La sociedad mexicana padece una enfermedad muy grave: la violencia, un fenómenos social que ha calado en todas las esferas. Sin embargo, es la política la que más centimetraje tiene en los medios de comunicación de masas, a pocos días de las elecciones presidenciales.
Entre septiembre de 2017 y junio de 2018, al menos 47 candidatos a ocupar cargos de elección popular han sido asesinados como parte de la violencia política en el país, según refirió una nota de la agencia Sputnik.
Los innumerables diagnósticos publicados en los medios atribuyen la violencia política al narcotráfico y a las bandas paramilitares que actúan con la complicidad de las autoridades policiales. Podría considerarse lo que algunos analistas denominan «Estado fallido». Hasta una consultora, Etellekt, se ha dedicado a realizar un registro pormenorizado del número de muertos, reseñó El País Digital.
Etellekt emite informes cada pocas semanas, actualizando los datos. En el último, que se publicó este lunes, «la violencia le ha costado la vida a más de 120 políticos«, dijo a Sputnik la experta en derechos humanos Rocío Culebro.
El próximo domingo 1 de julio, se celebrarán elecciones presidenciales en México. A pesar de que el proceso electoral permanece teñido de sangre, la crisis de seguridad ha estado ausente en el debate público.
No obstante, lo que preocupa a sectores progresistas de la izquierda es que se ligue tal magnitud de la violencia con el posible triunfo de Andrés Manuel López Obrador (de la coalición Juntos Haremos Historia), ganador en todas las encuestas, por encima del derechista Ricardo Anaya (Por México al Frente), del oficialista José Antonio Meade (del PRI-PVEM-NA) y del independiente Jaime Rodríguez «El Bronco».
La violencia no reconoce colores políticos
Entre los 120 asesinados destacan precandidatos, candidatos, alcaldes, exalcaldes, regidores, militantes, dirigentes partidistas, exregidores, diputados, síndicos y exsíndicos, de todos los partidos políticos que compiten, según reseñó una nota de Telesur.
El último registrado sucedió hace dos semanas, y la víctima fue Fernando Purón, del Partido Revolucionario Institucional (PRI),quien contendía por un asiento en el Congreso Federal por el distrito norte del Estado de Coahuila, que abarca Piedras Negras y otros seis municipios.
Si vemos la comparación con el proceso electoral del año 2011-2012, la diferencia es abismal. Si en estos meses en México sucedieron 47 asesinatos de candidatos, en el proceso anterior fue solo uno. El aumento es del 4.500%. No fue el narco, fue un complejo entramado de delincuentes y policías de diferentes niveles y quizá otros actores.
Hasta hoy, lo único que se sabe es que las investigaciones de la Fiscalía están plagadas de errores y el índice de impunidad es superior al 99%, según el informe anual que elabora la Universidad de las Américas, con sede en Puebla.
Más indicadores de la violencia
México cerró 2017 como el año más violento de su historia reciente, con un tasa de más de 20 homicidios por cada 100.000 habitantes, superior a la media de la región, mayor al pico que había alcanzado en 2011.
Además del gremio de los políticos, uno de los más afectados ha sido el de los periodistas. En 2016 y 2017 acabaron con 11 y 12 profesionales asesinados, respectivamente, más que en cualquier año del Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012).
Estas cifras rojas parece que no causan estupor en las agencias internacionales de derechos humanos, y mucho menos de la Organización de Estados Americanos. Un homicidio cada 18 horas debería ser motivo de preocupación. La impunidad parece ser la explicación.