La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) será presidida por primera vez en la historia por una mujer latinoamericana, puesto que será decidido este martes 5 de junio entre la canciller de Ecuador, María Fernanda Espinosa, y la ministra de Exteriores de Honduras, Mary Elizabeth Flores.
Se tiene previsto que la elección para ocupar el principal puesto del órgano que representa a los 193 miembros del organismo multilateral, se dará mediante votos y en base a un diálogo informal en el que las candidatas tuvieron que presentar su programa y visión al resto de los estados miembro y representantes de la sociedad civil.
Quien resulte electa, dará relevo en septiembre al actual presidente, el eslovaco Miroslav Lajcak, cargo que se renueva anualmente, pero con la particularidad que para este año los países de América Latina y el Caribe eran los elegibles.
No es la primera vez que una mujer asumirá la presidencia de la Asamblea, pero de forma insólita la presidencia número 73 tendrá a una mujer latina al frente por primera vez, quien seguirá a la india Vijaya Lakshmi Pandit (en 1953), la liberiana Angie Brooks (en 1969) y a Sheikha Haya Rashed Al-Khalifa de Bahrain (en 2006).
Planteamientos de las candidatas
Desde el pasado 24 de mayo, la canciller ecuatoriana de 53 años centró su candidatura en la lucha de su país en el ámbito de los derechos humanos, la justicia, la migración y los refugiados, mostrándose a favor del desarrollo sostenible y de las personas discapacitadas.
Sobre su visión de la Asamblea General, Espinosa consideró que esta debe renovarse para dar una respuesta más rápida a las situaciones de crisis. Por lo que debería ser un espacio de “puertas abiertas”, para poder lograr los objetivos de su carta fundacional.
Por su parte, la abogada y ministra hondureña de 44 años dijo que su mayor deseo es cumplir con los objetivos marcados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. “Llegó el momento de actuar para consolidar una paz y una prosperidad transgeneracional”, afirmó.
Arguyó que es el momento de reforzar el papel de la Asamblea General como foro global que afronta retos comunes: “Se trata de lograr un equilibrio entre las necesidades de las generaciones presentes y las futuras”.
La misión del presidente es dirigir debates sobre temas como la reforma de la ONU o el mantenimiento de la paz, pasando por políticas de género, el cambio climático o las desigualdades económicas.