Un nuevo buque con gas natural licuado (GNL) de origen ruso se acerca a la costa estadounidense, sin que las autoridades lo impidan, saltándose las sanciones de Washington a Moscú.
Los expertos señalan que a Estados Unidos le sale rentable comprar gas más barato para exportar su propio GNL a los mercados en desarrollo de la región de Asia-Pacífico, refirió una nota de la agencia Sputnik .
Según el portal de navegación Marine Traffic, el buque debe llegar a suelo norteamericano el 26 de julio. Éste será el tercer envío de gas natural licuado del proyecto Yamal LNG, el cual pertenece en un 50,1% a la sancionada empresa rusa Novatek. La francesa Total y la china CNPC poseen un 20% cada una, mientras que el restante 9,9% pertenece al Fondo de la Ruta de la Seda.
Las dos entregas anteriores de gas ruso a Estados Unidos tuvieron lugar en invierno. Debido a las temperaturas especialmente bajas, la demanda de gas en los países del este creció significativamente y los precios aumentaron drásticamente.
En un contexto de gran demanda y con unos gasoductos locales limitados, las empresas estadounidenses se vieron obligadas a recurrir al mercado global para obtener gas a precios más ventajosos.
Formalmente, en el momento en el que el gas ruso llega a EE. UU. ya no tiene relación con Novatek, puesto que la mercancía se revende varias veces a otras empresas no sancionadas.
Según Bloomberg, el buque Gaslog Hong Kong, que transporta en esta ocasión el gas ruso, es operado por la francesa Total. Al mismo tiempo, junto con la importación de gas de Yamal, EE. UU. está aumentando sus exportaciones de GNL.
Según el diario Gazeta.ru, Estados Unidos tiene la intención de ocupar una gran parte del mercado europeo de gas y suministrar su GNL a Asia y América del Sur. Sin embargo, esto no les impide importar gas a buenos precios.
Según los analistas, es prematuro hablar de compras masivas de GNL de producción rusa por parte de Washington. Pero en momentos de escasez de gas en la región, sale mucho más rentable comprar gas de origen ruso que acabar en manos de compañías europeas, situación que podría volver a repetirse, explicó Dmitri Zharski, director del grupo de expertos Veta.