Les faltó tiempo, quizás. O reaccionaron muy tarde. Pero si algo le sobró a la Roma fue dignidad para someter a un Liverpool que jugaba a placer en el Olímpico. Y terminó abrazándose con el pitazo final que los catapultó a la final de la Champions en Kiev ante Real Madrid en total merecimiento. Pero sufriendo más de la cuenta.
Fue la peor ocasión que eligió el cuadro de Jurgen Klopp y Mohamed Salah para perder el invicto, dirán algunos. Pero lo cierto es que el conjunto romano apeló al mismo amor propio de su remontada épica ante Barcelona -necesitaba los mismos tres goles- y rozó ese milagro.
El conjunto inglés parecía con el camino a la final totalmente pavimentado, cuando Sadio Mane definió a los ‘9 minutos en una de las contras visitantes. Pero una desafortunada jugada terminó con el autogol de James Milner a los 15 que levantaba a los romanos, quienes buscaban su segunda final histórica de Champions.
Una que pareció definitivamente lejana cuando Gioginio Wilgnaldum define ante un mal rechazo para poner el 2 a 1. Y después, Salah pudo aumentar la cuenta antes del final de primer tiempo.
Pero en el complemento, Roma volvió a protagonizar una remontada extraordinaria, primero con un golazo de su figura, Edin Dzeko que empató a los 60. Y fue el belga Radja Nainggolan quien puso la emoción en Italia con un remate de media distancia, primero, a los ’86 y luego con un penal en el segundo minuto de descuento. Fue 7-6 en el global a favor de Liverpool, que estará por octava vez -levantó la Orejona cinco veces- en la definición del próximo sábado 26 de mayo en Kiev, Ucrania.
Allá, el desafío es mayor. Tratar de arrebatarle el título al actual bicampeón de Champions, el Real Madrid.
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