Recordando a Guy Debord

La mayoría de las veces los homenajes se quedan en una martirología mortuoria que recuerda mucho a lo religioso, muy común desafortunadamente entre nosotros, pero que parece que es algo que debemos superar algún día, para recordar lo que realmente ha supuesto algunas figuras en la historia de la revolución social y la libertad humana

Recordando a Guy Debord

Autor: Cristobal Cornejo

La mayoría de las veces los homenajes se quedan en una martirología mortuoria que recuerda mucho a lo religioso, muy común desafortunadamente entre nosotros, pero que parece que es algo que debemos superar algún día, para recordar lo que realmente ha supuesto algunas figuras en la historia de la revolución social y la libertad humana.

En este caso, este recuerdo a Guy Debord no es homenaje sino un pequeño agradecimiento de lo que su obra y vida, no siempre afortunadas, han supuesto para mí y para muchos.

A Debord, como a muchos, le tocó vivir una época de contrastes; se independizó pronto. A los 19 años ya comenzó sus andanzas y a construir su vida acorde a sus ideas en los peores barrios de París, donde junto a jóvenes de las clases bajas se dedicaban a beber inmoderadamente y ha discutir sobre arte y revolución, estos jóvenes pronto fundarían la Internacional Letrista.

Muy cerca de ellos estaba la famosa École Normale Superiore del Barrio Latino, escuela elitista donde «gente de bien» cursaban sus carreras, entre ellos muchos que finalmente acabarían como marxologos. Decía Debord «La fórmula para trastocar al mundo no la buscábamos en los libros, sino vagando».

Junto a sus compañeros de alcohol y discusión, fundarían la «Internacional Letrista», cuya finalidad sería la superación del arte; allí fue donde Debord se mostró realmente influenciado por Lautreamont (para los surrealistas, valor supremo del hombre opuesto a todos los valores burgueses), y el pre-dadaísta Cravan. Esta Internacional Letrista se componía de una docena de jóvenes, los cuales algunos eran norteafricanos o extranjeros. Editaron de 1952 a 1954 12 números de un facsímil llamado Potlatch.

Para los letristas, había que desmontar el mundo para reconstruirlo bajo el signo de la creatividad generalizada y opuesto al mundo de la economía. Declaran muerto el arte tradicional, cuya alternativa era el détournement, una especie de collage que emplea elementos existentes para creaciones nuevas. Aspiran a superar la división entre el artista y el espectador, siendo para Debord esencial la inclusión del estilo de vida entre las artes.

Los letristas se dedicaban al escándalo, con la interrupción de festivales y eventos que consideraban que perpetuaban las ideas del viejo mundo que había que deshacer.

Debord había nacido en un contexto donde el surrealismo había perdido su carga innovadora y revolucionaria, y la camarilla de André Breton era una aristocracia intelectual que había aceptado el arte burgués ya durante la posguerra.

En la post guerra, la mayoría de los intelectuales de izquierda franceses habían aceptado el dogmatismo delirante del estalinista PCF (Partido Comunista Francés) sino habían caído en las estériles sectas marxistas, troskistas o bordiguistas.

La actividad letrista y de Debord es inseparable a la frenética actividad cultural de la vida parisina. Mayo del 68 sería más tarde un intento de reconquistar París y convertirla en la cuna donde partiría la libertad humana indisociable a la revolución social.

Durante estos años 50, para Debord y los letristas fue el comienzo de la vida en actos revolucionarios, en una París que Debord la describiría para con su juventud “donde por última vez brillo con un fuego tan intenso”.

Los letristas se parecían claramente a los primeros surrealistas.

En épocos años, tras la disolución de la Internacional Letrista, se fundaría la Internacional Situacionista, en julio de 1957 en Cossio D Árroscia (Italia), por Debord y otros letristas, junto a miembros del movimiento contra cultural COBRA y del Movimiento Internacional por una Bauhaus Imaginista, procedentes de países como Itaia, Francia, Alemania Bélgica, Holanda o Argelia.

Su objetivo, la «construcción de situaciones» en un mundo de la alienación de la mercancía, el trabajo asalariado y el Estado había colonizado el mundo y nuestras vidas. Aquí la influencia en Debord de Marx y Hegel es palpable, así como los escritos de Lukacs respecto a la separación jerárquica de la ciencia burguesa (Historia y Conciencia de clase). Emiten una revista, la Internacional Situacionista, donde se hace un repaso a las actividades contraculturales y políticas, teniendo su máximo apogeo en el mayo francés. Fue en París, en 1968, donde los situacionistas praxísticamente demostraron estar a la altura de las circunstancias y de la época.

En su primera época, la I.S establece un centro de investigaciones sobre el urbanismo unitario, una forma de urbanismo donde la creación de estructuras formaría ambientes y situaciones cambiantes para el ser humano, frente al urbanismo capitalista y especulativo.

Algunos de sus miembros experimentaban en el terreno experimental de la pintura y el arte.

Debord, hablaba en su obra «La sociedad del Espectáculo» de la perdición de la unidad de la vida a causa de la división del trabajo, naciendo varias esferas separadas, entre ellas la cultura. La sociedad del espectáculo era la sociedad alienada y de la separación del ser humano de su naturaleza.

El ser humano asistía como espectador de su vida, lo cuál le impedía ser dueño de sus actuaciones y decisiones. Para ello, era necesario una revolución de la vida cotidiana y destruir las estructuras que nos constriñen (Sistema-Máquina), según los postulados libertarios, que permitirían recuperar la vida en su totalidad: revolución social y cotidiana iban de la mano.

Después de los sucesos de mayo francés, donde los situacionistas, entre otras revueltas de la época, pudieron mejor ver la práctica revolucionaria inmediata de sus ideas, la IS entró en crisis y finalmente fue disuelta en 1972. A partir de aquí, Guy Debord entró en un impasse teórico histórico respecto a las nuevas ideas y la nueva época, cayendo en la egolatría y el aislamiento. Aún así siguió escribiendo y filmando películas situacionistas, y manteniendo su apoyo a los revolucionarios anticapitalistas y autónomos de media Europa.

En 1994, el 30 de diciembre, se suicida Guy Debord, cuya dolorosa enfermedad consecuencia de su alcoholismo no le permitiría ya vivir según sus ideas. Prefería dejarnos con la idea de un Debord revolucionario y consecuente, a pesar de su arrogancia y egolatría que en ocasiones haría presencia entre sus compañeros.

«Se ha vuelto ingobernable esta tierra quemada, en la que los nuevos sufrimientos se disfrazan en nombre de viejos placeres, y donde la gente tiene tanto miedo. Vamos dando vueltas por la noche y somos devorados por el fuego. Se despiertan espantados y buscan a tientas la vida. Corre el rumor de quienes la expropiaban, para calma lo han extraviado.
He aquí pues, una civilización entera que arde, zozobra, y se hunde entera. ¡Que admirable torpedeo!»

Tomado de Alasbarricadas


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