La administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, busca aplicar contra la República Popular China la misma arma comercial que implementó exitosamente en Japón. Así lo consideró el profesor Panos Mourdoukoutas, jefe del Departamento de Economía en la Universidad de Long Island (Nueva York) en un artículo para Forbes.
Opinó que al imponer aranceles a las importaciones de China, el país norteamericano le indica al país asiático que debe desarrollar su propio mercado en lugar de aprovechar el de EE. UU.
El especialista recordó que este mismo mensaje fue enviado por Washington a Japón cuando el 22 de septiembre de 1985 EE. UU., junto con Francia, Alemania, Reino Unido y Japón, firmaron el Acuerdo Plaza que contemplaba la depreciación del dólar estadounidense en relación al yen japonés y al marco alemán para resolver el problema del déficit comercial en la nación norteamericana.
Reseña el portal RT Actualidad, que inmediatamente después de la firma de dicho acuerdo, la economía japonesa experimentó una gran mejoría. Sin embargo, a largo plazo los efectos del acuerdo tuvieron repercusiones negativas para el país asiático, puesto que, eventualmente, su economía entró en un estancamiento prolongado, período conocido como la «década perdida», que aún dura a día de hoy.
No obstante, Mourdoukoutas refiere, que aún no queda claro si China podría correr la misma suerte, aunque el gigante asiático no tiene los problemas demográficos que sí caracterizan al país nipón, que muchas veces carece de espíritu innovador.
A pesar de que el mercado asiático de consumo doméstico tiene un gran potencial, Pekín necesita desarrollar instituciones y políticas que promuevan la economía de consumo. No obstante, estas medidas resultan difícil de implementar debido a varias razones.
Para el analista, algunos de los factores que juegan en contra son: como los bancos chinos son generalmente estatales, los préstamos se asignan por un «mandato político» y no por las «fuerzas del mercado».
Otro aspecto importante es la falta de un sistema efectivo de asistencia social que obliga a mantener altas tasas de ahorro, lo que se agrava con la gran deuda de China.
Mourdoukoutas puntualiza que Pekín históricamente sabe resistir la «presión comercial extranjera«, si bien no queda claro si los mercados financieros «están preparados» ante este escenario.
Tensión comercial
Hace una semana el gobierno de Estados Unidos, amenazó con imponer nuevos aranceles a los productos chinos por 200.000 millones de dólares. Ante ello, China anunció la aplicación de medidas simétricas.
«Si EE.UU. sufre una pérdida de la razón e impone nuevos aranceles, China adoptará fuertes represalias, que serán medidas integrales que combinen cantidad y calidad», comunicó el Ministerio de Comercio de este país.
La guerra de aranceles que en la actualidad se encuentra en ebullición en el mundo entero, ha sido promovido por los EE. UU., con la llegada de la administración Trump. Esta desde la perspectiva de incrementar de manera exponencial estas tasas para asegurar ingresos externos en el país del norte de América, en lo que parecen medidas proteccionistas, e intentando que los países inmiscuidos en las medidas arancelarias deban iniciar sus producciones desde suelo estadounidense, para evitar estos pagos.