Un equipo de investigadores ha desarrollado una envoltura ecológica a partir de conchas marinas y fibras de árboles, para reemplazar el tradicional embalaje plástico de comida, según un estudio publicado en la revista especializada ACS Sustainable Chemistry and Engineering.
Para lograr este material, científicos del Instituto de Tecnología de Georgia, en Estados Unidos, analizaron los dos biopolímeros más comunes de la naturaleza: la celulosa y la quitina. Con base en ello, la nueva envoltura ecológica se fabrica pulverizando múltiples capas de quitina de cáscaras de cangrejo o conchas marinas y celulosa de los árboles para formar una película flexible similar a la del embalaje de plástico tradicional.
«El punto de referencia principal con el que lo comparamos es el PET, o tereftalato de polietileno, uno de los materiales a base de petróleo más comunes en el envase transparente que se ve en máquinas expendedoras y botellas de refrescos», indicó el investigador principal, Carson Meredith.
El nuevo material mostró una reducción del 67 % en la permeabilidad del oxígeno sobre algunas formas de PET, lo que significa que, en teoría, los alimentos podrían mantenerse «más frescos durante más tiempo».
La celulosa, que proviene de las plantas es el biopolímero natural más común del planeta, seguido por la quitina, que se encuentra en los mariscos, insectos y hongos.
El equipo ideó un método para crear una película colocando las nanofibras de celulosa y quitina en agua y pulverizándolas sobre una superficie de capas alternas. Una vez completamente seco, el material es flexible, fuerte, transparente y compostable.
«Habíamos estado buscando nanocristales de celulosa durante años y explorando formas de mejorar los que se usan en envases de alimentos, debido a la gran oportunidad de mercado para los envases renovables y su importancia a medida que la población continúa creciendo», puntualizó Meredith.
Los investigadores reconocieron que gracias a que las nanofibras de quitina están cargadas positivamente, y que los nanocristales de celulosa tienen carga negativa, podrían funcionar bien como capas alternas en los recubrimientos, porque formarían una interfaz efectiva entre ellos, siendo «difícil» que una molécula de gas penetre un cristal sólido porque tiene que romper su estructura.