Pese a la existencia de tratamientos para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) aún no se ha comprobado la cura definitiva de este enfermedad mortal.
La revista Science Immunology, publicó que un grupo de investigadores de la Universidad de Monash (Australia) y del Instituto Pasteur de París, han descubierto un conjunto único de «súper» receptores en las células capaces de matar el virus en poblaciones genéticamente diversas. Esto les convierte en posibles candidatas para tratamientos de inmunoterapia.
El estudio se realizó sobre 15 individuos infectados por el VIH, pero con sistemas inmunes que los protegen de la progresión de la enfermedad. Estas personas, llamadas controladores de VIH, podrían tener pistas sobre la cura del sida.
Tras la infección, las células T CD4, que son una parte importante de nuestro sistema inmune, pueden disminuir drásticamente. Actualmente se suele administrar a los enfermos la terapia antirretroviral, con la que estas células pueden permanecer en niveles bajos y aún así se reduce el riesgo de mortalidad, pero no se erradica el virus.
El gran descubrimiento fue que los controladores del VIH pueden retener las células T CD4 de mayor calidad y reaccionar a pequeñas cantidades de virus. Por ello, aportan una oportunidad para estudiar su posible papel en el tratamiento de los enfermos.
Las células T CD4 generalmente funcionan como auxiliares para las células T CD8 «asesinas», que destruyen las células infectadas. De esta manera, las primeras podrían convertirse en las células «asesinas» en controladores de VIH, según han concluido los investigadores.
Los receptores de células T reconocen los fragmentos del virus unidos a una molécula especializada llamada antígeno leucocitario humano (HLA). Estas moléculas son como huellas dactilares, cada persona tiene una combinación única, que ayuda al sistema inmunitario a reconocer invasores extraños como virus o bacterias.
Los investigadores de Monash, utilizaron el sincrotrón australiano para estudiar la unión entre el súper receptor de células T con el antígeno del VIH, lo que reveló que las células T CD4 pueden reconocer el fragmento de VIH en individuos genéticamente diferentes y unirse a las moléculas HLA (compartidas por el 25% de la población).
Estos descubrimientos suponen un gran avance que ayudará a mejorar los tratamientos contra el sida.