Organizaciones realizan llamado a no consumir «salmón químico» chileno

Organizaciones sociales, medioambientales, académicas, comunidades costeras y de pueblos originarios, de las regiones del Bío Bío, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, plantean exigencias al Ministerio de Medio Ambiente y a las autoridades gubernamentales para detener los impactos sanitarios, ambientales y sociales de la mega industria salmonera en el sur de Chile

Organizaciones realizan llamado a no consumir «salmón químico» chileno

Autor: paulwalder

Organizaciones sociales, medioambientales, académicas, comunidades costeras y de pueblos originarios, de las regiones del Bío Bío, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, plantean exigencias al Ministerio de Medio Ambiente y a las autoridades gubernamentales para detener los impactos sanitarios, ambientales y sociales de la mega industria salmonera en el sur de Chile.

Junto con realizar un llamado a no consumir “salmón químico”, demandan la implementación de una “moratoria” que impida que continúe la expansión territorial y productiva de los monocultivos industriales de salmónidos.

En ese sentido, invitan a la población a privilegiar el consumo de “pescado de origen artesanal”, capturado de manera selectiva y sustentable, por sobre el salmón proveniente de crianza industrial, debido al abusivo empleo de químicos, tales como antibióticos, antiparasitarios y colorantes. Algo que -advierten- constituye un grave riesgo para la salud pública y una amenaza para los frágiles ecosistemas acuáticos del sur de Chile.

Actualmente el 98% de la producción de salmones y truchas en Chile se destina a la exportación. «Esto evidencia que esta mega industria transnacional se comporta como un enclave económico en nuestro país, con escaso vínculo con las necesidades de alimentación nacional, donde la fase sucia de producción (alta contaminación química y orgánica), asociada a graves impactos ambientales, sanitarios y sociales, convierten a los territorios costeros locales en ‘zonas de sacrificio’”, denuncian las organizaciones.

Acusan, además, que los cultivos industriales de salmónidos del sur de Chile utilizan los mayores volúmenes de antibióticos y químicos de esta industria global, “superando en 700 veces el empleo de antibióticos que realiza Noruega, primer productor mundial”. Entre 1998 y el 2015 Chile importó para medicina animal 7,7 millones de kilos de antimicrobianos, de los cuales “el 95% fue utilizado por la industria salmonera”, apuntan.

Agregan que las masivas producciones de salmónidos, que ubican a Chile como el segundo productor mundial de salmón Atlántico (Salmo salar), detrás de Noruega, y el primero de trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), están asociadas íntimamente a “procesos industriales intensivos en el uso de recursos naturales (agua dulce, territorio costero, pesquerías silvestres convertidas en harina de pescado), además de energía, capital financiero y una gran variedad de insumos químicos y farmacéuticos”.

Al respecto, agregan que existe amplia evidencia científica de que “el uso masivo e indiscriminado de una gran variedad de antibióticos, antiparasitarios, antifúngicos, desinfectantes, y sustancias antifouling (anti adherentes), han generado un devastador impacto sobre el medio ambiente y la biodiversidad acuática y terrestre”.

Durante el 2016, la industria del salmón en Chile produjo aproximadamente 700 mil toneladas de peces de criadero. Un volumen que -enfatizan las organizaciones denunciantes- «cuadruplica las capacidades de carga de los ecosistemas acuáticos del sur de Chile». «Ésta sobredimensionada presión productiva, unida a la emisión de miles de toneladas de residuos químicos y orgánicos al medio ambiente acuático, explican las situaciones de eutroficación /anoxia que afectan a amplias áreas marino-costero, estuarios, fiordos, bahías y lagos del sur de Chile”, argumentan.

“La contaminación por fósforo y nitrógeno, proveniente de la emisión de fecas de salmones y el alimento no consumido que cae al fondo marino, es un factor que gatilla periódicamente los masivos eventos de florecimientos de algas nocivas y tóxicas (mareas rojas), las que tienen graves consecuencias para la salud humana, la biodiversidad marina y la economía de las comunidades costeras, pescadores y recolectores de algas y mariscos”, denuncian.

La intensa utilización de las sobreexplotadas pesquerías de jurel, sardina y anchoveta, entre otras, permite la elaboración de miles de toneladas de harina y aceite de pescado “destinadas a la alimentación industrial de salmones y truchas”, sostienen. Por ùltimo, concluyen que “se utilizan entre 3 a 5 toneladas de peces silvestres pelágicos, convertidos en pellets de harina de pescado, para la producción de una tonelada de salmones para la exportación”.


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