El 17 de junio de 2018, Jorge Mateluna Rojas (foto arriba) cumplió cuatro años de prisión en la Cárcel de Alta Seguridad, tras haber sido acusado de participación en un asalto al banco Santander de Pudahuel. Este hecho ocurrió el 13 de junio de 2013, durante la primera presidencia de Sebastián Piñera. Mateluna había sido miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y a partir de 1992 había estado en la cárcel durante 12 años, acusado de infringir la Ley Antiterrorista. Tras una huelga de hambre de 75 días, fue indultado en 2004.
El 13 de junio de 2013, Mateluna se dirigía a presentar un proyecto a la Municipalidad de Pudahuel, en su calidad de gestor cultural. En esos momentos, se produjo el asalto al banco Santander y la policía había cercado todo el sector, a la vez de efectuar controles de identidad a los transeúntes. En dichas circunstancias, dos carabineros en cierre de plan cuadrante solicitaron la identificación a Mateluna. Al constatar su pasado frentista, sacaron sus armas y lo introdujeron al carro policial. Dicha detención se realizó a las 10;00 horas. Tan sólo una hora más tarde, el general Pacheco asumió el mando del operativo y llamó a la prensa para informar de la detención de un frentista, indultado por el gobierno de la Concertación, por ser asaltante de un banco. Tanto este general como el ministro del Interior del entonces primer gobierno de Piñera advirtieron sobre la reagrupación de grupos armados.
En la detención de Mateluna hubo un solo testigo civil que fue desechado por Carabineros. Hubo una rueda de reconocimiento con testigos del asalto, quienes señalaron con claridad a uno de los imputados y que no era Mateluna. Incluso le hicieron dar un paso adelante. De este procedimiento existe un video que no fue incorporado al proceso por oposición del fiscal a cargo del caso.
Un capitán de Carabineros declaró en el juicio, afirmando haber distinguido quiénes eran los tres imputados de delito. Luego de haberse exhibido el video de la rueda de reconocimiento, se demostró que el carabinero había mentido.
Como el general Pacheco había declarado culpable a Mateluna una hora después de su detención, esto es, antes del juicio, sus subordinados no tuvieron otra alternativa sino la de seguir “la verticalidad del mando”.
De los 37 exámenes de ADN, ninguno es de Mateluna. Tampoco lo reconocieron 34 testigos en el interior del banco asaltado, ni las 124 fotografías analizadas por OS9 de Carabineros. El juez Cristián Alfaro no consideró las pruebas y condenó a un inocente.
El kafkiano caso de Mateluna ha sido llevado al teatro por Guillermo Calderón, lo que ha permitido que el mundo entero haya podido conocer esta aberrante inmoralidad. Al respecto, un diario portugués ha señalado que “cuando la policía miente, el teatro tiene el deber de decir la verdad”.
A diferencia de lo anterior, el Presidente de la República ha indultado al ex coronel de Ejército René Cardemil, preso en Punta Peuco y fallecido recientemente. Piñera ha argumentado que “los indultos son por razones humanitarias, queremos que Chile sea un país humanitario, que tenga compasión por aquellas personas que están al borde la muerte o postradas en nuestras cárceles, eso es válido en civiles y militares”. Para agregar que “esas personas puedan morir con la dignidad que merecen, y junto a sus familiares”.
Cardemil había sido condenado a 10 años de presidio por el “caso Torres San Borja”. El 16 de octubre de 1973, una patrulla de tres suboficiales de ejército irrumpió en la Torre 12 de la Remodelación San Borja, en el centro de Santiago. Encañonaron al sereno, cerraron los ascensores y cortaron la línea telefónica. Luego, allanaron varios departamentos y secuestraron a seis personas: un empresario militante de derecha; un alto funcionario del FMI; un estudiante de matemáticas de la Universidad de Valparaíso; un cirujano dentista, aquejado de una grave enfermedad; y una pareja de turistas argentinos. De estos últimos, la mujer, de 26 años, se encontraba embarazada.
Los seis fueron conducidos al recinto clandestino de detención Casa de la Cultura de Barrancas, en la actual comuna de Pudahuel. Al día siguiente, fueron llevados a los alrededores del Túnel Lo Prado. Liderados por Cardemil, los acribillaron por la espalda con ráfagas de ametralladora, justificándose con la entonces recurrente “ley de fuga”.
De acuerdo a los especialistas, los indultos requieren de arrepentimiento, de la entrega de antecedentes de los hechos y de la colaboración para esclarecer los delitos. Por tanto, el beneficio dado a Cardemil (y que ha servido de precedente para la solicitud de más indultos para criminales de lesa humanidad), no ha respetado el derecho internacional que, por tener mayor valor, está incorporado al ordenamiento jurídico nacional. En consecuencia, el indulto no puede proceder de la decisión arbitraria y secreta del Ejecutivo, sino que debe constituir una decisión judicial. Es tal la gravedad de lo ocurrido, que incluso el ministro de Justicia, Hernán Larraín, ha reconocido que “en situaciones tan delicadas como esta, lo importante es que sea la misma justicia la que haga la modificación”.
Por su parte, desde su lecho de moribundo, Cardemil vomitó su odio a “los salvajes de la Unidad Popular” (…) “Nunca nos van a ganar, porque nuestro poder es más grande”. (…) “Ganamos un puesto en una batalla que fue tremenda”.
El lector puede juzgar la descripción de la injusticia que padece Jorge Mateluna y la benevolencia hacia Cardemil y hacia todos los violadores de derechos humanos conocidos y ocultos.
Por Hervi Lara B.
Santiago de Chile, 26 de junio de 2018.