A medida que se acerca un nuevo proceso eleccionario en Chile (elecciones municipales de octubre), comenzaremos con mayor frecuencia a escuchar en cada una de las comunas la aparición de candidaturas para llegar al sillón edilicio.
Las redes sociales como Facebook y Twitter tenderán a llenarse de links, de “me gusta”, de eventos de apoyo, y de un sinfín de instancias en las que, quienes aspiran a ser alcaldes, se mostrarán a la ciudadanía. Para qué decir los tradicionales puerta a puerta, el rayado de murallas, las caravanas de automóviles, los llamados por teléfono, los automóviles con altoparlantes.
Lo anterior parece bastante adecuado si entendemos la importancia que tiene el “dar a conocer” las candidaturas para una elección responsable por parte de la comunidad. Sin embargo, el problema se da en lo que están entendiendo los candidatos por “dar a conocer”.
Actualmente se está dando una fuerte tendencia de las candidaturas a buscar apoyo ciudadano mediante estrategias que presentan deficiencias importantes en la presentación de propuestas y programas de gobierno.
¿Por qué entregamos el apoyo a alguna candidatura sin siquiera conocer cuál es el programa que pretende realizar en caso de triunfar? ¿Por qué, de manera consciente, elegimos convertirnos en borregos?
Es preocupante que como ciudadanos demos valor a cosas cosméticas, como es la simpatía o la belleza del (la) candidato(a). Y más preocupante resulta que nos pudiésemos transformar en borregos de una candidatura por acciones clientelares de ésta: ofrecimiento de obtener un trabajo en el gobierno local, ofrecimiento de un beneficio, o directamente la entrega de regalos.
Pocas dudas quedan que las candidaturas tienden a captar apoyo electoral a través de campañas que privilegian la forma. El marketing político hace su trabajo al respecto, convirtiendo finalmente al candidato o candidata en un producto vendible para los consumidores (ciudadanos) que utilizan su moneda de cambio llamado “voto”.
Si bien pedir apoyo a candidaturas sin siquiera presentar un plan de gobierno es una acción bastante discutible, peor aún resultan los mínimos niveles de exigencia que como ciudadanos tenemos al momento de decidirnos a apoyar a un candidato. Y ese es el problema principal. ¡Cuánta facilidad para convertirnos en borregos!
La duda que nace finalmente es: ¿Realmente nos interesan las propuestas y planes que pretende aplicar un candidato en caso de ganar? ¿De verdad nos interesan los temas colectivos, o lo que realmente nos importa es el “Cómo voy ahí”?
Álvaro Jorquera Mora
@jorqueramora