Holanda ha tomado la delantera en el manejo sostenible de residuos mediante la innovación y elaboración de proyectos originales, capaces de concienciar e involucrar a la sociedad en el aprovechamiento de los desechos. Un reportaje del diario El País destaca varias iniciativas en contra de la contaminación de plásticos en los Países Bajos que puden servir a otras ciudades del mundo en su búsqueda de alcanzar el punto de «basura cero».
Este objetivo ha llevado a la transformación de materiales plásticos para reutilizarlos o execrarlos del uso cotidiano, como lo hacen en un supermercado local de productos orgánicos que incluye el primer pasillo libre de envoltorios plásticos del mundo.
Mientras, la pesca de basura en los canales de Ámsterdam o la impresión en 3D de muebles a base de plástico reciclado muestran no solo el lado cívico, y rentable, del control de estos desechos, sino también han conseguido que sean vistos como una materia prima valiosa con la que se puede crear.
Millones de envases de agua y bebidas refrescantes fabricados con PET, un poliéster aromático (polietilen tereftalato) se comercializan y solo se recicla uno de cada cuatro, según cálculos de Recycling Netwerk, una organización ecologista independiente.
Ante esta realidad, a partir de 2021 se podrá reclamar entre 10 y 15 céntimos por las botellas pequeñas al retornarlas y las bolsas de plástico de las tiendas (cuestan casi 50 céntimos). Otros utilizan un material hecho a base de «biomateriales que sirven para el compostaje» para envolver los alimentos.
Otro ejemplo es la empresa fabricante de muebles circulares hechos con botellas PET de los canales. Los muebles de plástico reciclado pueden producirse también con impresoras 3D por ello, unos emprendores holandeses compran el plástico al reciclador, luego lo prensan y calientan hasta convertirlo en una masa aceptable para que la impresora haga su trabajo capa a capa.