Cuando el activista del movimiento LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales) Giovanni Piermattei, presidente de la Asociación Civil Venezuela Igualitaria, llevó a la Asamblea Nacional (AN) en el 2014 la propuesta de ley de matrimonio igualitario, al diputado afrodescendiente Modesto Ruiz se le adjudicó la responsabilidad de introducir el anteproyecto en la comisión que se encargaría de debatir el espinoso tema.
A Ruiz se le dio esta tarea porque había trabajado el proyecto de ley contra la discriminación de personas afrodescendientes en el 2012. De acuerdo con el parlamentario, pasaron dos años para que la subcomisión de la AN que le correspondía debatir el tema le aceptara el proyecto de ley antidiscriminatorio que proponía.
Los diputados de esa subcomisión sostenían que en Venezuela no había discriminación racial. Lo curioso de este episodio, le contó Ruiz a Piermattei, era que todos los integrantes de ese grupo parlamentario eran afrodescendientes.
Piermattei aseveró que en Venezuela, al igual que en otros países, ha operado un mensaje que niega la existencia del prejuicio y la exclusión de sectores históricamente discriminados en la sociedad, como es el caso de los afrodescendientes, las mujeres, adultos mayores, los pueblos originarios, la comunidad LGBTI y otros sectores no organizados.
Incluso, destaca el caso de las personas obesas o extremadamente delgadas, no por abuso en la ingesta excesiva de alimentos ni por abstinencia, sino por la contextura propia de su genética. Menciona también a personas de talla baja que rozan con el “enanismo” y aquellas muy altas (especialmente mujeres) que coquetean con el “gigantismo”, esa enfermedad causada por la excesiva secreción de la hormona de crecimiento.
Es así como en la sociedad venezolana, “nos hicieron creer que no somos racistas, pero hay toda una infraestructura social condicionada por los medios para prevalecer la raza «caucásica» sobre cualquier persona de origen étnico distinto».
Incluso, en medio de la no aceptación de los prejuicios, discriminaciones y exclusiones sociales, laborales y de otros ámbitos; el hombre prevalece sobre la mujer, el «joven» sobre el «viejo», el heterosexual sobre personas con otras orientaciones sexuales y el delgado sobre el obeso, entre otras realidades.
«A veces no somos conscientes de la discriminación social y, no solamente eso, han condicionado nuestros cuerpos y nuestras mentes para negarlo», aseveró Piermattei en una ponencia denominada “La ideología de género y el control de los cuerpos: Mecanismos de opresión en el ejercicio de la ciudadanía plena para la población LGBT”.
En esta investigación se plantea la existencia de discriminaciones múltiples si una persona, por ejemplo, es mujer, lesbiana, afrodescendiente y singularmente alta a la misma vez. Sostiene que aunque esa persona tenga habilidades extraordinarias deportivas o de cualquier otra índole, en un momento determinado ha sido y será objeto de discriminación.
Venezuela, con su Revolución de dos décadas, es uno de los países que ha experimentado mayores avances legislativos en materia de inclusión de los sectores históricamente más discriminados y socialmente más vulnerables, como es el caso de los niños, las mujeres, los adultos mayores, personas con discapacidad motora y capacidades cognitivas diversas; también en materia de reivindicaciones de las comunidades afrodescendientes y pueblos originarios.
No obstante, resaltó Piermattei, aún falta avanzar más en derechos legislativos para la comunidad LGBTI; y también progresar en una mayor aceptación social de estos grupos históricamente discriminados, «para poder configurar una sociedad más democrática y realmente revolucionaria».