La última misión de la NASA a Marte comienza un viaje de siete meses por el espacio hasta el planeta vecino, con el objetivo de mapear su interior por primera vez.
La misión InSight fue lanzada en la madrugada del sábado desde el Space Launch Complex-3 en la Base Aérea Vandenberg en California, y tiene como objetivo colocar un aterrizador del tamaño de una pequeña mesa en Elysium Planitia, una amplia y suave llanura de lava en el ecuador marciano. Será la primera vez que una sonda robótica explore el centro del planeta rojo.
La región fue elegida por la NASA como la zona más adecuada para revelar cómo se estructura Marte desde la superficie hasta el núcleo.
Como dijo Neil Bowles, científico planetario de la Universidad de Oxford y uno de los investigadores involucrados en la misión, la zona es plana, vacía y sin mucho viento; características ideales para estudiar un aspecto no explorado de Marte.
El módulo de aterrizaje está equipado con una sonda de flujo de calor, similar a una lanza, que penetrará el suelo para medir la rapidez con la que sube el calor desde el interior del planeta. También tiene un brazo robótico que, entre otras funciones, se encargará de colocar un sismómetro en la superficie. El instrumento es tan sensible que puede detectar vibraciones más pequeñas que el ancho de un átomo. De ahí la necesidad de un lugar de aterrizaje llano y tranquilo.
Los científicos esperan registrar por primera vez los temblores de Marte (marsquakes), que todavía se está enfriando desde el calor de la creación, hace más de 4.000 millones de años. A medida que el calor se irradia desde la superficie, la corteza se contrae y cede, y las tensiones que se acumulan con el tiempo se liberan causando deslizamientos de vastas extensiones de roca a lo largo de fallas geológicas.
Desde su lugar de aterrizaje cerca del ecuador, InSight también debería detectar los impactos de los meteoros que golpean a Marte en cualquier parte de su superficie. Sus instrumentos incluso deberían ser capaces de detectar un minúsculo levantamiento del suelo causado por la atracción gravitacional de Phobos, la luna de Marte.
Dos antenas en la sonda permiten a los controladores en tierra seguir la posición precisa del módulo de aterrizaje en la superficie marciana. Con esa información, los científicos pueden monitorear cuánto se balancea Marte en su eje, lo que permitirá conocer el tamaño del núcleo del planeta y si es líquido o sólido.
La misión InSight, cuyo nombre significa «exploración interior usando investigaciones sísmicas, geodesia y transporte de calor» (Interior Exploration Using Seismic Investigations, Geodesy and Heat Transport), permitirá comprender cómo Marte y otros mundos rocosos se formaron a partir de polvo y escombros primordiales. Uno de los misterios de esta formación es que el planeta rojo sea menos denso y que no haya crecido más allá de la mitad del ancho de la Tierra.
«Esperamos hacer el primer mapa del interior de Marte -su núcleo, corteza y manto- y comprender realmente esa estructura por primera vez», dijo Bruce Banerdt, el principal investigador de la misión en el laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en California. «Entonces podemos extrapolar eso a la Tierra, a Venus e incluso a los planetas más allá del sistema solar», agregó.
Marte nunca es un destino fácil. Solo alrededor del 40% de las misiones -de cualquier agencia espacial- han tenido éxito. Para los científicos e ingenieros de la misión InSight, el viaje comenzó en la madrugada del sábado en la Base Aérea Vandenberg en California.
Ahora, un largo viaje espera a InSight, que idealmente llegará al planeta vecino en noviembre.
El día del aterrizaje será tenso: la nave espacial atravesará el cielo marciano a más de 21 mil kilómetros por hora, soltará un paracaídas y usará 12 propulsores para frenar su descenso.
«Una vez que estemos en el terreno y tengamos las comunicaciones establecidas, estoy seguro de que podemos sacar mucha ciencia de la misión, pase lo que pase», dijo Banerdt.
Fuente: The Guardian