El pasado lunes, el papa Francisco ofició una polémica misa, de esas a las que no le dan «me gusta» los grandes medios de comunicación, aquellas donde las fábulas construyen una verdad y que, más allá de las objeciones que cualquiera puede tener al comportamiento del Vaticano, resultan coincidentes con quienes afirman que la libertad de expresión no va de la mano de monopolios mediáticos que condicionan las verdades a los intereses de sus dueños.
Dijimos fábula y no se enreden los creyentes. El Papa habló de un pasaje del Antiguo Testamento, de Nabot y el rey Acab. La historia de un monarca que quería apropiarse de la viña de Nebot y por ello acudió en primer término a la difamación y luego el asesinato. Al final, el monarca logró apoderarse de la viña.
La historia se parece mucho a la del Grupo Clarín de la Argentina. Ellos también difamaron, también usaron sus vínculos con la dictadura para desaparecer competidores y construir un monopolio. Incluso, así construyeron uno de los tres monopolios mediáticos más grandes de América Latina.
Arde Clarín en la hoguera
Prosiguió el Papa argentino: «la calumnia fue también, el primer paso para los mártires de la Iglesia. Traspasó el tiempo de fábula y se fue a la llaga». Cuestionó el proceder de “tantos jefes de Estado y de Gobierno”, que “después de haber destruido, sea una persona, sea una situación, con una calumnia”, juzgan y condenan desde la especulación.
De allí se lanzó directo a dibujar al monstruo: “por ejemplo, pensemos: existe una ley de los medios de comunicación. Se cancela esa ley, y se entrega todo el aparato comunicativo a una empresa, a una sociedad que calumnia, que dice falsedades, y debilita la vida democrática. Luego vienen los jueces a juzgar a esta institución debilitada, estas personas destruidas, condenadas, y así avanza una dictadura”, dijo Francisco.
En 2009, Argentina tuvo por primera vez una Ley de Servicios de Comunicación o ley de medios, con el objetivo de enfrentar los monopolios, de democratizar el acceso a la información. Como siempre, la respuesta de Clarín y sus aliados fue la demonización del instrumento legal. De allí acentuaron la campaña contra el gobierno de Cristina Fernández (2007-2015), lo hiciera mal o lo hiciera bien, era igual. Se había convertido en un objetivo político de los grandes medios de comunicación.
Así comenzaron las dictaduras
La dictadura argentina tuvo en los dos principales diarios del país, Clarín y La Nación, unos fieles aliados que festejaron cada una de sus atrocidades. El Papa no estaba en la casa del ahorcado, pero les mostró la soga: “las dictaduras, todas, han comenzado así, con adulterar la comunicación, para ponerla en manos de una persona sin escrúpulos, de un Gobierno sin escrúpulos”.
Clarín ¿aludido?
Ricardo Roa, el editorialista de Clarín, asumió que la cosa era con ellos. Respondió a Francisco: “Sólo el Papa entiende dónde encaja acá en todo esto la ley de medios kirchnerista que ayer reivindicó y con la que los Kirchner buscaron desguazar al Grupo Clarín y alinear a los medios con la plata del Estado”. Agregó: “Nació como una venganza y creció como un negocio: con la excusa de enfrentar un supuesto monopolio armó un real monopolio paraestatal”, agregó Roa.
Clarín, el «paladín» de la libertad de expresión, es dueño de todo esto:
Diario Clarín, diario Olé, diario La Razon (Arte Gráfico Editorial Argentino S.A.), Radio Mitre S.A. (Cadena Mitre, Cadena 100, Cadena Top 40), revista Elle (49 %), Teledeportes, Multideportes, Papel Prensa, agencia Dyn (23 %), Multicanal (que controla a SuperCanal, el tercer cable del país), Canal 13, TN, Volver, Patagonik Film (que tiene una sociedad con Buena Vista, una empresa subsidiaria de Disney).
Cuenta, además, con el 60 % de Trisa, una empresa que explota los derechos de transmisión de Torneos y Competencias y que, a su vez, controla el 6% de TyC Sports y el 75 % de TyC Uruguay; y el 100 % de Supreme Ticket; más el 50 % de la televisión satelital codificada (en sociedad con TyC), y Prima (mejor conocida como Ciudad Digital).
Igualmente, poseen el 53% de Direct TV en Argentina, que el 74% es de Hughes y el 20% es de la organización Cisneros que a su vez posee el 45% de Claxon, cuyo 35% es de HMT&F (el grupo Hicks) que era el que tenía el 50% de Cablevisión y el 20% de Torneos.