Como parte de “una preocupante e inaceptable serie de emergencias” calificó Greenpeace el hundimiento ocurrido durante la madrugada de este viernes, en la zona de Queilén (Chiloé), de la barcaza Art-Rigov, donde murieron dos de sus tres tripulantes.
Desde la organización ambiental lamentaron la muerte de los trabajadores y enfatizaron en la gravedad de la situación. ”Con preocupación vemos que, una vez más, protagonista de esta emergencia y tragedia es un buque vinculado con las actividades salmoneras. Lo más grave es que se ha hundido anclado apenas a unos metros del muelle. La pregunta entonces es: ¿cuál es el tipo de seguridad que tienen estas embarcaciones en sus navegaciones por las aguas de la zona?”, planteó Estefanía González, coordinadora de océanos de Greenpeace.
Para la investigadora, “es evidente que existe un serio problema de seguridad y fiscalización”, en razón de los “900.000 salmones tóxicos escapados, un barco que se está reflotando con desechos en su interior y ahora dos muertos por un nuevo hundimiento. Es inaceptable y por eso esperamos una respuesta rápida y severa por parte de las autoridades”.
González hacía mención a las labores para reflotar el wellboat Seikongen, hundido desde octubre del año pasado en las aguas de la bahía de Pilpilehue, Chonchi; y a la fuga de más de 800.000 salmones desde las jaulas del centro de cultivo Punta Redonda de la empresa Marine Harvest, el cual está ubicado en las cercanías de Isla Huar, a unos 20 kilómetros al sur de Puerto Montt.