El problema del ruido ambiental, el caos urbano y la actividad industrial que desempeña la ciudadanía a diario generan un dilema ecológico, que perjudica la sana interacción del trinomio Hombre-Medio-Sociedad.
El ruido es un tipo de contaminación característico de las zonas o sociedades urbanas, que tiene un impacto grande en la salud mental de los habitantes de una región. Este problema afectará a corto o mediano plazo el cumplimiento de las actividades rutinarias que tenga un individuo. La contaminación sónica es un producto de las distintas actividades que se realizan en una región, específicamente en las ciudades extensas.
Los sonidos molestos y estridentes pueden causar efectos psicológicos nocivos para los habitantes. La principal razón por la que es muy difícil erradicar este tipo de contaminación es su origen, ya que se produce únicamente por la realización de actividades cotidianas por parte de los individuos. Algunos ejemplos son el ruido del transporte, los emitidos por maquinarias implementadas para la construcción de vías públicas o edificios, los generados por las labores de las empresas industriales, emtre otros.
Los daños generados a largo plazo pueden ser fisiológicos, como la pérdida parcial o total de la audición; o psicológicos como, irritabilidad, estrés, fobias, etc. Más concretamente, se representa la llamada “hperacusia”, que es la intolerancia a ciertos sonidos habituales de la vida en sociedad, pero que generan una intranquilidad, desasosiego y temor en quienes los afrontan.
Sin embargo, es un trastorno que fácilmente se podría erradicar, siempre y cuando el individuo internalice el problema y aplique técnicas de relajación, meditación y reorientación perceptiva dentro de sus actividades.
Es necesario intensificar campañas audiovisuales que sensibilicen sobre el daño colateral de la contaminación sónica. Se requiere un trabajo mancomunado entre asociaciones públicas y la empresa privada, que decidan seguir apostando por un Mundo más industrializado, pero menos contaminante.