El recurso del método: “Y en esas calles llenas de gente aparecieron, de pronto, precedidas por autos pequeños –marca Ford, seguramente- que aullaban con agudas sirenas, unas jaulas negras, montadas en ruedas, que eran como grandes cajas enrejadas, en cuya escalerilla trasera venías parados, fusil en mano, unos guardias de muy mala cara. Pronto se supo que aquellos vehículos siniestros, recientemente adquiridos por el Gobierno, habían venido a sustituir los primitivos coches celulares… Junto con ello, se observaba un excesivo movimiento de policías en la ciudad. Motocicletas que iban y venía. Repentinas apariciones, aquí, allá, de detectives pronto detectados por un harto visible empeño de “no llamar la atención”… con todo ello, esas sirenas, estridentes, inquietantes, respondiéndose, de barrio a barrio, por encima de tejados y azoteas –promoviendo un pánico de palomas entre los edificios modernos…” Alejo Carpentier (1974: 180)
El Decreto Ley Nº 50, promulgado el año 1973, por la Dictadura Militar, encabezada por Augusto Pinochet Ugarte, Presidente de la República y General de Ejército, designó a funcionarios de las Fuerzas Armadas como Rectores-Delegados de las universidades chilenas. Estos militares activos o en retiro ejecutaron todas las funciones administrativas y contaron con todas las atribuciones jurídicas. Por lo que en su calidad de máximas autoridades impusieron un régimen autoritario de gobierno universitario, con amplios y plenos poderes unipersonales.
El recurso del método: -“Algo pasa” –decían las gentes, sorprendidas-: “Algo pasa”. Y muchas cosas pasaban, muchas cosas pasaron, en efecto, aquel día que, de hora en hora, se fue engrisando de lloviznas tibias. A las dos y media de la tarde estaba el Vice-Rector de la Universidad explicando, en cátedra, el nominalismo y voluntarismo de Guillermo de Occam, cuando la policía irrumpió en su clase, haciendo preso y cargando, de una vez, con todos sus alumnos, por haber protestado. Prosiguiéndose el allanamiento de la Facultad de Humanidades, ocho catedráticos más fueron llevados, a patadas y empellones, hacia los nuevos carros-prisión. Cansado de oírlo clamar por fueros centenarios y autonomías, el Capitán Valverde tiró el Rector, de un manotazo, en la fuente del patrio central, con birrete, ínfulas y toga…”. Alejo Carpentier (1974: 180-181)
En primer lugar, los Rectores-Delegados “limpiaron las bibliotecas de toda literatura roja, marxista, comunista u opositora”, la que fue censurada o derechamente quemada en los patios centrales de las instituciones universitarias. Tales actividades se ejecutaron en el espacio público o en presencia de sus comunidades educativas, a fin de que el castigo sirviera de ejemplo y advertencia para las mismas. En segundo lugar, “limpiaron las aulas de todo elemento subversivo”, de manera que exoneraron o expulsaron a un número considerable de académicos/as, estudiantes, funcionarios/as y administrativos/as. Estas personas estaban marcadas como peligrosas, revolucionarias e insubordinadas en las listas secretas de la Dictadura Militar. En último lugar, “limpiaron las actividades de todo derroche presupuestario”, por lo que redujeron o restringieron drásticamente los aportes fiscales para dichas entidades. Situación que sigue debilitando la calidad y equidad de su investigación, docencia y extensión.
El recurso del método: “A las tres, ocuparon las autoridades –al mando del Teniente Calvo, experto designado- distintas librerías que ofrecían al público, en ediciones económicas, libros tales como La semana roja en Barcelona, El caballero de la casa roja, El lirio rojo, La aurora roja, La virgen roja, El rojo y el negro, La letra roja… -exponentes todos, según el experto, de una literatura roja, de propaganda revolucionaria… Los tomos, arrojados a carretones, tomaron el camino del Incinerador de Basuras… -“Llévense, de una vez, La caperucita roja” –había gritado, fuera de sí, uno de los comerciantes. –“Va preso, por gracioso” –dijo el Teniente Calvo, entregándolo a un agente…”. Alejo Carpentier (1974: 181)
Asimismo, el Decreto con Fuerza de Ley Nº 2 confirió la potestad a los Rectores-Delegados para desmembrar institucionalmente a las universidades estatales existentes al año 1981. A raíz de esta “re-estructuración profunda”, las entidades indicadas anteriormente tuvieron que cambiar sus nombres originales; perdieron sus sedes regionales; dividieron sus escuelas, institutos y facultades; disminuyeron sus carreras y programas de pregrado y de postgrado; fragmentaron su cuerpo académico, estudiantil y administrativo. En consecuencia, las actividades propias de estas comunidades universitarias de nuevo fueron intervenidas militarmente…
El recurso del método: “Y luego –serían las cinco- empezó el allanamiento de las casas: policías llovidos del cielo corrían sobre los techos, caían en los patios, entraban en las cocinas, rompían puertas, reptaban bajo las camas, registraban los armarios, volteaban gavetas, abrían baúles, entre llantos de mujeres, griteríos de niños, maldiciones de abuelas –y furia del patriarca, clamante en su sillón de ruedas, y el tísico, apaleado a muerte, por decir que el Primer Magistrado era un hijo de la chingada…. Cayó la noche, entre confusos rumores de arrestos, detenciones, desapariciones de “elementos subversivos”…”. Alejo Carpentier (1974: 182)
Gracias a las iniciativas legislativas de la Dictadura Militar, las universidades estatales se dividieron en universidades derivadas, a fin de “racionalizar” el número de estudiantes matriculados/as en sus programas, carreras, escuelas, institutos y facultades. De este modo, una universidad estatal derivada no puede ocupar el nombre, ni los estatutos de una existente. Por lo que debe estipular un “régimen jurídico propio”, con una respectiva estructura organizacional y con un conjunto de medidas disciplinarias…
Ayer, fue intervención militar y desmembramiento institucional de las universidades chilenas… hoy, es conservación de sus enclaves autoritarios. De ahí que no sea extraño observar, cómo las autoridades colegiadas y unipersonales aún tengan la facultad para sancionar, amonestar, cancelar la matrícula o expulsar a los/as estudiantes universitarios/as por razones disciplinarias-ideológicas… Ni sea raro apreciar, cómo estas casas de estudios superiores sufran sistemáticos y profundos quiebres institucionales, por las medidas de liberalización y concentración del mercado universitario… Como tampoco resulta evidente, cómo los recortes presupuestarios sostenidos en el tiempo sigan reduciéndolas a su mínima expresión…
Por lo tanto, mañana nadie se sorprenderá cuando desaparezca la última universidad del Estado de Chile, el último bastión republicano con una vocación pública…
Por Verónica Alejandra Lizana Muñoz
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