El año pasado, la Tierra perdió más de 15 millones de hectáreas de extensión forestal en los trópicos del mundo.
Lo bueno es que esta cifra es un poco menor que la cantidad récord de vegetación arbórea destruida en 2016, pero ese pequeño detalle es lo único positivo de esta noticia. Una interpretación menos generosa de los datos sugiere que no hay indicios de que la tendencia se invierta.
Los datos recopilados por la Universidad de Maryland, EE.UU, se utilizaron en un registro que describe la cantidad de bosques tropicales que perdieron cantidades importantes de cobertura en 2017. El estudio es parte del Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundial (WRI por su sigla en inglés), con sede en Estados Unidos.
La pérdida de cobertura de árboles no es exactamente lo mismo que la deforestación, que afortunadamente parece estar disminuyendo.
La reducción en la cobertura de un bosque describe la eliminación del 30% del dosel en ecosistemas boscosos gestionados y silvestres. Comúnmente esto es el resultado de desastres naturales o incendios provocados por humanos.
Los 15 millones de hectáreas (en realidad es algo más que eso) es aproximadamente el equivalente a un área de 40 canchas de fútbol americano. Esa cantidad se perdió cada minuto el año pasado.
Cuando imaginamos un bosque tropical, es difícil no pensar en el Amazonas en primer lugar. En 2016, Brasil perdió casi 4 millones de hectáreas de su porción de cobertura arbórea amazónica, tres veces más que el año anterior. Este salto fue causado por incendios generalizados que han reducido la biodiversidad y el almacenamiento de biomasa.
Teniendo en cuenta que la región del Amazonas tuvo más incendios en 2017 que en cualquier otro año desde que comenzaron los registros en 1999, todo el terreno ganado para encapsular el carbono a través de las pasadas leyes de deforestación, ahora está perdido.
El cambio climático es un factor importante que contribuye no solo a los incendios a gran escala, sino que también a diversos fenómenos meteorológicos que destruyen a los árboles. En la isla de Dominica, una temporada de huracanes extremos arrasó con un tercio de su cobertura arbórea en 2017. De manera similar, Puerto Rico perdió el 10% del dosel de la isla.
El mayor perdedor en el informe fue Colombia, que vio un máximo cercano al 50% en la pérdida de cobertura arbórea. Sin embargo, la causa de este declive fue más política que climática, pero igualmente difícil de resolver.
El reciente desarme del principal movimiento guerrillero colombiano, conocido como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), les ha hecho perder el control sobre grandes secciones de bosques remotos.
El retiro de las FARC ha dejado a los bosques desprotegidos, abriendo el camino para la tala ilegal de tierras con el objetivo de establecer prados, comercio maderero y plantaciones de coca.
Es importante tener en cuenta que, si bien el informe de este año muestra una mejora técnica, el promedio de los últimos tres años evidencia que el problema está empeorando. Ese es el indicador más preciso para observar la tendencia.
Indonesia es una feliz excepción. El país ha visto una reducción en la pérdida de cobertura arbórea en 2017 y su promedio de tres años también ha mejorado.
Se cree que este mejoramiento se debe a sus políticas por la protección de los bosques, que comenzó en 2016 con algunas restricciones a los proyectos agrícolas deforestadores.
Los esfuerzos de Indonesia son un paso en la dirección correcta. Sus medidas para limitar la deforestación deben ser aplaudidas y parecen estar funcionando, pero el asunto es complejo y hace falta abordar al menos dos problemas: frenar el impacto del calentamiento global en el clima y terminar con la pobreza que alienta a las personas a talar las áreas forestales para cultivos y pastizales.
Fuente: Science Alert