Proyecto Alto Maipo: Si el río suena…

Pese a la estridencia del río y lo turbio de la trama, el proyecto que pretende entubar el río Maipo y reducir su caudal en gran parte de su lecho transcurre ajeno de las preocupaciones públicas

Proyecto Alto Maipo: Si el río suena…

Autor: Wari

Pese a la estridencia del río y lo turbio de la trama, el proyecto que pretende entubar el río Maipo y reducir su caudal en gran parte de su lecho transcurre ajeno de las preocupaciones públicas. Permisos que violan la ley de bosque nativo, acuerdos secretos con el agua de Santiago, amenazas al turismo del valle, deforestación y el eventual recorte del caudal del río, son las tramas de una película censurada en televisión. Si el río suena, es que algo trae.

Una línea de cal cruzaba un bosque de peumos, boyenes, litres y quillayes a comienzos de febrero, en un sector del camino al Alfalfal, en el Cajón del Maipo. Las especies que quedaron a un lado de la raya se salvarían; las otras serían arrasadas por la retroexcavadora que daba inicio a las faenas del proyecto hidroeléctrico Alto Maipo. A pocos kilómetros de la capital, la intervención de la cuenca de uno de los ríos más concurridos de la zona central pasó sus tres años de tramitación absolutamente invisibilizado por la gran mayoría de los medios de comunicación masiva.

El proyecto es desarrollado por AES Gener, empresa estadounidense de AES Corporation, la misma que hizo fuerte lobby para conseguir la aprobación de la termoeléctrica Campiche en Puchuncaví. Contempla introducir los tres afluentes del río Maipo -los ríos El Yeso, El Volcán y el Colorado– en un túnel de 67 kilómetros.

Si se concreta el proyecto, el túnel pasará por debajo del Parque Nacional El Morado e irá a devolver las aguas al río a la altura de El Manzano. Según los vecinos del sector, existe posibilidad de que los ríos Yeso, Colorado y Tres Esteros queden secos o con un mínimo caudal, debido a que el proyecto entubaría el 80% del caudal de agua de éstos.

Para que la central funcione, tendrán que haber dos millones de metros cúbicos de agua, o sea, el equivalente a tres veces el Estadio Nacional llenos, dentro del túnel. La inversión considerada es de 700 millones de dólares, cifra que incluye el túnel y habilitar las centrales Alfalfal II y Las Lajas. Si bien se dice que en su conjunto aportarían 531 MW al Sistema Interconectado Central, el promedio del caudal mensual que lleva el río permitiría que sólo aporte 128,61 MW.

AES Gener dice que usará “máquinas tuneleras para la construcción del túnel El Volcán, en el sector norte del Monumento Natural, lo que evita el uso de explosivos”, y que de los 67 kilómetros de túnel, sólo 14 cruzarán el cordón cordillerano entre los valles del río El Volcán y el río El Yeso.

“Aproximadamente cinco kilómetros de este túnel se desarrollarán bajo el límite oriente del Parque Natural El Morado, aproximadamente a mil metros de profundidad bajo la superficie, por lo que su construcción y posterior operación no generarán impacto ambiental alguno en el parque”, señala la empresa.

DEFORESTACIÓN Y SEQUÍA

En septiembre de 2011 se iniciaron las faenas previas a la construcción del túnel, las que contemplan habilitar caminos, líneas eléctricas que alimenten las faenas y sitios de acopio. La obra contempla el talaje de 31 hectáreas, lo que afecta a dos mil olivillos y 500 guayacanes, especies en peligro de extinción. En febrero ya se talaron unas seis hectáreas en el camino al Alfalfal, aunque la empresa se comprometió a reforestar 36 hectáreas, en su mayoría con las especies frangel y olivillo.

Además de la deforestación del bosque cordillerano, hay serios reparos respecto de cómo el proyecto incide en la sequía de la cuenca. A principios de marzo, el embalse El Yeso, principal reserva de agua potable de Santiago, tenía un déficit de 45,4 por ciento. El propio ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, reconoció que el agua embalsada asegura el suministro de agua sólo hasta octubre.

Marcela Mella Ortiz, de la Coordinadora Ciudadana Ríos del Maipo, sostiene que Alto Maipo pone en riesgo la desertificación de 100 mil hectáreas, incluyendo lagunas y glaciares, que dependen de la hoya hidrográfica del río Maipo, y que abastece de agua potable al 80 por ciento de los habitantes de la Región Metropolitana, a 120 mil hectáreas del Valle del Maipo así como a otras diez comunas del Gran Santiago.

AES Gener niega que Alto Maipo influya en el comportamiento hidrológico de la cuenca del río Maipo y afirma que el caudal disminuirá sólo en un 14 por ciento en el tramo entre San Gabriel a Guayacán. La empresa enfatiza que “ningún cauce se secará por impacto o acción del proyecto Alto Maipo. Tanto durante la construcción del proyecto, como después en su operación, el río Maipo y las actividades económicas y turísticas que en él se realizan no se verán afectadas”.

Distinta es la opinión de Rodrigo Weisner, ex director general de Aguas y abogado de la Coordinadora de Defensa del río Maipo, para quien una disminución del flujo del río en un 14% implica “mucha menos agua y como es una central de paso y no tienen embalse, la regulación del río se hará en los 67 kilómetros de túneles. Ellos se refieren a una única medición del caudal del río, pero el Maipo lleva caudales distintos, además que la fluctuación es de un 14 por ciento hacia arriba”.

En el río Maipo se teme que ocurra algo similar a lo que pasa en el río Tinguiririca, cuyos regantes acusan un descenso significativo en las aguas desde que comenzaron a funcionar las centrales de pasada La Higuera y La Confluencia. Unas 90 mil hectáreas de cultivos aledañas a la cuenca están afectadas por centrales que producen sólo 155 MW.

Weisner también llama la atención respecto del fenómeno de ‘rechazo de carga’, que ocurre cuando en un apagón las líneas no pueden transmitir energía. “Esto provocaría que como pasa el agua por las turbinas en varios kilómetros, se dejaría al río sin agua por unas cinco u ocho horas, que es el tiempo en que se regulariza el proceso después del apagón”.

Para evitar esto se hacen contraembalses, lo que implicaría una modificación radical al proyecto y un nuevo Estudio de Impacto Ambiental.

Si bien la empresa asegura que los regantes de la cuenca siempre dispondrán del 100 por ciento del caudal, debido a que la restitución de los caudales utilizados por el proyecto ocurre aguas arriba de sus bocatomas, Weisner aclara que “además del problema del ‘rechazo de carga’, el caudal del río trae sedimentos y rocas, los que influyen en el nivel del río. Como para usar el agua las turbinas requieren que ésta no traiga sedimentos, lo cual implica bajar sustancialmente el caudal del río. Eso provocaría que pierda altura y que las bocatomas para regantes puedan quedar metros arriba del río”.

Weisner advierte que basta con que un caudal de un río baje 20 centímetros para que en las bocatomas no entre agua. Así ocurrió en el río Mapocho hace unos años por extracción de áridos, lo que dejó a algunos canales de la comuna de María Pinto sin agua. No en vano, los agricultores aguas abajo se oponen al proyecto.

Aunque la resolución ambiental para Alto Maipo se aprobó con esta exigencia, no se sabe si AES Gener entregó algún estudio para mitigar este impacto ambiental que se deriva de su proyecto.

LAS INSTITUCIONES FUNCIONAN

Alto Maipo obtuvo en marzo de 2009 la resolución de calificación ambiental y el 20 de septiembre de 2011 el permiso para la construcción de la obra hidráulica de parte de la Dirección General de Aguas (DGA). Ambos permisos son impugnados por los defensores del río.

El permiso dado por la DGA es impugnado debido a que el director de dicha repartición pública, Matías Desmadryl, antes de llegar al cargo fue funcionario de la empresa sanitaria Aguas Andinas. Si bien se inhabilitó al momento de firmar el permiso, el fiscal subrogante que firmó depende directamente de su venia.

Alto Maipo entró a tramitación ambiental en 2007 y consiguió la aprobación hace tres años, pese a algunas irregularidades en los permisos. Así ocurrió en marzo de 2009, cuando la representante de la Región Metropolitana de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), María Teresa Latorre, denunció presiones de parte de Catalina Bau, directora ejecutiva de la Conaf, quien le envió instrucciones para que Latorre otorgara el permiso sectorial PAS 102 al proyecto de AES Gener, que era rechazado por la Conaf debido a que violaba la ley de bosque nativo, pues se talaban especies en peligro de extinción.

A Latorre no le quedó otra que dejar constancia de las presiones sufridas, comunicando que su repartición “mantiene el pronunciamiento técnico y legal enviado”, el que no otorgaba el permiso al proyecto. Luego agregó que “si bien esta dirección regional difiere del pronunciamiento de la Oficina Central (…) esta dirección siguió las instrucciones emanadas de esa dirección ejecutiva, las cuales quedaron contenidas en el Ord. Nº 63 del 13 de marzo de 2009 enviado a la Conama Comisión Nacional de Medio Ambiente– RM”.

Pese a que la Contraloría sometió a proceso disciplinario a Catalina Bau por “eventuales infracciones administrativas con ocasión de los otorgamientos de los permisos ambientales”, en enero de 2010, el dictamen final dictó que la resolución se ajustó a derecho debido a que Bau emitió sus órdenes “dentro del ámbito de sus competencias”.

El permiso ambiental fue revisado por dos comisiones investigadoras de la Cámara de Diputados, las que concluyeron que el proyecto fue aprobado con irregularidades por la Conama Metropolitana. Una que duró 11 meses y que recibió en audiencia a representantes de organizaciones sociales y funcionarios públicos involucrados en la evaluación ambiental del proyecto, concluyó que “existían antecedentes suficientes que demostraban que no debía haberse aprobado este proyecto en las condiciones en que se presentó”.

Cuando Bau fue citada a la comisión investigadora de la Cámara, ella justificó la instrucción dada a Latorre diciendo que “esto pasa porque no tenemos el personal capacitado para esto (…) Evidentemente la presión sobre esa funcionaria es mucha porque no tiene la capacidad técnica para hacer todo el análisis”.

Gajes del oficio o las instituciones no funcionan, nadie lo sabe, lo cierto es que Bau llevaba ya 13 años en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (Seia), y había evaluado más de 750 proyectos.

UN ACUERDO TURBIO

Si bien en un principio Aguas Andinas, empresa que suministra el servicio de agua potable a la Región Metropolitana y tiene los derechos de agua del río Maipo, se opuso al proyecto hidroeléctrico, un acuerdo secreto con AES Gener permite a la eléctrica usar durante 40 años los derechos de agua que la sanitaria tiene para producir agua potable en la central Alto Maipo.

Los defensores del río Maipo pidieron una copia del contrato firmado entre Aguas Andina y AES Gener a la Superintendencia de Servicios Sanitarios, pero como la repartición negó el acceso a dicho documento, interpusieron un recurso de amparo ante el Consejo para la Transparencia. “Que el contrato sea secreto retrata muy bien los intereses oscuros que hay acá. Si no quiero mostrar algo, quiere decir que no va a ser de acuerdo a la ley”, sostiene Weisner.

AES Gener responde que “el acuerdo con Aguas Andinas es un convenio privado sujeto a cláusulas de confidencialidad usuales para este tipo de documentos. No es secreto por nada en especial. Constituye un acuerdo como cualquier otro entre privados. Su esencia es regular el ejercicio de los derechos de agua que ambas empresas poseen en el sector, así como también definir procedimientos de coordinación y comunicación durante las etapas de construcción y operación de Alto Maipo en áreas de propiedad o bajo la tuición de la Empresa Sanitaria”.

Las sospechas respecto del contrato apuntan a que Aguas Andina sólo puede tener por objeto el establecimiento, construcción y explotación de servicios sanitarios, es decir, la producción y distribución de agua potable, más la recolección y disposición de aguas servidas. Para Weisner esto implica que la sanitaria “no puede explotar ni involucrarse en un negocio de generación de energía y concretar un contrato sobre el uso de aguas, las que son bienes nacionales de uso público, o sea, la empresa no puede hacer lo que quiera con estas aguas. Tienen los derechos de agua que están afectos a la concesión sanitaria, pero por el tipo de concesión están fuera del comercio”.

Los ambientalistas están a la espera de que el Consejo para la Transparencia resuelva el asunto, lo que debería ser en el mes de abril. Cifran sus esperanzas en un fallo reciente del Consejo respecto de un pedido para transparentar el contrato entre Aguas Antofagasta y compañías mineras que zanjó la publicación de dicho acuerdo.

ADIÓS AL RAFTING

A la central de AES Gener también se oponen los empresarios turísticos de la zona. Nelson Rubilar, presidente de la asociación de guías y empresarios de rafting -descenso de ríos- del Cajón del Maipo, quien estima que “el turismo es la fuente laboral del 70 por ciento de la gente que vive en la zona, o sea, directa o indirectamente, todos nos vemos afectados. De concretarse el proyecto, en el 20 por ciento que quedaría del caudal de agua sería imposible hacer rafting”.

La empresa se limitó a responder que “las actividades turísticas de la zona no se verán afectadas por el proyecto Alto Maipo, pues para la determinación de los caudales ecológicos se tuvo en cuenta esos requerimientos”.

Las fichas de los opositores al proyecto están puestas en el recurso interpuesto ante la DGA y después ante el Consejo para la Transparencia, lo que les permitiría ver las condiciones del acuerdo entre AES Gener y Aguas Andina. Además, el proyecto tiene pendiente la aprobación de la obra hidráulica, el que ya fue objeto de un recurso de reclamación presentado ante la Corte de Apelaciones de Santiago.

Pese al torrente del río y de esta trama, las piedras han generado un ruido que no ha llegado aún a oídos de los santiaguinos, en quienes los defensores del Cajón del Maipo cifran sus esperanzas para poder revertir un proyecto con todos los permisos ya dados. Mella destaca que “este proyecto es una brutal e irreversible intervención a la cuenca del río Maipo y los que luchamos acá estamos sentando un precedente no sólo para defender el cajón del Maipo, sino que a todas las comunidades que se ven enfrentadas a las transnacionales que quieren destruir su entorno”.

Por Mauricio Becerra Rebolledo

El Ciudadano Nº122, primera quincena abril 2012


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