El día que José Leandro Barrada Rivero conoció al «Che» Guevara en Praga, en la capital de Checoslovaquia, el invierno cedía su tiempo de intenso frío y el verano comenzaba a asomar su figura a lo lejos, como lo hizo esa mañana de octubre el famoso guerrillero ante los ojos del joven estudiante venezolano, en los pasillos del aeropuerto Ruzyne de la ciudad checa.
Así rememora aquel histórico episodio personal José Leandro —mejor conocido entre sus amigos como Chela o Chelango y entre sus camaradas de lucha armada en Venezuela de los años sesenta como Kalimantán— la sorpresiva mañana de 1964 en la que se encontró al guerrillero heróico, recuerdo claro que viene a su memoria a propósito de cumplirse este 14 de junio de 2018 noventa años del nacimiento del famoso personaje, en Rosario, Argentina.
El encuentro del venezolano con el argentino fue obra del médico, escritor y poeta caraqueño Eduardo Gallegos Mancera, vocero internacional del Partido Comunista de Venezuela (PCV), quien invitó a Barrada al aeropuerto de Praga para despedir al compañero venezolano Alberto Caricote, que iba a Cuba a realizar un curso de adiestramiento militar y político.
«Además, te tengo una sorpresa en el aeropuerto», le dijo Gallegos Mancera a Barrada, que en aquella época estudiaba Economía en la Universidad de Praga y era vocero de los alumnos venezolanos en el Centro de Estudiantes Latinoamericanos de esa universidad europea, donde había llegado en los años sesenta para estudiar con una beca.
«Cuando estamos en el aeropuerto vienen unos compañeros cubanos vestidos de uniforme verde olivo», rememora Barrada. «Delante del grupo venía un comandante llamado Papito Salgueiro. Pero, cuál es mi asombro cuando al lado Salgueiro viene nada menos y nada más que el comandante Ernesto Che Guevara».
Barrada estaba muy impresionado, aunque logró disimularlo bien. «Llega Gallegos Mancera, que sí conocía al Che y me lo presentó. El Che me saludó, me estrechó la mano y al rato me preguntó: ‘¿Y qué haces tú aquí?’ (en Checoslovaquia)».
Barrada le explicó que estudiaba Economía en la universidad y que se preparaba para volver a Venezuela, una vez que triunfara la Revolución en aquella década de alzamiento armado.
«Me parece bien», le dijo el Che. «No todos pueden estar alzados», agregó el hombre, uno de los comandantes guerrilleros vitales en el triunfo de la Revolución Cubana e ícono del guerrillero heróico latinoamericano.
«Intercambiamos como quince minutos de conversación», señaló Barrada, quien describió al Che como un hombre de un poco más de 1,70 de estatura, vestido de verde oliva, como siempre se le recuerda con su boína y su barba. «Tenía el pelo un poco rojizo, especialmente en las entradas de la frente», recuerda.
«Me impresionó la fluidez de su lenguaje. Hablaba rápido y concreto, con mucha autoridad, de frente y sin ambivalencias. Era el hombre que dominaba la escena».
A su regreso a Cuba, el Che volvió a pasar por Praga. Allí, dio una clase magistral en la Facultad de Economía de la universidad. Aunque no era economista, recordó Barrada, «tenía una manejo absoluto del tema. Luego no supimos más de él», hasta que Barrada volvió a Venezuela para incorporarse a la lucha armada.
A mediados de los años sesenta, cuando José Leandro volvió a Venezuela, se incorporó al frente guerrillero Ezequiel Zamora, que operaba entre los estados Miranda, Guárico y Anzoátegui.
Un día, la columna guerrillera a la que pertenecía acampó en la población de El Guapo, sector montañoso de Venezuela situado entre El Papelón y la Sierra del Bachiller, en el estado Miranda, en el centro de ese país caribeño.
Allí se enteraron por radio y con mucho pesar que Ernesto «Che» Guevara había caído en combate en La Higuera, en Bolivia.
Ese día, Kalimantán recordó el importante episodio personal de su vida, el día que conoció al Che Guevara, que «sin duda alguna representa un Norte, un faro de luz, una gesta, una maestro de la lucha revolucionaria, un baluarte de los pueblos en la batalla contra la opresión, la indignidad y el imperialismo».