que fue publicada como una novela “volteriana, pérfida y peligrosísima en manos de señoritas contemporáneas”.
Invitada en foros internacionales, Teresa de la Parra visitó Cuba en 1927 para dictar charlas sobre el Libertador Simón Bolívar, donde disertó sobre la influencia oculta de las mujeres en el continente y en la vida del Libertador.
También viajó a Bogotá y Barranquilla para presentar una ponencia sobre la “influencia de las mujeres en la formación del alma americana, en la época de la conquista, de la Colonia y de la Guerra de Independencia”.
Su gran tema
El verdadero nombre de su novela Ifigenia fue Diario de una señorita que se fastidia. Luego acogió el del personaje de la mitología griega, primera hija del Rey Agamentón, que significa “mujer fuerte”, para describir la historia de María Eugenia Alonso, una joven de sociedad que debe volver de Europa a Caracas empobrecida y condenada al enclaustramiento por su familia puritana, religiosa y convencional. Ella quisiera trabajar y estudiar, para poder liberarse, pero entonces debe enfrentarse a los estándares de la sociedad.
También de la obra Memorias de Mamá Blanca (1929) es autora Teresa de la Parra, una prosa sobre la Venezuela del siglo XX, donde se caricaturiza a los políticos, campesinos, ganaderos, la mujer y el paso de la sociedad rural hacia lo urbano.
La autora fue elogiada y publicada por escritores venezolanos de la categoría de Rómulo Gallegos y José Rafael Pocaterra, y el historiador Vicente Lecuna. En el extranjero se codeó y tuvo una gran amistad con personas de la talla de Miguel Unamuno, Gabriela Mistral, Gerardo Zandulbide, y el poeta Juan Ramón Jiménez.
Murió víctima de una tuberculosis. En 1936 fue enterrada en el camposanto de la Almudena en Madrid. 11 años más tarde sus restos se trasladaron al panteón familiar, en el Cementerio General del Sur. Con motivo del centenario de su nacimiento, en 1989, fue llevada al Panteón Nacional.