Este lunes, la Policía Nacional (PN) de Nicaragua en la ciudad de Masaya (a 27 kilómetros de la capital, Managua) denunció un ataque a la dependencia de esta fuerza, suceso que dejó a un oficial muerto y otro herido.
Dentro del conteo de víctimas mortales tras los actos violentos también se encuentra un bebé recién nacido, fallecido en una tranca en el municipio Mulukukú. Según el informe médico, la madre estaba en trabajo de parto y no pudo atenderse a tiempo, mientras que el bebé, que necesitaba suministro de óxigeno, no pudo recibirlo oportunamente.
Más violencia
La PN también reportó que un grupo de delincuentes incendió la casa del combatiente del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Artilio Moraga, de 71 años, y, además, destruyó la panadería que era el negocio de la familia.
El informe ofrecido por la fuerza de seguridad nacional reveló que, en total, se registraron 4 personas fallecidas este fin semana y otras 32 resultaron heridas, entre ellos, 8 agentes de seguridad.
El pueblo quiere paz
El Gobierno y el pueblo de Nicaragua desean retomar la paz en el país y este fin de semana promovieron caminatas y caravanas por la reconciliación en las localidades de Chinandega, Ocotal y El Triángulo Minero.
Lamentablemente, los actos violentos que crean tensión y conflicto en el pueblo nicaragüense fueron organizados por universidades privadas y por la oposición al gobierno de Daniel Ortega, usando como detonante y pretexto la reforma del Seguro Social. Sin embargo, se derogó la mencionada reforma y la violencia se mantiene con una oposición que se niega al diálogo.
La Iglesia aboga por el diálogo
Este domingo, el papa Francisco reiteró su llamado a poner fin a la situación de violencia por la que atraviesa Nicaragua y recordó que “la Iglesia está siempre del lado del diálogo”.
Días atrás, se hizo pública una misiva que enviara el pontífice al presidente Daniel Ortega, en la que insta al diálogo entre el gobierno y los diversos sectores opositores, con el fin de encontrar “soluciones justas y solidarias” a los problemas sociales del país. Así lo indicó la primera dama, Rosario Murillo, a medios nacionales.
En la carta, con fecha del 11 de mayo, el Sumo Pontífice rechaza “toda cerrazón y violencia que contribuyen solo a multiplicar la división y el sufrimiento”.