Cuando a Marwan Korbaj lo llevaron a la playa por primera vez en su tierra natal, Siria, se quedó asombrado no solamente por el mar y la luz del sol, quedó especialmente impresionado con la arena de la playa. Era un niño de 9 años de edad.
Como muchos niños, y adultos también, jugó con la arena maravillado, hizo múltiples representaciones, pero como pocos se llevó este material en sus manos, en su mente llena de infinitas figuras y también en su alma de naciente artista plástico.
Un día llevaron un camión de arena a la comunidad donde vivía , para hacer una construcción y Marwan agarró la arena y comenzó a hacer figuras y figuras hasta salirle una obra que impresionó a los vecinos.
A los días siguientes llegaron para comenzar la construcción prevista pero la comunidad estaba tan maravillada por la obra del niño, que pidieron a los propietarios de la construcción que no comenzaran aún los trabajos, para que toda la comunidad apreciara el maravilloso arte del niño Marwan.
«Todos estaban impresionados», recordó sonriente Korbaj, un sirio de más de 60 años de edad con 47 años de residencia en Venezuela, el país más septentrional de América del Sur.
Pero también recuerda que sobre el lugar que hizo aquella primera y recordada obra de arte efímero, sobre su casa, la de los vecinos y su comunidad siria, centenares de bombas cayeron desde aviones una madrugada, durante una las decenas de guerras, invasiones e intervenciones militares de los países hegemónicos occidentales del mundo en el Oriente Medio y países árabes.
Korbaj vio, con asombro y dolor, cómo murieron arrasados por las bombas los niños que jugaban con él, sus vecinos, su comunidad y su pueblo. «Es una experiencia que te deja marcado para siempre», afirmó con tristeza.
Pero Marwan Korbaj no solo esculpe en arena, al llegar a la juventud comenzó a trabajar con objetos más imperecederos, como hierro y concreto, y con estos instrumentos empezó a diseñar también figuras.
Se fue a Francia a estudiar Arquitectura. A la par de sus estudios militó en la causa Palestina. Esa actividad política, aunada a otros problemas de orden social y económico, lo obligó a dejar la universidad y a emigrar de ese país europeo.
En aquella época tenía un tío en Venezuela, en Barinas, que lo convidó a que viniera a ese país, a probar suerte y así lo hizo. Llegó a Venezuela y quedó encantado, a tal punto que hizo una vida de 35 años en Los Llanos venezolanos, en el que no solamente desarrolló su trabajo, tuvo su propia familia de tres hijos, ahora ya grandes, que viven en diversas regiones del país caribeño.
«Tengo hasta nietas casadas», dijo con orgullo Korbaj, que no ha perdido su acento sirio, a pesar de sus 47 años en Venezuela, sus 35 en Los Llanos y Los Andes, y sus últimos 12 en la isla de Margarita.
Escultura de arte imperecedero
Arte efímero, el de arena, y arte imperecedero o de al menos 400 años de vida, el de concreto, Korbaj trabaja con ambos materiales, los vive con pasión, dedicación y admiración por la vida.
Sus obras imperecederas están disipadas por diversos rincones del país. Entre éstas destaca el San Juan Evangelista de siete metros de altura, que se encuentra en Juan Griego, la isla de Margarita; el Guaicaipuro de la entrada de Calabozo, en el estado Guárico y Nuestra Madre del Socorro de Caja Seca, en el estado Zulia, entre muchas otras obras de concreto.
Korbaj estuvo recientemente en Barquisimeto, ciudad del centro-occidental venezolano, situado a 365 kilómetros de Caracas, la capital venezolana.
Allí esculpió, en la plaza La Moneda de esa ciudad, en arena de playa la imagen de la Divina Pastora, una de las vírgenes más famosas de Venezuela, América Latina y Europa por su procesión, que se realiza cada 14 de enero en Barquisimeto y que congrega a más de 2.000.0000 de feligreses.
Allí asombró a los visitantes de la plaza por la imagen de la virgen, acompañada de un Nacimiento de arena lavada.
Son numerosas las obras elaboradas con este material por Korbaj en diversas actividades culturales en Venezuela, y más allá de sus fronteras, especialmente en la isla de Margarita, lugar en el que ha vivido el escultor, diseñador y decorador desde hace 12 años.
«He elaborado obras de este tipo en eventos internacionales en Margarita, Maracaibo y otras parte de Venezuela; también en Cartagena de Indias, en Colombia; en Europa, en Grecia», entre otros países, mencionó Korbaj.
La obra de la plaza La Moneda de Barquisimeto, de 8×3 metros, fue construida con arena lavada, a excepción de algunas luces, flores y otros adornos colocados en la obra, protegida de la lluvia y de los rayos de sol por un toldo y una cinta de seguridad que igualmente custodió al Nacimiento.
En este caso Korbaj tiene una hija que vive en Barquisimeto, y que trabaja en el área de la alimentación. Ella lo invitó a venir a ese urbe a elaborar uno de sus famosas obras.
«Esta obra es un homenaje de mi hija y del mío propio a esta ciudad que le abrió las puertas a ella «, precisó Korbaj.
Dijo que a él le causa gracia cuando le gente se acerca y le lanza dinero a su trabajo. «Esta labor no la hago por dinero, la hacemos por agradecimiento», dijo Korbaj, que junto con su hija, colocaron todos los materiales para la realización de la obra.
Con este trabajo, resaltó Korbaj, «enviamos a todos los pueblos del mundo un mensaje de amor, de paz y de lucha revolucionaria».
También «enviamos un mensaje de apoyo a la resistencia del pueblo sirio, el pueblo palestino, el pueblo venezolano y todos los pueblos que resisten las agresiones del imperialismo», enfatizó Korbaj.