Han pasado cuatro meses y muchas noches, y nadie en Nápoles (sur de Italia) sabe del paradero de Raffaele, Antonio y Vincenzo. Se trata de tres napolitanos que fueron secuestrados en México, entre el 31 de enero y el 1 de febrero del presente año.
A pesar de sus repercusiones, el caso permanece en un lamentable secretismo. Todo tipo de especulaciones surgen del hermetismo con que se maneja, propio de un país tristemente arrasado por mafias y carteles como México, con la asociación estereotípica de la negativa tradición de crimen organizado napolitano.
El secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Luis Videgaray, afirmó este viernes que hay avances en el caso de los tres italianos secuestrados en México, cuyo destino aún se desconoce. Pero no explicó en qué consisten esos «progresos». “(El caso) lo está atendiendo la justicia mexicana, está en el ámbito local. Hemos mantenido al Gobierno italiano, a través de la embajada de Italia en México, puntualmente informado”.
31 de enero en Tecalitlán
El último mensaje de los napolitanos que se conoce fue enviados el pasado 31 de enero y decía: «Fuimos detenidos por la Policía en una gasolinera de Tecalitlán. Dicen que estamos arrestados y debemos seguirlos”. Tecalitlán es un pequeño pueblo en el estado de Jalisco, 700 kilómetros al noroeste de Ciudad de México.
Durante la última década, México se ha convertido en un terrible agujero negro de desapariciones. Según la organización Data Cívica, que organiza registros ofrecidos por el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), en México desaparece una persona cada 90 minutos.
Ahora, quizás si sus gobiernos no adoptaran políticas de adhesión absoluta a los dictámenes de Washington, la mitad de los países occidentales lo estuvieran calificando de «Estado fallido». Pero bueno, ese es otro tema.
Los vendieron por 43 euros
Los familiares relatan que los tres hombres viajaron a México para vender máquinas. Raffaele Russo, de 60 años, es el jefe de un clan familiar más grande, Antonio, de 25 años, es su hijo, y Vincenzo Cimmino, su sobrino.
«Los vendieron por 43 euros, algo monstruoso», se lamentó indignado Francesco Russo, hijo de unos de los tres italianos, durante una entrevista a la emisora pública italiana RAI1. «Esos sí son criminales, no mi hermano, ni mi padre, ni mi primo», declaró.
En la versión de las autoridades mexicanas hay otros condimentos. Indican que la familia Russo ha sido arrestada en varias ocasiones en México por fraude, según informó el fiscal de Jalisco, Raúl Sánchez Jiménez, en rueda de prensa. Los Russo habrían vendido además, generadores y mezcladoras de cemento falsificados como marcas alemanas, pero que en realidad eran productos pirateados chinos. La fiscalía mexicana examina si hay cargos contra estas personas en Italia.
¿Fueron vendidos y secuestrados? Sí
El canciller italiano, Angelino Alfano, llamó a su homólogo mexicano, Luis Videgaray, para decirle que «Italia está muy preocupada por el destino de sus compatriotas». Poco después, la Fiscalía mexicana detuvo a cuatro policías que estaban en la gasolinera al momento de la desaparición. Estos agentes habrían admitido haber arrestado a los italianos y haberlos vendidos a delincuentes, supuestamente del cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), a 43 euros por cabeza. Desde entonces, el jefe de policía de Tecalitlán desapareció del mapa.