Desde este miércoles que se hizo efectiva la huelga del Sindicato Nacional Jumbo que agrupa a cerca de 1.900 trabajadores ubicados en los locales Bilbao, Maipú, San Miguel, Ñuñoa, La Dehesa y Alto Las Condes.
Se trata de la primera huelga legal que enfrenta la cadena de supermercados, propiedad del ciudadano chileno-alemán Horst Paulmann, aunque ya antes el sindicato había realizado movilizaciones parciales en algunos locales como Jumbo Bilbao en 2009 por incumplimientos del contrato colectivo.
Para la investigadora del área de Sindicatos y Negociación Colectiva de la Fundación SOL, Valentina Doniez, “la realidad de esta cadena es un fiel reflejo de los altos niveles de desigualdad del país: mientras los nuevos trabajadores ingresan ganando el sueldo mínimo y el 91% del sindicato gana menos de $350 mil pesos, los altos ejecutivos ganan más de 12 millones y Horst Paulmann es el tercer chileno más rico del país.”
“Cada vez que se discute a nivel país el tope del salario mínimo, se deja de lado a las grandes empresas, ya que éstas supuestamente pagarían honorarios más altos, pero aquí hay un ejemplo concreto de cómo éstas lo utilizan y no tienen la voluntad de tener un sueldo mínimo que esté en consonancia con las altísimas ganancias que obtienen.”
En el contexto de la tercera negociación colectiva de este sindicato, Doniez explica: “el estilo de negociación de los ejecutivos es muy duro y busca a toda costa imponer su modelo. Hoy, por ejemplo, la empresa se cierra a aumentar a $1.500 el sueldo por hora para los part-time y a $215 mil para los de tiempo completo, también a incorporar un bono que reconozca la antigüedad. Es difícil hablar así de que exista una verdadera negociación entre las partes.”
Según la información de la empresa, en 2011 obtuvo utilidades por US550 millones y los ingresos de explotación de los supermercados crecieron un 25%. “Un holding con este nivel de utilidades, aunque crezca, no está traduciéndolo en mejoras para sus trabajadores. Si no lo hacen estas empresas entonces ¿Quiénes lo van a hacer?” plantea la investigadora de Fundación SOL.
“Es muy importante evidenciar que, además de los problemas estructurales de desigualdad, tenemos una institucionalidad laboral insuficiente y que a nivel comparado está a años luz de los tratados internacionales que nuestro país a suscrito con organismos como la OIT. En la práctica no existe derecho a huelga. El empleador tiene todo el poder en sus manos ya que puede reemplazar trabajadores y puede tomar todas las medidas para volver impotente al sindicato. En este contexto es muy difícil que existan relaciones laborales más equilibradas y que estos trabajadores puedan cambiar su situación”- señala Doniez.
El Ciudadano
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