El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le echa todos los días dinamita a los arcabuces de la guerra comercial con otras potencias económicas, en su empeño por cumplir sus promesas electorales de «privilegiar primero a las empresas nacionales2, ante el avance de la competencia de las compañías de China y de tradicionales aliados.
La Casa Blanca ha abierto varios frentes, además de China, y azuza la guerra comercial con México, Canadá y la Unión Europea (UE), desde donde ya denunciaron las prácticas de la actual administración de Washington ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Los acercamientos diplomáticos hasta ahora han sido infructuosos. Incluso, Trump tuvo el tupé de pelearse esta semana con los países integrantes del G7 (Canadá, Alemania, Gran Bretaña, Japón, Francia e Italia), lo que aviva la temida guerra comercial entre las grandes economías del mundo.
El show mediático
Algunos columnistas del diario estadounidense Wall Street Journal aprecian que este continuo enfrentamiento de Trump con sus aliados y China forma parte de su estrategia de exposición mediática, porque tanto la Unión Europea, como Canadá y México han caído en dimes y diretes, pero en la práctica, se han tensado las relaciones diplomáticas, en especial con China.
El enfrentamiento comercial entre Washington y Pekín alcanzó su punto álgido en mayo, cuando Trump ordenó medidas adicionales a los aranceles al acero y el aluminio. Luego, volvió a tomar fuerza esta semana con la imposición de más aranceles, de parte y parte.
Las nuevas barreras de Estados Unidos a productos chinos superan los 150.000 millones de dólares. Pekín respondió con aranceles a productos agrícolas que habitualmente le compra Washington, en especial la soja.
Los agricultores estadounidenses serán los más afectados, a pocos meses de la elección legislativa de mitad de mandato en esa nación. Sin embargo, a la hora de defender los productos propios, nadie da puntada sin hilo.
Hasta los republicanos se le voltearon
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, rechazó recientemente la decisión del presidente Trump de imponer nuevos aranceles al acero y al aluminio a la UE, México y Canadá.
El republicano recomendó abordar los problemas reales en el comercio internacional de estos productos, porque esa acción daña a los aliados de Estados Unidos.
Tanto Canadá como México y la Unión Europea han respondido con la misma moneda y ponen aranceles a mercancías estadounidenses, después de que la Casa Blanca anunció que no les extendería la exención de aranceles.
China está abierto a negociaciones
En medio de una escalada sin precedentes, en la que Europa y otros socios de Washington han sido parte, Pekín se mantiene abierto a negociaciones. No obstante, Trump sigue adelante con la imposición de mayores aranceles a los productos del gigante asiático, en su obsesiva lucha contra el déficit comercial de su país.
La relación aún es frágil y el mandatario estadounidense quiere salir victorioso a los ojos de sus electores. “Mi formidable relación con el presidente Xi Jinping y la relación de nuestro país con China son importantes para mí. Sin embargo, el comercio entre nuestras naciones es muy desigual, desde hace mucho tiempo”, se justificó Trump en un comunicado divulgado este viernes.
Trump anunció que su país impondrá aranceles de 25% a productos tecnológicos chinos por 50.000 millones de dólares, luego de meses de arduas negociaciones en las que las ofertas chinas no lograron satisfacer las exigencias del norteamericano relacionadas con el creciente déficit comercial.
China aseguró, por su parte, que lanzará un contraataque, aplicando sus propios aranceles a productos y servicios por 50.000 millones de dólares, un anuncio que sacudió los mercados financieros.