La comida a la que más cuesta renunciar es frecuentemente aquella que peor le sienta a nuestro cuerpo. Es inevitable pero cuando prohíben algún alimento es cuando más provoca consumirlo y más difícil se hace no comerlo.
Un equipo investigador de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, estudió cómo el cerebro responde a los alimentos y comprobó que aquellos que contienen tanto carbohidratos como grasas activan desmesuradamente su centro de recompensa.
Informa la BBC que el estudio consistió en registrar la actividad cerebral de un grupo de voluntarios a quienes enseñaron imágenes de alimentos con un alto contenido de carbohidratos, otros con un alto contenido en grasa y otras fotografías de productos que contenían los dos.
Dana Small, líder del estudio publicado en la revista científica El metabolismo de la célula (Cell metabollism, en inglés), explicó que a los voluntarios se les mostró imágenes de queso pero su respuesta cerebral no fue tan alta como con las donuts.
Después se les preguntó por qué alimento pujarían más si fuese sometido a una subasta y arrojó que estaban dispuestos a pagar más dinero por un alimento con azúcar y carbohidratos.
En comparación con los productos que contenían sólo azúcar o sólo carbohidratos, el equipo observó que los alimentos con ambos componentes, como por ejemplo las donuts, generaban muchísima más actividad en el cuerpo estriado del cerebro, una región involucrada en la producción de la dopamina, el neurotransmisor del placer.
Mayor placer
Small cree que eso puede significar que el cerebro tiene sistemas distintos para evaluar alimentos grasos o altos en carbohidratos. Si ambos se activan al mismo tiempo, esto induce al cerebro a producir más dopamina y así obtener una mayor sensación de recompensa.
El hallazgo coincide con estudios en roedores que revelaron que estos mamíferos pueden regular su ingesta de calorías cuando se les da alimentos que contienen sólo grasas o carbohidratos, pero se sobrealimentan y engordan cuando comen alimentos que contienen ambos componentes.