Rusia se mantiene como el primer productor de petróleo del mundo, mientras Estados Unidos desplazó a Arabia Saudita del segundo puesto por efecto del incremento de la extracción de esquisto. Además cuenta con una infraestructura de almacenamiento y ductos suficientes para poder responder al aumento del crudo extraído.
Actualmente, Arabia Saudita produce 10,42 millones de barriles por día (mmbpd), mientras Estados Unidos alcanzó en junio los 10,9 mmbpd, según el informe de julio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con datos de junio.
El estudio elaborado por la secretaría de la organización, con sede en Viena, especifica que la producción en junio de Rusia se ubicó en 11,24 mmbpd, lo que significa un incremento de 90 mil barriles con respecto al mes de mayo.
En relación al salto en la producción estadounidense, ahora es de casi 11 mmbpd, aunque bombeaba por debajo de los cinco millones hace una década. Esto hoy genera un distorsión en los precios de su crudo de referencia, el West Texas Intermediate (WTI)
Hasta 2010, el crudo estadounidense se comercializaba principalmente teniendo como referencia el marcador Brent del Mar del Norte, pero la creciente disponibilidad de crudo ha elevado el diferencial entre ambos marcadores.
Cambios en el diferencial de precio
A finales de abril, el descuento del WTI respecto al Brent estaba cerca de 6 dólares por barril y el diferencial aumentó hasta 13 dólares el 4 de mayo, según reportó la agencia Reuters.
Esto fue seguido por un brusco rebote a alrededor de 5 dólares en la segunda mitad de mayo, seguido de un movimiento similar en junio, que volvió a aumentar de manera considerable.
El descuento de WTI respecto a Brent llegó a 11,57 el barril el 6 de junio, el más grande en más de tres años, cuando la producción de Estados Unidos subió a niveles récord y superó la capacidad de transporte de los oleoductos, mientras los operadores se apresuraban a exportar.
Apostar por el diferencial de precios, una operación popular en los mercados petroleros, se basa en las predicciones de las diferencias de precios entre los marcadores del mercado europeo y de los EE. UU. que en los últimos meses han estado volátiles, por efecto del aumento de la producción de Estados Unidos.