Paraísos fiscales, lavado de dinero y drogas en el nuevo mundo americano (Pt I)

Este trabajo pretende realizar un acercamiento al estado del lavado de dinero y los paraísos fiscales en el continente americano, relacionado con el crimen organizado trasnacional, particularmente con el vinculado al tráfico ilícito de drogas (TID)

Paraísos fiscales, lavado de dinero y drogas en el nuevo mundo americano (Pt I)

Autor: Cristobal Cornejo

Este trabajo pretende realizar un acercamiento al estado del lavado de dinero y los paraísos fiscales en el continente americano, relacionado con el crimen organizado trasnacional, particularmente con el vinculado al tráfico ilícito de drogas (TID).

Para ello se hace un breve análisis sobre los paraísos fiscales en América y su relación con el lavado de dinero, proveniente en lo fundamental del TID y otros delitos conexos (tráfico ilícito de personas, órganos y armas), para desde allí abordar la situación de dependencia y dominación en que mantiene los EE.UU. a nuestra América, en el contexto de crisis de la economía mundial.

La historia de los paraísos fiscales y el lavado de dinero en Latinoamérica, parece una historia romántica donde la conspiración, las alianzas entre élites de poder económico trasnacional parece no hallar racionalidad. En un contexto pletórico de burbujas financieras, donde el tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos, consolidan las alianzas entre el empresariado y sectores de la “alta” política, para el blanqueo de las ganancias y la evasión de altos impuestos.

Parce ser que el mundo incivilizado suele imponerse para los países de nuestra América. El TID si bien en materia jurídica es seriamente penado por las autoridades norteamericanas, desde el orden económico, financiero y comercial, son muy bien aprovechados los dividendos provenientes de ese flagelo. Digamos que cuando se sigue la ruta del dinero, puede percibirse el punto de encuentro entre los intereses de los narcotraficantes, el empresariado transnacional y los altos funcionarios políticos latinoamericanos y estadounidenses, en el lavado de dinero y la evasión de impuestos; para lo cual utilizan hábilmente los paraísos fiscales de la región y, también, del territorio de los EE.UU.

Los paraísos fiscales no son necesariamente ilegales, a pesar de que en muchos casos se les relacione con el blanqueo de dinero, la fuga de capitales o la evasión de impuestos; ciertamente se pueden obtener ventajas sin cometer ningún delito, aunque moralmente dejen mucho que desear. Existe también un problema ético aunque no deja de ser legal cuando los ciudadanos o empresas trasladan sus capitales hacia otros países en aras de evitar los altos impuestos en su país de origen.

El dinero negro puede derivarse tanto de actividades económicas ilícitas como de aquel que no se declara en hacienda, tanto para la evasión de la Justicia en términos criminales como la evasión de los altos impuestos. En este trabajo interesa destacar aquel dinero blanqueado por tráfico de drogas y otros delitos conexos. La problemática parte en este caso, cuando el individuo acumula una suma de dinero la cual no puede justificar y, por tanto, utilizar libremente para el comercio.

Desde la época de Al Capone el crimen organizado utilizada esta terminología, cuyo término de blanqueado de dinero o lavado, se originó cuando dicho Gánster adquirió una cadena e lavanderías para legitimar la procedencia de sus dinero con un negocio de segunda, el cual, evidentemente no era el fruto de sus grandes riquezas pero sí un cauce por donde legitimar algunos de sus fondos.

Actualmente es muy común la inversión el sector turístico, sobre todo en la construcción. Por ello los países o regiones con economías de servicios suelen ser muy atractivos para el lavado de dinero del crimen organizado. Sin embargo, en las listas de la OCDE nunca se reconoce este tipo de actividades en los países de primer mundo. Tal es el caso de los Estados Unidos donde existen varios Estados donde es clásico el lavado de dinero. En esta actividad, es muy llamativo el caso del Estado de la Florida, donde Miami ha cumplido un rol crucial en esta actividad por décadas. “Un estudio realizado por el Departamento de Robos de la policía de Miami, a mediados de la década del 80, indicó que de 100 billetes de un dólar analizados, 99 tenían rastros de cocaína.”

Es muy común ver como grandes capos de la droga en Colombia y México lavan sus dineros en Miami, invirtiendo en casas, hoteles y otras construcciones; contando con la complicidad de empresarios y bancos que se encargan de lavar el dinero. “Algunos opinan que los bancos miamenses irían a la ruina si dejaran de lavar dinero del mercado de drogas y que se depreciarían a niveles insospechados los precios de bienes raíces si los narcotraficantes suspendieran las compras de propiedades”

Los paraísos fiscales suelen tipificarse por su baja tributación y el requerido secreto bancario. Debido a estas circunstancias la OCDE suele elaborar listas de paraísos fiscales, listas offshore, listas grises, o las llamadas listas españolas, que se utilizan para “desacreditar” a algunas jurisdicciones. Curiosamente en estas listas no aparecen bancos radicados en algunos Estados de la Unión que realizan similares prácticas.

Sin embargo, el sistema de listas de la OCDE, a mi consideración, crea más confusiones que soluciones ya que su sistema de confiabilidad se basa en la firma de acuerdo para intercambio de información y llegado determinado estándar internacional, es eliminado de la lista de paraísos fiscales, cuando en la práctica puede seguirlo siendo.

El fraude fiscal, que los paraísos hacen posible, afecta las políticas sociales, producto de la evasión de impuestos de la cual, se supone, salen parte de los fondos para ese tipo de medidas. Desde este punto, se puede comprender como la evasión de impuestos que alientan el lavado de dinero y los paraísos fiscales, afecta directamente a un sector tan sensible e importante de la sociedad como la clase media, tanto por su influencia política como por su estatus de paradigma de vida político-cultural y económico al interior de las sociedades, aunque esta situación no es del todo homogénea. En ese sentido, “(…) la lucha contra la austeridad presupuestaria, contra las deudas ilegítimas, evasión y fraude fiscal, contra los paraísos fiscales, es la lucha por el Estado de derechos sociales (mal denominado de bienestar). La misma lucha.”

Si nos dejamos guiar por las artimañas burocráticas en torno a los parámetros de control pudiera pensarse que las recientes reducciones de las listas de paraísos fiscales que realiza la OCDE y otras Instituciones es un tema en el que se ha obtenido éxito, pero lamentablemente los paraísos fiscales, la evasión de impuestos y el lavado de dinero son problemas que continúa vigentes.

En realidad el sistema de listas de la OCDE funge más como pantalla pública que como barrera contra la evasión de impuestos y el lavado de dinero; ensombreciendo la realidad a través de una condena pública a un hecho que evidentemente, no se resuelve aún a nivel global y mucho menos en el continente americano; sumergido en guerras fratricidas entre narcotraficantes y el gobierno norteamericano, que vienen a constituir otra prueba de la pervivencia de los fenómenos del lavado de dinero y los paraísos fiscales en una región estremecida por la oleada de violencia, con que operan los carteles de la droga.

Pero al problema no se le proyectan soluciones definitivas, ya que más allá de las noticias de crónica roja y las políticas antidrogas del imperio, existe un interés económico, financiero y comercial sobre el frondoso monto de capitales que genera dicho negocio.

Ahora bien, este ejercicio no sólo limpia el dinero del crimen organizado sino que se inserta también en el sistema monetario internacional, atrayendo a las élites de poder concentradas en los EE.UU., que buscan con estas prácticas la evasión de sus impuestos. Con esa evasión, se perjudican los programas de asistencia sociales ya que ni pagan impuestos ni cotizan a la Seguridad Social. Obviamente, evadir estas responsabilidades se transfiere en miles de millones de dólares que se mueven en el sistema económico comercial mundial, gracias al lavado de dinero y a la discrecionalidad condicionada de los paraísos fiscales o centros offshore.

La OCDE pidió la firma de doce acuerdos de intercambio de información fiscal con otros tantos países. Pero, como denuncia Juan Hernández Vigueras, el truco consiste en que los paraísos fiscales han firmado doce acuerdos con territorios sin gran relevancia o entre sí, es decir comprometiéndose cada cual en su complicidad sobre la existencia o no de evasión fiscal. De esta forma, se consolida la idea de que los paraísos fiscales constituyen el instrumento ideal de la delincuencia transnacional, necesitada de lavar sus capitales y evadir impuestos.

El dilema de las listas de la OCDE se resuelve con un ejercicio de comparación entre algunas listas. Por ejemplo si revisamos el listado de paraísos fiscales de América según la OCDE en el año 2000 figuraban: Antillas Neerlandesas, Aruba, Anguilla, Antigua y Barbuda, Las Bahamas, Barbados, Bermudas, Islas Caimanes, República de Dominica, Granada, Jamaica, Islas Malvinas, Montserrat, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, Islas Turks y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes de EE. UU., República de Panamá.

La versión del 15 de Diciembre de 2011 , ha ocurrido una gran simplificación, comenzando por el caso Uruguayo. Finalmente para la OCDE Uruguay ha dejado de ser un paraíso fiscal cumpliendo con una serie de acuerdos que le posibilitan, al menos en lo formal, salir de la angustiosa lista de paraísos fiscales elaborada por esa organización. La firma de 7 nuevos acuerdos de intercambio de información, eleva el número de convenios del país sudamericano a 18, cuando los requeridos son sólo 12. Esto son seis acuerdos más de los requeridos fueron suficiente para considerar transparente sus transacciones y, por tanto, eliminarlo de la “lista gris” de la OCDE, donde Uruguay estaba en la categoría de “otros centros financieros”.

Gracias a estos requisitos burocráticos algunas de las jurisdicciones más clásicas como las Islas Vírgenes Británicas (BVI), Antigua y Barbuda, Belize, Bahamas, entre otras, fueron sacadas de la «lista gris». De este modo, para los primeros días de 2012 sólo constituían las lista Niué y Naurú. La OCDE además también creó el llamado grupo de «otros centros financieros» el 15 de Diciembre de 2011.

Sin embargo, la inmensa mayoría de los países que abandonaron la lista posiblemente sigan manteniendo las preferencias para no residentes y el necesaria confiablidad que le asegura las comisiones, en otras palabras, continúa la pervivencia de paraísos fiscales con las condiciones propicias para el lavado de dinero y la evasión de impuestos.

La crisis mundial en contraste con el lavado de dinero y los paraísos fiscales

En el contexto de crisis global y los recortes presupuestarios que se profundizan en varios países afectan a los organismos tributarios y la lucha contra la evasión. De acuerdo a las cifras que maneja el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la ONU, se lavan anualmente más de 600 mil millones de dólares conseguidos por el delito organizado en todo el mundo y esta operación ocurre bajo la anuencia del sistema bancario legal.

La concentración del poder de los bancos es tal, que sólo 20 de los mayores bancos del mundo están a cargo del 75 por ciento de las transacciones financieras de los Estados Unidos, Francia e Inglaterra. A esta realidad debe sumársele que los EE.UU. no cuentan con un Banco Central real, sino que dicho Banco es una empresa privada formada por grandes Bancos de los Estados Unidos. Por tanto, la Reserva Federal es un ente privado, resultado de una asociación de Bancos de carácter estatal y de orientación nacional –según su acta constitutiva- con interés de lucro; por lo que dicha reserva responde a los intereses de los bancos que la constituyen. Como si no bastara, los mandatos de los presidentes de la Reserva son más largos que los del presidente de los EE.UU., de modo que el presidente entrante de los Estados Unidos no elige al presidente de la Reserva Federal.

Un famoso lavador como Kenneth Rijock, conocido ahora como un muy lucrativo conferencista sobre estos temas, precisó que las razones siguen haciendo atractiva a la banca para los lavadores, son la inexistencia de un impuesto sobre la renta, ni de impuestos de sucesiones, ni sobre el beneficio empresarial, eliminándose así los controles legales de cambio bajo el supuesta confraternidad profesional del secreto.

Por estas razones los paraísos fiscales resultan cada día más difíciles de perseguir y controlar, con consecuencias cada vez más incalculables. «El secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Larry Summers, ha señalado que las compañías supranacionales, que son unas 60 mil, junto con grandes organizaciones de auditorías y algunos bancos de inversión, vehiculizan una evasión fiscal que le está costando a su país, sólo por las actividades en los refugios fiscales, 10 mil millones de dólares al año».

De esta forma el propio sistema esta evadiendo impuestos. De hecho como la propia Reserva Federal no es un su totalidad un ente estatal, resulta muy lógico que prefieran canalizar parte de sus fondos varios bancos norteamericanos a paraísos fiscales para así obtener un interés que perderían en la Reserva Federal; de manera que no se ven obligados a depositar todo su capital en la Reserva. La incógnita sería quien desconoce este hecho y por qué no se toman medidas efectivas contra el mismo y la realidad es que todos lo saben y nadie hace nada.

La Reserva Federal es teóricamente pública, porque es como el Banco Central de de los Estados Unidos; constituyendo por tanto máxima la autoridad monetaria. Ello a faculta para poder regir la política monetaria y el funcionamiento del sistema bancario estadounidense (tasas de interés, encaje legal, impresión de dinero, etc.) Sin embargo, mediante el encaje legal puede retenerse una determinada proporción de los depósitos del sistema bancario, de procedencia privada y no tiene el poder absoluto sobre su revaluación o no, debido a que el dólar como divisa internacional debe atenerse a otras condicionantes. Si le preguntáramos a al gobierno de China, por ejemplo, como máximo acreedor de ese EE.UU., tampoco le resultaría factible la devaluación del dólar.

En este contexto, la evasión de impuestos y a búsqueda de paraísos fiscales con mayores preferencias, amerita un mayor control debido a las pérdidas millonarias que puede significar para las economías “nacionales”. Para que se tenga una medida de cuanto puede perderse con la evasión de impuestos, vale la pena remitirse al período de la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay. “Estimaciones formuladas tras la caída del stronismo dan cuenta que la corrupción de la dictadura le costó al país por lo menos unos 6.000 millones de dólares americanos. Dadas las dimensiones de esta enorme cifra, es fácil concluir las oportunidades de desarrollo de las que se privó miserablemente al Paraguay en términos de orientación de la inversión pública hacia la educación, la salud, la vivienda y la infraestructura de todo tipo.”

No obstante, si bien para la clase trabajadora es muy perjudicial la evasión de impuestos, para la clase alta resulta un muy lucrativo negocio aunque, paradójicamente, son ellos los que menos impuestos pagan, ya que se considera que es la clase que tiene grandes capitales y, por tanto, posibilidades de invertir. Esta situación ha sido tan discutible que uno de los mayores millonarios de los Estados Unidos ha llegado a reclamar ante el Congreso, que le cobren más impuestos. Los paraísos fiscales tienen entre otros beneficios, la posibilidad de lavar dinero de procedencia ilícita, que sólo sería posible bajo los agradables secretos bancarios que suelen conceder.

El dinero sucio puede derivarse tanto de actividades económicas ilícitas como de aquel que no se declara en hacienda, tanto para la evasión de la Justicia en términos criminales como la evasión de los altos impuestos. La problemática se origina, cuando el individuo acumula una suma de dinero la cual no puede justificar y, por tanto, utilizar libremente para el comercio.

Entre las formas de lavado de dinero está el trabajo hormiga, donde una serie de individuos se dividen diversas sumas de dinero reduciéndolas a una suma, la cual no es registrada como sospechosa y, por tanto, el dinero puede ser utilizado sin necesidad de justificar ante la Ley, debido a que esas transacciones no son registradas.

Esta gran vulnerabilidad provocó que en 1998 la ONU realizara el primer acuerdo para la lucha contra de lavado de dinero, estipulándose los principios jurídicos internacionales para la “lucha” contra este delito, entendiéndolo como un fenómeno inherente al mundo actual. “La globalización liberal requiere los «paraísos fiscales» como la familia tradicional requería los prostíbulos, como compensación equilibrante de los matrimonios indisoluble. La lectura de lo que son y de su funcionamiento habla mucho más sobre el capitalismo contemporáneo que centenas de inocuos manuales de economía y finanzas.”

Los paraísos fiscales son micro-territorios o Estados con legislación fiscal floja o inexistente, que practican la recepción anónima de capitales. “Ese lavado, según el FMI, representa entre el 2 y 5% del PIB mundial. La mitad de los flujos de capitales internacionales transita o reside en los ´paraísos fiscales´, en un monto que oscila entre los seiscientos millones y mil quinientos millones de dólares sucios que circulan en esos circuitos. Para tener una idea de lo que significa ese monto, basta decir que las deudas públicas en todos los mercados internacionales llega a los cinco mil millones de dólares.” La evasión fiscal se vale de los centros llamados «offshore» o bancos extraterritoriales, que atraen a quienes buscan evadir el pago de impuestos por sus fortunas. El conjunto de actividades de los paraísos se ha convertido en parte esencial del sistema económico global.

(fin de la primera parte)

Por Alejandro Perdomo Aguilera

Argenpress.info

Este trabajo pretende realizar un acercamiento al estado del lavado de dinero y los paraísos fiscales en el continente americano, relacionado con el crimen organizado trasnacional, particularmente con el vinculado al tráfico ilícito de drogas (TID).

Para ello se hace un breve análisis sobre los paraísos fiscales en América y su relación con el lavado de dinero, proveniente en lo fundamental del TID y otros delitos conexos (tráfico ilícito de personas, órganos y armas), para desde allí abordar la situación de dependencia y dominación en que mantiene los EE.UU. a nuestra América, en el contexto de crisis de la economía mundial.

Palabras claves: drogas, crisis económica, lavado de dinero, paraísos fiscales, Latinoamérica, EE.UU.

La historia de los paraísos fiscales y el lavado de dinero en Latinoamérica, parece una historia romántica donde la conspiración, las alianzas entre élites de poder económico trasnacional parece no hallar racionalidad. En un contexto pletórico de burbujas financieras, donde el tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos, consolidan las alianzas entre el empresariado y sectores de la “alta” política, para el blanqueo de las ganancias y la evasión de altos impuestos.

Parce ser que el mundo incivilizado suele imponerse para los países de nuestra América. El TID si bien en materia jurídica es seriamente penado por las autoridades norteamericanas, desde el orden económico, financiero y comercial, son muy bien aprovechados los dividendos provenientes de ese flagelo. Digamos que cuando se sigue la ruta del dinero, puede percibirse el punto de encuentro entre los intereses de los narcotraficantes, el empresariado transnacional y los altos funcionarios políticos latinoamericanos y estadounidenses, en el lavado de dinero y la evasión de impuestos; para lo cual utilizan hábilmente los paraísos fiscales de la región y, también, del territorio de los EE.UU.

Los paraísos fiscales no son necesariamente ilegales, a pesar de que en muchos casos se les relacione con el blanqueo de dinero, la fuga de capitales o la evasión de impuestos; ciertamente se pueden obtener ventajas sin cometer ningún delito, aunque moralmente dejen mucho que desear. Existe también un problema ético aunque no deja de ser legal cuando los ciudadanos o empresas trasladan sus capitales hacia otros países en aras de evitar los altos impuestos en su país de origen.

El dinero negro puede derivarse tanto de actividades económicas ilícitas como de aquel que no se declara en hacienda, tanto para la evasión de la Justicia en términos criminales como la evasión de los altos impuestos. En este trabajo interesa destacar aquel dinero blanqueado por tráfico de drogas y otros delitos conexos. La problemática parte en este caso, cuando el individuo acumula una suma de dinero la cual no puede justificar y, por tanto, utilizar libremente para el comercio.

Desde la época de Al Capone el crimen organizado utilizada esta terminología, cuyo término de blanqueado de dinero o lavado, se originó cuando dicho Gánster adquirió una cadena e lavanderías para legitimar la procedencia de sus dinero con un negocio de segunda, el cual, evidentemente no era el fruto de sus grandes riquezas pero sí un cauce por donde legitimar algunos de sus fondos.

Actualmente es muy común la inversión el sector turístico, sobre todo en la construcción. Por ello los países o regiones con economías de servicios suelen ser muy atractivos para el lavado de dinero del crimen organizado. Sin embargo, en las listas de la OCDE nunca se reconoce este tipo de actividades en los países de primer mundo. Tal es el caso de los Estados Unidos donde existen varios Estados donde es clásico el lavado de dinero. En esta actividad, es muy llamativo el caso del Estado de la Florida, donde Miami ha cumplido un rol crucial en esta actividad por décadas. “Un estudio realizado por el Departamento de Robos de la policía de Miami, a mediados de la década del 80, indicó que de 100 billetes de un dólar analizados, 99 tenían rastros de cocaína.”

Es muy común ver como grandes capos de la droga en Colombia y México lavan sus dineros en Miami, invirtiendo en casas, hoteles y otras construcciones; contando con la complicidad de empresarios y bancos que se encargan de lavar el dinero. “Algunos opinan que los bancos miamenses irían a la ruina si dejaran de lavar dinero del mercado de drogas y que se depreciarían a niveles insospechados los precios de bienes raíces si los narcotraficantes suspendieran las compras de propiedades”

Los paraísos fiscales suelen tipificarse por su baja tributación y el requerido secreto bancario. Debido a estas circunstancias la OCDE suele elaborar listas de paraísos fiscales, listas offshore, listas grises , o las llamadas listas españolas, que se utilizan para “desacreditar” a algunas jurisdicciones. Curiosamente en estas listas no aparecen bancos radicados en algunos Estados de la Unión que realizan similares prácticas.

Sin embargo, el sistema de listas de la OCDE, a mi consideración, crea más confusiones que soluciones ya que su sistema de confiabilidad se basa en la firma de acuerdo para intercambio de información y llegado determinado estándar internacional, es eliminado de la lista de paraísos fiscales, cuando en la práctica puede seguirlo siendo.

El fraude fiscal, que los paraísos hacen posible, afecta las políticas sociales, producto de la evasión de impuestos de la cual, se supone, salen parte de los fondos para ese tipo de medidas. Desde este punto, se puede comprender como la evasión de impuestos que alientan el lavado de dinero y los paraísos fiscales, afecta directamente a un sector tan sensible e importante de la sociedad como la clase media, tanto por su influencia política como por su estatus de paradigma de vida político-cultural y económico al interior de las sociedades, aunque esta situación no es del todo homogénea. En ese sentido, “(…) la lucha contra la austeridad presupuestaria, contra las deudas ilegítimas, evasión y fraude fiscal, contra los paraísos fiscales, es la lucha por el Estado de derechos sociales (mal denominado de bienestar). La misma lucha.”

Si nos dejamos guiar por las artimañas burocráticas en torno a los parámetros de control pudiera pensarse que las recientes reducciones de las listas de paraísos fiscales que realiza la OCDE y otras Instituciones es un tema en el que se ha obtenido éxito, pero lamentablemente los paraísos fiscales, la evasión de impuestos y el lavado de dinero son problemas que continúa vigentes.

En realidad el sistema de listas de la OCDE funge más como pantalla pública que como barrera contra la evasión de impuestos y el lavado de dinero; ensombreciendo la realidad a través de una condena pública a un hecho que evidentemente, no se resuelve aún a nivel global y mucho menos en el continente americano; sumergido en guerras fratricidas entre narcotraficantes y el gobierno norteamericano, que vienen a constituir otra prueba de la pervivencia de los fenómenos del lavado de dinero y los paraísos fiscales en una región estremecida por la oleada de violencia, con que operan los carteles de la droga.

Pero al problema no se le proyectan soluciones definitivas, ya que más allá de las noticas de crónica roja y las políticas antidrogas del imperio, existe un interés económico, financiero y comercial sobre el frondoso monto de capitales que genera dicho negocio.

Ahora bien, este ejercicio no sólo limpia el dinero del crimen organizado sino que se inserta también en el sistema monetario internacional, atrayendo a las élites de poder concentradas en los EE.UU., que buscan con estas prácticas la evasión de sus impuestos. Con esa evasión, se perjudican los programas de asistencia sociales ya que ni pagan impuestos ni cotizan a la Seguridad Social. Obviamente, evadir estas responsabilidades se transfiere en miles de millones de dólares que se mueven en el sistema económico comercial mundial, gracias al lavado de dinero y a la discrecionalidad condicionada de los paraísos fiscales o centros offshore.

La OCDE pidió la firma de doce acuerdos de intercambio de información fiscal con otros tantos países. Pero, como denuncia Juan Hernández Vigueras, el truco consiste en que los paraísos fiscales han firmado doce acuerdos con territorios sin gran relevancia o entre sí, es decir comprometiéndose cada cual en su complicidad sobre la existencia o no de evasión fiscal. De esta forma, se consolida la idea de que los paraísos fiscales constituyen el instrumento ideal de la delincuencia transnacional, necesitada de lavar sus capitales y evadir impuestos.

El dilema de las listas de la OCDE se resuelve con un ejercicio de comparación entre algunas listas. Por ejemplo si revisamos el listado de paraísos fiscales de América según la OCDE en el año 2000 figuraban: Antillas Neerlandesas, Aruba, Anguilla, Antigua y Barbuda, Las Bahamas, Barbados, Bermudas, Islas Caimanes, República de Dominica, Granada, Jamaica, Islas Malvinas, Montserrat, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, Islas Turks y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes de EE. UU., República de Panamá.

La versión del 15 de Diciembre de 2011 , ha ocurrido una gran simplificación, comenzando por el caso Uruguayo. Finalmente para la OCDE Uruguay ha dejado de ser un paraíso fiscal cumpliendo con una serie de acuerdos que le posibilitan, al menos en lo formal, salir de la angustiosa lista de paraísos fiscales elaborada por esa organización. La firma de 7 nuevos acuerdos de intercambio de información, eleva el número de convenios del país sudamericano a 18, cuando los requeridos son sólo 12. Esto son seis acuerdos más de los requeridos fueron suficiente para considerar transparente sus transacciones y, por tanto, eliminarlo de la “lista gris” de la OCDE, donde Uruguay estaba en la categoría de “otros centros financieros”.

Gracias a estos requisitos burocráticos algunas de las jurisdicciones más clásicas como las Islas Vírgenes Británicas (BVI), Antigua y Barbuda, Belize, Bahamas, entre otras, fueron sacadas de la «lista gris». De este modo, para los primeros días de 2012 sólo constituían las lista Niué y Naurú. La OCDE además también creó el llamado grupo de «otros centros financieros» el 15 de Diciembre de 2011.

Sin embargo, la inmensa mayoría de los países que abandonaron la lista posiblemente sigan manteniendo las preferencias para no residentes y el necesaria confiablidad que le asegura las comisiones, en otras palabras, continúa la pervivencia de paraísos fiscales con las condiciones propicias para el lavado de dinero y la evasión de impuestos.

La crisis mundial en contraste con el lavado de dinero y los paraísos fiscales

En el contexto de crisis global y los recortes presupuestarios que se profundizan en varios países afectan a los organismos tributarios y la lucha contra la evasión. De acuerdo a las cifras que maneja el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la ONU, se lavan anualmente más de 600 mil millones de dólares conseguidos por el delito organizado en todo el mundo y esta operación ocurre bajo la anuencia del sistema bancario legal.

La concentración del poder de los bancos es tal, que sólo 20 de los mayores bancos del mundo están a cargo del 75 por ciento de las transacciones financieras de los Estados Unidos, Francia e Inglaterra. A esta realidad debe sumársele que los EE.UU. no cuentan con un Banco Central real, sino que dicho Banco es una empresa privada formada por grandes Bancos de los Estados Unidos. Por tanto, la Reserva Federal es un ente privado, resultado de una asociación de Bancos de carácter estatal y de orientación nacional –según su acta constitutiva- con interés de lucro; por lo que dicha reserva responde a los intereses de los bancos que la constituyen. Como si no bastara, los mandatos de los presidentes de la Reserva son más largos que los del presidente de los EE.UU., de modo que el presidente entrante de los Estados Unidos no elige al presidente de la Reserva Federal.

Un famoso lavador como Kenneth Rijock, conocido ahora como un muy lucrativo conferencista sobre estos temas, precisó que las razones siguen haciendo atractiva a la banca para los lavadores, son la inexistencia de un impuesto sobre la renta, ni de impuestos de sucesiones, ni sobre el beneficio empresarial, eliminándose así los controles legales de cambio bajo el supuesta confraternidad profesional del secreto.

Por estas razones los paraísos fiscales resultan cada día más difíciles de perseguir y controlar, con consecuencias cada vez más incalculables. «El secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Larry Summers, ha señalado que las compañías supranacionales, que son unas 60 mil, junto con grandes organizaciones de auditorías y algunos bancos de inversión, vehiculizan una evasión fiscal que le está costando a su país, sólo por las actividades en los refugios fiscales, 10 mil millones de dólares al año».

De esta forma el propio sistema esta evadiendo impuestos. De hecho como la propia Reserva Federal no es un su totalidad un ente estatal, resulta muy lógico que prefieran canalizar parte de sus fondos varios bancos norteamericanos a paraísos fiscales para así obtener un interés que perderían en la Reserva Federal; de manera que no se ven obligados a depositar todo su capital en la Reserva. La incógnita sería quien desconoce este hecho y por qué no se toman medidas efectivas contra el mismo y la realidad es que todos lo saben y nadie hace nada.

La Reserva Federal es teóricamente pública, porque es como el Banco Central de de los Estados Unidos; constituyendo por tanto máxima la autoridad monetaria. Ello a faculta para poder regir la política monetaria y el funcionamiento del sistema bancario estadounidense (tasas de interés, encaje legal, impresión de dinero, etc.) Sin embargo, mediante el encaje legal puede retenerse una determinada proporción de los depósitos del sistema bancario, de procedencia privada y no tiene el poder absoluto sobre su revaluación o no, debido a que el dólar como divisa internacional debe atenerse a otras condicionantes. Si le preguntáramos a al gobierno de China, por ejemplo, como máximo acreedor de ese EE.UU., tampoco le resultaría factible la devaluación del dólar.

En este contexto, la evasión de impuestos y a búsqueda de paraísos fiscales con mayores preferencias, amerita un mayor control debido a las pérdidas millonarias que puede significar para las economías “nacionales”. Para que se tenga una medida de cuanto puede perderse con la evasión de impuestos, vale la pena remitirse al período de la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay. “Estimaciones formuladas tras la caída del stronismo dan cuenta que la corrupción de la dictadura le costó al país por lo menos unos 6.000 millones de dólares americanos. Dadas las dimensiones de esta enorme cifra, es fácil concluir las oportunidades de desarrollo de las que se privó miserablemente al Paraguay en términos de orientación de la inversión pública hacia la educación, la salud, la vivienda y la infraestructura de todo tipo.”

No obstante, si bien para la clase trabajadora es muy perjudicial la evasión de impuestos, para la clase alta resulta un muy lucrativo negocio aunque, paradójicamente, son ellos los que menos impuestos pagan, ya que se considera que es la clase que tiene grandes capitales y, por tanto, posibilidades de invertir. Esta situación ha sido tan discutible que uno de los mayores millonarios de los Estados Unidos ha llegado a reclamar ante el Congreso, que le cobren más impuestos. Los paraísos fiscales tienen entre otros beneficios, la posibilidad de lavar dinero de procedencia ilícita, que sólo sería posible bajo los agradables secretos bancarios que suelen conceder.

El dinero sucio puede derivarse tanto de actividades económicas ilícitas como de aquel que no se declara en hacienda, tanto para la evasión de la Justicia en términos criminales como la evasión de los altos impuestos. La problemática se origina, cuando el individuo acumula una suma de dinero la cual no puede justificar y, por tanto, utilizar libremente para el comercio.

Entre las formas de lavado de dinero está el trabajo hormiga, donde una serie de individuos se dividen diversas sumas de dinero reduciéndolas a una suma, la cual no es registrada como sospechosa y, por tanto, el dinero puede ser utilizado sin necesidad de justificar ante la Ley, debido a que esas transacciones no son registradas.

Esta gran vulnerabilidad provocó que en 1998 la ONU realizara el primer acuerdo para la lucha contra de lavado de dinero, estipulándose los principios jurídicos internacionales para la “lucha” contra este delito, entendiéndolo como un fenómeno inherente al mundo actual. “La globalización liberal requiere los «paraísos fiscales» como la familia tradicional requería los prostíbulos, como compensación equilibrante de los matrimonios indisoluble. La lectura de lo que son y de su funcionamiento habla mucho más sobre el capitalismo contemporáneo que centenas de inocuos manuales de economía y finanzas.”

Los paraísos fiscales son micro-territorios o Estados con legislación fiscal floja o inexistente, que practican la recepción anónima de capitales. “Ese lavado, según el FMI, representa entre el 2 y 5% del PIB mundial. La mitad de los flujos de capitales internacionales transita o reside en los ´paraísos fiscales´, en un monto que oscila entre los seiscientos millones y mil quinientos millones de dólares sucios que circulan en esos circuitos. Para tener una idea de lo que significa ese monto, basta decir que las deudas públicas en todos los mercados internacionales llega a los cinco mil millones de dólares.” La evasión fiscal se vale de los centros llamados «offshore» o bancos extraterritoriales, que atraen a quienes buscan evadir el pago de impuestos por sus fortunas. El conjunto de actividades de los paraísos se ha convertido en parte esencial del sistema económico global.


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