España amenaza, el Gobierno argentino amaga, las provincias del Sur reclaman…. ¿Qué hay detrás de la telenovela de Repsol – YPF? Pues una historia de privatizaciones, entrega de la soberanía energética e intereses privados para ordeñar con velocidad las limitadas reservar de hidrocarburos de Argentina.
Hubo un tiempo en que las naciones tenían empresas propias. Era una estrategia de soberanía y de autoabastecimiento en muchas áreas. Pero llegaron los ochenta y las tesis de la “imprescindible” privatización de las corporaciones estatales. Y en los noventa, el llamado Consenso de Washington (1989) terminó de apuntalar este vaciado de los estados en el Sur Global. De hecho, fue en 1987 que el gobierno “socialista” español convirtió la estatal Instituto Nacional de Hidrocarburos en la sociedad anónima Repsol, una empresa que era fuerte en distribución y comercialización y casi nada de exploración.
A 9.655 kilómetros de Madrid, en Buenos Aires, Carlos Menem subastaba el Estado argentino y privatizaba hasta el aire. Hasta ese momento, Estados Unidos era el país con mayor Inversión Extranjera Directa (IED) en el país del Sur, pero las privatizaciones hicieron a España comenzar una reconolización económica que la llevaría al primer lugar en IED. Aerolíneas Argentinas, Entel (la Empresa Nacional de Telecomunicaciones), el sector eléctrico, el Banco de Crédito… Las empresas españolas cayeron en la subasta y se quedaron con algunas de las mejores piezas, pero invirtiendo poco. Es decir, utilizaban las propias empresas compradas para pagar sus deudas (en algunos casos nunca las pagaron, como en casos tan oscuros como el de Aerolíneas). Algunos ejemplos: Iberia compró Aerolíneas por 1.860 millones de dólares pero su compromiso de pago en efectivo sólo era de 260 millones. Mejor lo tuvo Telefónica que firmó la compra por 2.834 millones pero sólo desembolsó 114 millones. Según el estudio de María Luisa Bordón sobre Argentina para el Observatorio de las Multinacionales en América Latina (OMAL), la IED española era muy limitada y las compras se hacían emitiendo deuda de las propias empresas adquiridas.
Menem, las privatizaciones y la reconquista
Un negocio redondo. Especialmente, si se es una empresa como Repsol, con una carencia grave en la explotación y extracción de hidrocarburos que la ponía en condiciones de inferioridad en el mercado internacional. Así que Repsol llegó a Argentina cuando Carlos Menem (1989-1999) estaba terminando el trabajo sucio. Las caóticas reformas legales que introdujo la Administración Menem convirtieron a YPF en una sociedad anónima en 1990 y el proceso de privatización legal de la compañía estatal se concreta con la Ley 24.145 de 1992. El acercamiento de Repsol a Argentina se produce en 1996. En ese momento compra el 100% de diversas compañías del sector (Astra, Pluspetrol, Mexpetrol, EG3, Algas o Poligas) y participaciones en otras (como Refisan o Parafinas del Plata). Para ese momento, YPF había despedido, entre 1990 y 1997, a 34.917 empleados, y el Estado, en el proceso privatizador, había asumido todas las deudas de la compañía. Limpio el paquete, a finales del 98 Repsol compró un 5,01% de las acciones del Estado argentino en YPF y a principios de 1999 adquirió el 14,99% restante. La operación desembarco culminó en julio de 1999 cuando la multinacional española se quedó con el 55% de las acciones que estaban en manos privadas y el 11% que estaba en manos de los gobiernos provinciales. En total 15.168 millones de dólares en una megaoperación que no era inocente.
Repsol dio un vuelco a sus operaciones, subiendo de manera brutal el porcentaje del negocio en exploración y explotación. El problema, y una de las razones por la que se ha llegado a esta crisis, es que en ese momento las reservas de crudo argentino se estimaban en unos 15 años y Repsol sólo ha vaciado los pozos y maximizado ganancias exportando la mayoría del petróleo. De ahí las acusaciones de las provincias petroleras (asociadas en la Organización Federal de los Estados Productores de Hidrocarburos –Ofephi-: Formosa, Jujuy, Salta. Mendoza, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra de Fuego) de que Repsol no ha reinvertido casi en las zonas de explotación, y de la amenaza que supone para la soberanía energética y el abastecimiento la posición dominante de los españoles (que controlan un 37% de las reservas del país y un 55% del mercado de combustible).
El vaciado de YPF, negocio a varias bandas
La operación de Repsol en Argentina, decía el investigador Augusto Cervo, sería similar a la de Aerolíneas: un trampolín al que luego de utilizarlo se abandona en mal estado. De hecho, la multinacional había iniciado un proceso para soltar parte de su paquete accionarial y de sus operaciones. Primero con Petrobras, la compañía brasileña a la que cedió dos refinerías y 700 estaciones de servicio en 2001. Después con Grupo Petersen (Familia Eskenazi), muy cercano en ese momento a Néstor y Cristina Kirchner, al que ha vendido en diversas operaciones un 26% de las acciones de YPF. Ahora, Repsol controla el 57% de la compañía.
La senadora María Eugenia Estenssoro, hija del último director de YPF antes de que la comprara Repsol, es muy crítica del Gobierno y de Repsol, por haber vaciado YPF. Fue durísima con Menem por regalar “un activo estratégico del país” y ahora lo es con lo ocurrido en los últimos años: “(…)El contrato societario firmado por Repsol y el Grupo Eskenazi el 21 de febrero de 2008 -publicado desde entonces en la página de la Comisión Nacional de Valores (CNV)- obliga a los accionistas a distribuir el 90% de las utilidades anuales, cuando lo usual es el 25 por ciento. Este mecanismo permitió que ‘el amigo argentino’ [Eskenazi] comprara su parte en la empresa con los dividendos de la propia compañía. (…) Pregunto: si se acordó retirar prácticamente el total de las ganancias cada año, ¿con qué dinero se esperaba financiar la reposición de reservas y la ampliación de la producción? Repsol aceptó el acuerdo sin protestar, porque así emprendía la retirada con los bolsillos llenos y silbando bajito. Además, esta práctica depredadora la utilizó en la Argentina desde el inicio. Entre 2003 y 2007 repatrió el 97% de las utilidades de la empresa. Toda esta información está en los balances públicos”.
A esto hay que sumar que Repsol tiene denuncias por daños ambientales sobre unos 900.000 kilómetros cuadrados en diversas provincias argentinas y que el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, recibió una retribución por el desempeño de su cargo de 7,08 millones de euros en 2011. En total, el conjunto del consejo de administración recibió 16,3 millones de euros, frente a los 11 millones del ejercicio anterior.
Según Estenssoro, los Eskenazi hicieron un negocio Redondo y Repsol, otro mayor: “Repsol, además, aprovechó la euforia generada por la «argentinización», para separar los activos del holding español de los de la petrolera estrictamente argentina. En el proceso, se quedó con todos los yacimientos que YPF había comprado en los 90 en Brasil, Perú, Ecuador, Estados Unidos, Indonesia y Rusia, cuando era una multinacional argentina controlada por el Estado nacional. Esos yacimientos hoy valen una fortuna, porque los compró a US$ 20 el barril de crudo, que hoy está a US$ 100”.
Loma La Lata
Por si faltara algo a este cóctel de medias verdades y negocios redondos, en noviembre de 2011, Repsol YPF descubrió un yacimiento petrolero y gasístico enorme, con bolsas de hasta 900 kilómetros, en Loma La Lata, provincia de Neuquén. Una buena noticia para Repsol, pero que Argentina no celebró tanto. La multinacional ha tenido una política de exportar no sólo petróleo y gas, sino también los dividendos. Mientras, las malas leyes de privatización y las precarias regalías que dejan las multinacionales energéticas han provocado que Argentina, país técnicamente exportador de petróleo, haya incrementado la importación de combustible un 1.618% entre 2003 y 2011. Algunos medios enfrentados con el Gobierno de Cristina Fernández, como Clarín, la acusan de haber mantenido una mala política energética. Lo cierto es que el desmonte estatal de los noventa todavía tiene graves repercusiones en la economía y en la soberanía del país.
La cancelación de 15 licencias a Repsol en varias de las provincias de la Ofephi y la presión del Gobierno puede responder a agendas políticas. Sin embargo, la historia real de Repsol en Argentina, al igual que la de Telefónica, Gas Natural, Endesa o Iberdrola, se asemeja más a la de los piratas que a la de unos aliados. Ahora, el Gobierno de derecha Español agita las banderas nacionalistas para defender a una empresa privada y airea los famosos argumentos de la seguridad jurídica para proteger el robo a gran escala que se ha producido en estos últimos 14 años.
Por Paco Gómez Nadal
Publicado en Otramérica