En el contexto del inicio del diálogo nacional, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, exhortó a parar el derramamiento de sangre entre hermanos, como consecuencias de la violencia desatada en las últimas semanas durante las protestas y disturbios en contra del gobierno.
“A todos nosotros nos duelen las muertes (…) la sangre no tiene diferencia, en todos nosotros corre la misma sangre y a todos nosotros nos duele la muerte de un hermano”, expresó el mandatario en la instalación de una mesa de diálogo nacional por la paz.
Ortega aseguró que la Policía tiene órdenes claras de no disparar y enfatizó que el compromiso del gobierno es trabajar, en primer lugar, para que se haga justicia. Somos los primeros interesados de que se haga justicia, subrayó Ortega en torno a las acusaciones de un supuesto uso desmedido de la fuerzas del orden durante las propuestas, con un saldo de muertos y heridos aún por determinar.
«La prueba es que cuando se atacó el cuartel de Masaya, la policía resistió horas y horas y no disparó», afirmó Ortega. «Están sembrando el dolor en las familias nicaragüenses», aseveró. Exhortó a quienes continúan con los bloqueos de vías y carreteras a facilitar y permitir el tránsito de las familias en los pueblos, las cuales se han visto perjudicadas sobremanera por ese tipo de acciones.
El Jefe de Estado aseveró que no hay un solo desaparecido ni un solo preso político y pidió a quienes dicen lo contrario presentar las listas de esas personas.
Inicio del diálogo
El diálogo nacional por la paz en Nicaragua, convocado por el presidente Ortega, comenzó ayer en Managua, con la Conferencia Episcopal en calidad de testigo y mediadora.
Tras casi un mes de violencia, enfrentamientos y vandalismo el Gobierno y distintos sectores de la sociedad se sentaron así a la mesa para tratar de hallar una solución que devuelva la estabilidad y tranquilidad al país. El proceso se inició sobre las 10:00 hora local, en el Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, en Managua.
Al iniciar el diálogo, el arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, leyó un comunicado en el que reiteró la voluntad de la Conferencia Episcopal de servir como mediadores y testigos en el diálogo nacional convocado por el Gobierno».
«Esperamos llegar a acuerdos importantes que se traduzcan en decisiones concretas», expresó Brenes, y llamó evitar todo acto que pueda desencadenar en situaciones de violencia. «La Iglesia es puente, queremos ser puente entre hermanos de una misma nación», afirmó.
El diálogo se instala luego de episodios de violencia promovida por sectores opositores con el fin de desestabilizar la paz en el país. Los disturbios comenzaron el 18 de abril en el marco de una serie de protestas desatadas contra una reforma al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
Sin embargo, la normativa fue derogada por el presidente con el fin de convocar al diálogo y la paz. Pese al llamado al diálogo, los actos vandálicos y violentos continuaron en algunas ciudades del país.