John Authers, el analista de mercados del Financial Times, tras una notable revisión de lo que fue el 2008, sugiere que al menos en lo que respecta a los mercados accionarios se parece a 1931 más que a ningún otro. Salvando naturalmente todas las muchas diferencias y dejando constancia que la historia nunca se repite.
¿Podría esperarse que 1932 arroje algunas luces respecto de lo que ocurrirá el 2009? Al menos vale la pena saber que pasó, dice Authers en una interesante nota al respecto publicada el 2 de enero del 2009.
Ese año fue el peor para los mercados durante la Gran Crisis y el S&P cayó un 47%. Al iniciarse 1932 el «spread» por encima de los bonos del gobierno para prestar dinero a empresas de primera alcanzó niveles solo igualados en días recién pasados. El recién elegido gobierno de Roosevelt iniciaba una política expansiva similar a la actual.
En el curso de la primavera boreal de 1932 – es decir nuestro otoño del Sur – se produjo una corrida en contra del dólar lo que derrumbó las bolsas un 50% por debajo de su máximo del mismo año. Según Authers ello es perfectamente posible que ocurra el 2009. Otra causa posible de lo mismo bien puede ser una brusca caída en las utilidades de las empresas.
Sin embargo, a mediados de julio de 1932 sobrevino una ola de optimismo que elevó los mercados accionarios en 111% en dos meses, seguido de una nueva caída de 25% a partir de septiembre.
Terminaron el año 1932 con una caída acumulada de 15%, pero nunca regresaron a los mínimos tocados en julio. Parece sugerente para el 2009 según Authers.
La peor noticia, sin embargo, es que si bien las acciones tocaron fondo en 1932 y vieron recuperaciones espectaculares, la economía no. Las quiebras y cesantía continuaron en aumento y la Gran Depresión se extendió todavía por un par de años y la economía no se recuperó realmente sino hasta 1946.
En 1932 las exportaciones chilenas medidas en dólares de igual poder adquisitivo habían caído al 17,8% de su valor alcanzado en 1929, es decir, se desplomaron en -82,2%. Las importaciones otro tanto.
Las exportaciones de salitre cayeron de 3,2 millones de toneladas en 1929 a 438 mil en 1933, es decir, se desplomaron asimismo en más de un -86%. La producción de salitre no recuperó nunca su nivel de 1929, que fue su máximo histórico. El 2006 alcanzaba a poco menos de 1,3 millones de toneladas. Ello demuestra de paso que fue la crisis lo que desplomó esta industria. Lo del salitre sintético que se enseña en los colegios de Chile tiene mucho de mito puesto que éste había sido introducido por los alemanes más de quince años antes.
La economía más abierta del mundo de la época fue asimismo la más golpeada por la Gran Crisis.
Ojala que no se repita ni en pintura.
Manuel Riesco
Economista CENDA