A la defensa de los pueblos indígenas, los derechos humanos y las consecuencias de la guerra en Guatemala se dedicó el Obispo Juan Gerardi, asesinado en Guatemala hace 30 años. Fue el 26 de abril de 1988 cuando silenciaron la voz de este sacerdote católico que denunció las atrocidades del conflicto armado de ese país.
Su repudio público al incendio de la embajada española, en 1980, le costó días de amenazas previas a un forzado exilio en Costa Rica durante el Gobierno de Romeo Lucas García hasta el momento en que el Presidente fue derrocado por un golpe de Estado, cuando definitivamente pudo regresar a su país.
Gerardi siempre mantuvo una postura crítica frente a los innumerables abusos a los derechos humanos en Guatemala.
Fue nombrado Obispo auxiliar de Arquidiócesis de Guatemala y participó en la creación de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG). Pero su trabajo más destacado fue el proyecto para la recuperación de la Memoria Histórica con el que Gerardi pudo develar muchas de las verdades y aportó a la comprensión real sobre el alcance implicaciones del conflicto armado, el que aspiraba que el pueblo de Guatemala no volviera a transitar. Allí se incluyeron cientos de entrevistas que el religioso habría realizado junto a sus compañeros a personas afectadas y testigos de las situaciones vividas durante el conflicto, identificando, incluso, a los responsables.
Los resultados de este proyecto fueron compilados por Gerardi y publicados en el Informe “Guatemala Nunca Más” donde develaba que la responsabilidad sobre las violaciones a los derechos humanos en más de 36 años de conflicto armado eran atribuibles en más del 90 por ciento a las Fuerzas Armadas de Guatemala, mientras que los grupos guerrilleros eran responsables del 10 por ciento. La precisión y efectividad de su trabajo permitió que más del 1.000 nombres de efectivos militares con participación en estas violaciones se conocieran como aporte a la justicia frente a tantas barbaridades.
Dos días después el obispo fue asesinado a golpes en su casa. Su cuerpo fue encontrado en un garaje por el sacerdote Mario Orantes, quien compartía la parroquia con él y quien más tarde fue condenado por complicidad en el asesinato. Junto a él, otros tres militares: el coronel Byron Lima Estrada, de 78 años; su hijo, el capitán Byron Lima Oliva de 2 y el Sargento Obdulio Villanueva, quien murió en prisión, decapitado durante un motín ocurrido en la cárcel.
Guatemala entera lloró a Juan Gerardi. Fue una pérdida muy sentida para un pueblo que padeció las barbaries de un conflicto armado de amplias proporciones.
Algunas de sus frases más recordadas son:
“Mientras no se sepa la verdad, las heridas del pasado continuarán abiertas y sin cicatrizar”.
“Conocer la verdad duele, pero es sin duda una acción altamente saludable y liberadora”.
“El perdón sana la memoria, no la desaparece”.
“Siembra verdad y justicia y cosecharás reconciliación”.