Un portón en Ovejería fue la primera intervención que Mañuco y Lis pintaron en un barrio de Osorno. Eso fue en 2009. Antes había maquetas, collages y algunas animaciones, pero fue en ese momento cuando dieron vida a Grupo Respeto, un dúo que se mueve en los difusos y abiertos márgenes del arte callejero y los fanzines.
«Escogimos este nombre porque el respeto para nosotros es fundamental para conservar las buenas relaciones. Si todos consideráramos el respeto no habría sexismo, racismo u otros tipos de discriminación nacida del poder”, explican desde Osorno, ciudad de la Región Los Lagos.
Sobre su actividad, explican que parte de la reunión de dos improntas muy distintas que se complementan y potencian entre sí, como se refleja en la serie «Retratos Híbridos«.
“Aquí cada uno hizo una parte de un dibujo y luego los marcos con restos de papel, usamos cartulinas flúor y escarcha, plumones, lo que encontrábamos a mano. Igual que cuando hicimos las cajas; usamos unas cajas de zapato que estaban tiradas para darle volumen a nuestros dibujos. Así utilizamos otro plano: el suelo. Nos da un poco de lata desprendernos de lo que hacemos y dejarlo en la calle, nos sentamos a mirar que hacen las personas cuando ven lo que hacemos”, añaden.
“Lo que hacemos se basa en el respeto, en aceptar nuestras diferencias (de género, de impronta, temática, gustos. En aceptarnos como somos), se basa en nuestras experiencias, en lo que estemos pegados en el momento, en lo que nos rodea”, afirman.
-A propósito, ¿cómo es su vida por Osorno?
-La vida en Osorno es tranquila. Es más rápida, pero se ve más lenta. Como las distancias son más cortas que en ciudades más grandes puedes aprovechar mejor el tiempo. Recorrer más. Se vive con calma, es una ciudad más. Al final las ciudades son como uno las vive no más….
-La vida en el sur y en provincia, en general, es muy idealizada…
-Llueve mucho y en invierno hay mucha contaminación. Hay muchas farmacias y casi nada de ciclovías. Es una ciudad muy clasista marcada por ese síndrome de patrón de fundo que tiene una parte de la gente que vive aquí. Se ve harto huaso bruto latinfundista… Hay grupos súper marcados y cerrados en Osorno. Están las viejujas de los Museos de Artes Visuales, donde llegas y ven tus dibujos, te miran con una sonrisita y te preguntan tu apellido, quienes son tus papás, tus abuelos, donde estudiaste y depende lo que les digas les cambia la cara y te miran con cara de asco.
Igual nos da lo mismo porque no estamos ni ahí con sus salas, pero nos cae mal la actitud clasista que tienen, sobretodo cuando se autoproclaman de izquierda.
-¿Y cosas buenas?
-Claro, también hay muchas cosas buenas. Y bonitas. Por ejemplo, el mercado municipal y los parques. Hay diversidad, se ve harto punk, metalero, harto graffiti. Gente que hace música, malabarismo. No es una ciudad muerta. En los bares (hartos y muy baratos) te dan la mano para exponer, aunque hay ahueonaos que te roban los cuadros. Está la Sala de Rahue, que te la prestan altiro. Hay mucha gente haciendo cosas, pero no se por qué no se visibiliza tanto como en otras ciudades. Acá son todos del ander parece. Por ejemplo, el otro día se hizo el encuentro de graffiti “Décima Estación” y todo el verano pintamos.
– ¿Y cómo ha sido el desarrollo del graffiti?
-En cuanto al grafiti el nivel de Osorno es súper bueno, considerando además que la lluvia nos frena igual a la hora de pintar o pegar posters. De arte urbano no hemos visto mucho, más grafiti. Lo bueno del panorama del sur es que hay mucha gente pintando. PSB en Valdivia con buen recorte, los realismos del Fasone, los detalles de los monos del Yeges en Osorno y el DAES hace unas letras letales en Puerto (Montt). En Osorno se está pintando harto, se han hecho encuentros y hay calles llenas de graffitis.
-¿Qué recuerdan de los primeros tiempos interviniendo en la calle?
-Una vez con la chaqueta de Mañuco (que ya estaba a punto de deshacerse) hicimos un CueroLibertario, con cartulina le hicimos dientes, garras y orejas y lo dejamos sobre el Toro que está en la Plaza de Osorno.
Cuando Mañuco se acordó que podía hacer máscaras de papel maché se pegó e hizo muchas. Muchas. Así que salimos a dejarlas en la calle y yo (Lis) les hacía cuerpo o algo. Así nació la serie «EstamosPeroNosFuimos» que alude al vacío y la ausencia, por todos quienes están lejos de nosotros, no necesariamente porque estén muertos, sino porque hay una fuerza externa que los mantiene apartados.
-¿Qué es para ustedes eso de «street art»?
-Primero que todo no nos sentimos con el derecho o con los conocimientos para dar una definición, pero nosotros lo vemos como algo súper libre, por algo es un fenómeno y no un grupo reducido con manifiestos, o como los movimientos. Son manifestaciones de miles de personas, con miles de técnicas, estilos y temáticas.
En una ocasión le dije a un profesor que quería hacer la bandera de Chile toda arañada y pintada bien gestualmente y me dijo que no era ético y que el arte tiene que representar las cosas poéticamente y posteriormente dijo «Eso déjalo para la calle”, y me di cuenta que la calle tiene cabida para todo y da licencias que todas las personas puedan llegar a hacer lo que quieran sin tener estudios académicos, ni saber pintar, ni saber dibujar. Como un viejito de acá de Osorno, que escribe sobre los afiches que encuentra pegados en la calle. Escribe tremendos textos ilegibles. Eso también es arte urbano. Además creemos que tiene una identidad de clase que nos acomoda. Nunca hemos conocido un cuico en esto y nunca hemos pintado en un barrio burgués.
NO NOS INTERESA VIVIR DE LO QUE HACEMOS EN LA CALLE
-El zine llamado “El aburrimiento I” me recuerda aquella frase situacionista que decía algo así como no queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre supone el riesgo de morir de aburrimiento. ¿Qué les evoca esta idea?
-Esa frase nos evoca el concepto del trabajo asalariado. Tener que pasar ocho horas (por lo bajo) sentado en el mismo lugar, o haciendo cosas que no te hagan sentir nada, de manera mecánica, tener que soportar que un hueón te venga a empapelar a garabatos porque se le antoja y aguantar todo solo porque necesitas la plata para pagar créditos universitarios, o porque quieres ayudar a tus papás, o porque fuiste mamá y papá y no puedes dejar a tu hijo o hija botado. Perder tanto tiempo de hacer cosas, experimentar, aburrirse, intentar cosas. Todo porque necesitas las lucas y no queda otra no más.
No nos interesa vivir de lo que hacemos en la calle. Buscar una forma de hacerlo rentable es a la vez volverlo tedioso y no querer dibujar o pintar nunca más. Es un espacio que guardamos para ser felices. Si tuviéramos que elegir no trabajaríamos.
-Revisando su flickr encontré intervenciones que hacen referencia a las movilizaciones del año pasado. ¿Creen que la gente que hace “arte” tiene algún rol distinto al resto en la movilización social?
-El arte tiene un rol diferente dentro del movimiento social, así como es diferente el rol del periodista, del fotógrafo o de los dirigentes de los centros de alumnos. El rol de quienes hacen arte, en este caso «arte urbano», es dejar registro visual desde una perspectiva privada y subjetiva de lo que estamos viviendo, de lo que está pasando en Chile hoy. Es un lenguaje diferente de expresar la rabia que sentimos. De todos modos, creemos que el rol más importante dentro del movimiento social es de quienes salen a la calle a manifestarse y luchar, de manera directa y frontal. No se nos puede pedir no ser violentos, cuando somos pasados a llevar a diario. Como no vamos a tener rabia. Por eso vemos también el rol del encapuchado, que es otro rol, que es importante, porque se atreve a atacar a la autoridad representada por los pacos.
-¿Qué les parece la separación entre arte (o estética) y política?
-El arte separado de la política corresponde por una diferencia evidente (problematizando el soporte de una obra o una paleta de color no vas a hacer política o un cambio social). Esto no quita la responsabilidad que tiene el artista de decir algo, aunque sepa que con su pintura no va a cambiar el mundo. No puedes pretender hacer política, generar un cambio con una obra. Si quieres hacer política tienes que salir a la calle y tirar piedras a un banco.
– En el “nerumo 3” hay una ilustración que dice “ni ahí con Jeimson, Vangó y Warjol”. Más allá de las conjeturas que uno pueda hacer sobre esa sentencia, ¿Cuál es la intención detrás de esa expresión?
-Retomando el tema de la obligatoriedad del trabajo, sucedió que Mañuco estaba haciendo un trabajo sobre Estudios Posmodernos de (Frederic) Jameson y era una lata. Nunca fue buen estudiante, flojo, irresponsable y no estaba ni ahí con Warhol. Encuentra que es ahueonao estudiar sobre cosas tan alejadas de nuestro contexto. Escribió eso en el zine porque en un texto de Foucalt hablaban sobre el caligrama de Magritte que aluda a la escritura (el de la pipa). De ahí que escribiera mal Yeimson, Warjol y Vangó. Dibujé las zapatillas porque Jameson habla sobre los diferentes modos de representación de los zapatos, los que Van Gogh representa de una forma política, para Warhol son fetiche del consumismo.
– En el mismo número otra gráfica tiene un animal que dice “soy flojo”. ¿Reivindican el derecho a la pereza?
-Sí, absolutamente. La pereza es la oportunidad de elegir Cuando hacer las cosas que te gustan por el placer de hacerlas. Creemos que la pereza es una condición inherente al animal humano que se reprime y anula para el éxito del sistema. Ser un winner, un papá zorrón para ir a la playitz con las minitz, que te vaya bien en la u y no echarte ramos. Después tener una «buena pega». Trabajar mucho para poder comprar mucho.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano