El Coordinador Nacional Programa Ciudades Sustentables de la Fundación Avina, opina sobre el voto programático y otros de la democracia en Chile.
«El voto programático es una herramienta que facilita el control de la ciudadanía sobre las promesas electorales. Consiste en que los candidatos -a alcalde principalmente– inscriban un programa de gobierno local ante la ciudadanía, y obliga a que ese programa inscrito se ejecute durante su periodo. En la práctica, que la ciudadanía pueda monitorear ese programa y, en el caso de que no se esté cumpliendo luego de los dos primeros años, se puede convocar a un plebiscito revocatorio para decidir si el edil sigue o no al mando del municipio. Si es revocado, se llama a nuevas elecciones.», explica el psicólogo Iván Salazar, quien desde su trabajo en Fundación Avina, busca fortalecer los procesos de contraloría ciudadana de los asuntos públicos, liderando esta iniciativa, entre otras, de su maletín para una mejor democracia.
-¿Cómo piensan instalar el voto programático para que deje de ser sólo una idea?
-Primero, hemos elaborado como red de territorios ciudadanos, un texto de ley de Voto Programático que incorpora los principales temas que nos interesa queden consignados, como la revocatoria del mandato y la inscripción de un programa de gobierno local por parte de los candidatos a alcalde. Actualmente, estamos en conversaciones con parlamentarios de las dos principales coaliciones para conseguir que patrocinen e ingresen el proyecto de ley al parlamento para su discusión y aprobación. Por otro lado, tenemos una campaña ciudadana nacional para promover esta iniciativa y buscar adherentes. Nos interesa que la ciudadanía en todo Chile pida a los candidatos a alcalde que inscriban sus candidaturas con un programa muy claro y preciso de lo que van a hacer durante su mandato.
Hoy, los programas de monitoreo de la red están haciendo talleres en siete territorios con dirigentes sociales para dar a conocer esta iniciativa, tenemos una campaña en medios de comunicación local y en las redes sociales, y además, durante enero y febrero se harán encuentros-debates con parlamentarios.
-¿En qué etapa de ese proceso se encuentra y qué actores están participando?
-Ya tenemos un texto de ley en la mano, que fue elaborado por los territorios de la red, con apoyo de un grupo de abogados perteneciente a la Fundación Pulso, con este pre-proyecto de ley, vamos a «matricular» a parlamentarios claves, que representan distintas sensibilidades políticas, para que auspicien y presenten la iniciativa y comprometan todo el apoyo necesario para que podamos tener lo antes posible una ley de voto programático, que considere la revocatoria de mandato por incumplimiento de las promesas electorales. En este proceso están participando protagónicamente los siete territorios de la red nacional, sus organizaciones miembros, Fundación Avina, medios virtuales amigos, y ciudadanos de a pie que se han adherido a la campaña en la página www.redterritoriosciudadanos.cl.
-¿Por qué hoy los representantes electos no cumplen sus promesas de campaña? ¿Tiene algo que ver con la ley de financiamiento de los partidos políticos?
-Tiene que ver con un divorcio entre la soberanía popular y la representación política. Si no hay un claro mandato desde la ciudadanía hacia el mundo político, entonces, los «representantes» pierden la brújula y terminan siendo buzón de otros intereses corporativos. La lógica electoral desatada intenta captar la mayor cantidad de votos a cualquier costo, regalando cosas, prometiendo lo imposible, haciendo favores, mostrándose simpático y cercano. Poco se ve de debate de ideas, de propuestas concretas, de acuerdos sobre las prioridades de la gente. Así las cosas, las elecciones son más un show de ofertas y de imágenes vacías que un momento privilegiado de construcción de futuros posibles entre la ciudadanía y quienes aspiran a representarla.
Por otra parte, no existe sanción al incumplimiento de las promesas electorales, lo que deja el campo abierto para el engaño y la especulación política de los candidatos.
-La democracia no se trata solo de elegir representantes; Rousseau considera que el soberano bajo ningún punto de vista puede delegar o ser sujeto de representación política. ¿Cómo avanzar de una democracia representativa a una democracia más directa?
-Así es, no queremos más una democracia delegativa como la que tenemos, donde dejamos que los otros tomen las de decisiones en forma inconsulta, y la mayoría de las veces, no considerando el interés público como eje de sus acciones. Pero, en los tiempos actuales, ya la pura representación no es suficiente, eso es evidente.
Si tenemos una ciudadanía cada día más madura, informada y comprometida con la cosa pública, entonces podemos tomar el toro por las astas, y ser co-creadores del orden social, económico y político.
Yo crearía más espacios para la deliberación pública, politizaría más a la ciudadanía, para que tenga más claridad de sus deberes y derechos. Crearía más instancias locales de participación. Más poder a las personas para dotarlas de mayor responsabilidad en definir y guiar su destino. Tenemos un problema de concentración, y no solo de la riqueza sino también del poder.
-¿Qué opinas de los plebiscitos ciudadanos comunales? ¿Proliferarán en 2012?
-Veo los plebiscitos como una gran oportunidad para el debate y la deliberación política amplia e inclusiva. Pero por otra parte, lo veo como un mecanismo que llega a hacer su tarea cuando las otras fórmulas de acuerdo han fallado.
Me gusta el plebiscito cuando es el único camino y las demás instancias han fallado, pero no debemos hacer de este instrumento una fórmula recurrente que crea la fantasía de más participación ciudadana. Por sí solo no la logra.
-¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías de la comunicación social en el ejercicio de la ciudadanía?
-Cuando hay sustrato ciudadano, gente activa y en-redada, ganas de poder transformador, las tecnologías ayudan y agilizan. Por sí mismas no son la panacea.
-Sabemos trabajan a la par en una Red de Territorios Ciudadanos (TC); cuéntanos ¿De qué trata ello?
-Como Avina, somos parte y socios de la red de TC que hemos ayudado a construir durante estos últimos tres años. La red coordina iniciativas locales de monitoreo a la calidad de vida de sus ciudades y territorios. Estas iniciativas son animadas por redes o consorcios de organizaciones diversas de la sociedad civil (funcionales, territoriales, empresariales, academia y medios de comunicación). En Chile existen unas nueve experiencias de este tipo que van desde Chiloé a Santiago.
Esta red forma parte de una movida igual en el ámbito continental, en la red latinoamericana por ciudades justas, democráticas y sustentables, donde participan unas 50 ciudades.
-Hay veces que las posiciones que tiene el Gobierno versus la de los privados y la ciudadanía son irreconciliables; en ese contexto ¿Qué importancia observas en el avanzar hacia un nuevo pacto social, político y económico para el país, mediante una Asamblea Constituyente donde todas las fuerzas sociales tengan voz y voto?
-La gracia de cualquier sistema verdaderamente democrático es que tiene la capacidad de fundar su propio orden. Si el orden actual no fue fundado por nosotros -me refiero a la Constitución del ’80-, entonces necesitamos cambiarlo y crear uno nuevo.
Viendo las experiencias colombiana, ecuatoriana y otras del continente, creo que muestran que los procesos constituyentes, con bases amplias de participación, permiten pactos sociales de amplio consenso. Generan apropiación de lo construido, y un compromiso por defender esas bases institucionales.
No hacerlo en Chile nos va a agudizar la crisis de legitimidad que estamos viviendo en el sistema político, social y económico que hemos heredado.
Hay que tener coraje para avanzar en una nueva carta fundamental y en una asamblea constituyente que restaure el sentido de soberanía popular que tanto requerimos hoy.
Por Bruno Sommer Catalán
El Ciudadano Nº117, primera quincena enero 2012