El Parlamento Europeo, la Comisión Europea y los 28 Estados miembros fijaron un acuerdo que los compromete a que el 32% de la energía que consuman para el año 2030 «deberá ser de origen renovable». Esto forma parte de la nueva política energética en la senda de una transición hacia una economía baja en carbono.
El acuerdo final alcanzado en la madrugada de este jueves debió superar la diferencia entre los Gobiernos de establecer la cuota en 27%, mientras que la Eurocámara proponía el 35%. Sin embargo, este nivel de uso de energías renovables no será suficiente para cumplir con los objetivos de reducción al 40% de emisiones de gases de efecto invernadero con los que se comprometió la Unión Europea (UE) en el marco del Acuerdo de París de 2015.
Este nuevo acuerdo incluye una cláusula en la que las tres partes se comprometen a evaluar en 2023 la posibilidad de aumentarlo. En tanto, las organizaciones ecologistas consideran que la cuota de renovables debería ubicarse entre el 40 y el 45%.
Prohibido el impuesto al sol
Otro de los avances está referido a la prohibición a los países miembros de la UE de la aplicación del conocido «impuesto al sol» hasta 2026, cuando cada Estado podrá decidir, con base en una serie de criterios que garanticen la sostenibilidad del sistema eléctrico, si aplican el impuesto a la autogeneración con paneles solares.
Además, se reconoce a los campesinos el derecho de recibir algún tipo de compensación económica por la electricidad que vierten a la red general y que las compañías venden a otros consumidores.
“Es muy positivo que, gracias a la presión del Parlamento, hayamos conseguido que la ciudadanía europea, las cooperativas, las autoridades locales y pequeñas empresas se conviertan en agentes del cambio al poder producir, consumir y almacenar su propia energía renovable. El autoconsumo y las comunidades energéticas se ven reconocidas de forma adecuada y pueden jugar un papel central en la transición ecológica”, dijo el eurodiputado español Florent Marcellesi.
La negociación marca también la eliminación gradual del uso del aceite de palma como biodiésel que deberá eliminarse definitivamente en 2030. “Mientras otras regiones del mundo apuestan decididamente por un futuro renovable para sus ciudadanos, Europa sigue sin hacer los deberes. Si queremos dar señales de liderazgo climático a nivel global, hay que empezar por cambiar nuestra concepción sobre la energía”, señaló Héctor de Prado, responsable de clima y energía de Amigos de la Tierra.