Titulo esta columna de esta forma, ya que quiero expresar ciertas cosas que en la vida me han pasado, nací con labio leporino, fisura labial, paladar hendido; para muchos les parecerá nuevo esto y bueno para otros ya deben saber sobre el tema, para quienes no saben, el labio leporino es una mal formación congénita, que conlleva a someterse a una serie de intervenciones quirúrgicas en la medida que uno va creciendo. Explico esto, ya que no soy la única con este problema y sin embargo me han hecho sentir como tal. Bueno a qué quiero llegar con esto y que tiene que ver con el título; he pasado por una inmensidad de burlas, frases que te marcan, y bueno sé que a muchos con este «detalle» les limita a seguir una vida en lo que se puede llamar normal.
Con esto quería introducirme a lo que fue el asesinato de Daniel Zamudio y es ahí donde defiendo mi título, ¿Tenemos que esperar golpes y muertes, para dar fin a este tema que nos involucra a todos, que es la discriminación?, como joven estudiante y siento parte de esta sociedad que a menudo discrimina y más aun, haber sido víctima de tal «ignorancia», creo que como ciudadanos nos deberíamos sentir completamente avergonzados en la sociedad que nosotros mismo creamos, porque son con estos hechos que una vez más estamos escribiendo con sangre otra página de esta negra historia de nuestro país, porque sé que al final del día ni la cárcel ni los golpes salvarán a nuestro país de esta inmensa carencia de educación y también de voluntad por querer aprender y ser alguien capaz de tolerar cualquier tipo de defecto que cualquier ser humano lleve en su cuerpo y más aun en su cara, que sea capaz de aceptar las decisiones de estas personas por querer llevar una vida fuera a los que nos obligaron a llamarla normal, porque creo que ahí está el mayor problema, la tolerancia. Sé que existen distintos tipos de discriminación, sé que muchos de ustedes pueden haber pasado por una situación similar, ya sea de trabajo, estrato social, etc… y eso lo que quiero reflejar con esto, lo he pasado, lo he vivido, no me han golpeado, pero sí han llegado a apuñalar mis ganas de vivir, pienso que esto no se basa siempre en una fuerza interior si no también depende mucho de una buena educación.
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