Durante el partido que enfrentó al FC St. Pauli con el FC Union Berlin, de la segunda división de la Bundesliga alemana, ocurrió un hecho que dignifica a quienes seguimos creyendo en que el fútbol, más allá de las pasiones que genera en todos/as, debe ser un deporte que muestre lo mejor del ser humano, desde el colectivismo intrínseco con que se debe jugar a la generación de valores sociales e individuales positivos para las mayorías.
El St. Pauli, equipo singular donde los haya, está luchando por volver a la máxima categoría del fútbol alemán. El pasado fin de semana jugó un partido clave contra los capitalinos del FC Union Berlin; el ascenso de Die Freibeuter (Los Piratas) pasa, entre otras cosas, por no ceder ni un solo punto en casa. Con el marcador con empate a uno, su delantero Marius Ebbers remató un centro con la mano que alojó el balón en la portería rival. El árbitro y sus asistentes se comieron la mano y dieron el gol por bueno, a pesar de las airadas quejas de los jugadores visitantes.
Pero entonces ocurrió algo increíble, algo extraordinario, en el sentido más llano del término. Ebbers se acercó al colegiado y reconoció que había hecho trampas. ¡Con 1-1 en el marcador y jugándose el ascenso! Tras la confesión del delantero pirata, el árbitro anuló el gol ante la tremenda sorpresa de los jugadores del Union Berlin. Estupefactos todos, uno de sus rivaless, Michael Parensen, comenzó a aplaudirle. Otro, Daniel Göhlert, se acercó para darle un abrazo. Y el árbitro acabó marcando el saque de puerta, anulando así el tanto que había convalidado segundos antes.
Al final, como si los dioses balompédicos quisieran bendecir a Ebbers, el St. Pauli acabó ganando en partido en el minuto 92.
El St. Pauli perdió ayer con el líder, el SpVgg Greuther Fürth (2-1). Ahora marchan cuartos, a un punto del tercer puesto que da acceso al partido de promoción. Ojalá suban de nuevo a Primera. El fútbol necesita equipos como el St. Pauli y héroes como Marius Ebbers para dignificarse como deporte, esencia que ha ido perdiendo con la llegada del fútbol negocio.
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Por FútbolRebelde