Un informe titulado “Acorralados por las áreas protegidas”, de la ONG Rights and Resources Iniciative, asegura que los bosques y áreas protegidas manejadas por indígenas y comunidades locales tienen una tasa de deforestación 50% menor a cualquier otro tipo de área. Además, en Asia y América Latina tienen tasas de incendios inferiores.
La organización Global Forest Watch, en las cifras de deforestación mundial para 2017, detalló la pérdida de casi 15,7 millones de hectáreas de árboles en el mundo, el segundo peor año para las selvas, sólo superado por el 2016.
Ante la necesidad de frenar esa deforestación, diversos Gobiernos han ampliado áreas protegidas bajo estrictas figuras de conservación. Sin embargo, dos informes recientes indican que las figuras de conservación “pura” tal vez no son la forma más efectiva para frenar la deforestación rampante que viene extendiéndose por todo el globo.
La cuestión es que, entre el 50% y el 80% de las áreas protegidas en el mundo se superponen con territorios indígenas; y el 40% de la pobreza extrema se encuentra en bosques tropicales o sabanas, de acuerdo con el segundo informe realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Muchos se preguntarán si realmente existe una relación directa entre invertir en comunidades que dependen de los bosques y su conservación. La respuesta, de acuerdo con el informe de la FAO, es un contundente: Sí, el 20% de los ingresos de estas comunidades depende de los bosques, por eso “invertir en estos agentes de cambio —los vulnerables, los indígenas, los campesinos y las mujeres y jóvenes pobres y rurales— multiplicaría el emprendimiento y el manejo sostenible de los bosques”.
“Ellos están cumpliendo al menos las mismas metas de conservación con una fracción del presupuesto mundial para áreas protegidas, lo que en últimas significa que invertir en estas comunidades es la forma más eficiente de invertir en la protección de los bosques”, escribió Victoria Tauli-Corpuz, la relatora especial de la ONU para los derechos de los indígenas.
La contradicción se presenta cuando constatamos que sólo el 11% fue invertido en comunidades indígenas y el 6% en promover iniciativas para mejorar la vida de los pobladores locales.
Según la FAO, es hora de dejar de tratar la conservación de los bosques como un problema exclusivo de los ministerios de Ambiente y convertirlo en política de las carteras de Agricultura.