Un total de 54 casos de maltrato sexual a niños y mujeres que han cometido supuestamente funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas en África y otros 40 fueron reportados en 2017, sin tener alguna respuesta favorable ni ayuda para las víctimas.
Así lo denunció el diario británico The Guardian, quien reveló que el acoso y los abusos sexuales son más frecuente en la ONU de lo que se piensa; pero la ineficiencia de los investigadores y el arraigo a la cultura del silencio han dejado sin efectos la aplicación de la justicia.
El portavoz adjunto del organismo (ONU), Farhan Haq aseguró que del total de los casos de violaciones de este año, 14 ocurrieron en operaciones de mantenimiento de paz y 18 en agencias, fondos y programas. Esto sin contar a quienes no han tenido la valentía de romper el silencio y denunciar el flagelo.
“Cada acusación relacionada con nuestro personal compromete nuestros valores y principios”, expresó Haq en mayo.
La revelación del francés Didier Bourguet, exempleado de la ONU en África pone a todos los cabellos de punta y deja en evidencia que el organismo internacional ha sido un espacio de acantonamientos de presuntos violadores, mientras otros funcionarios se vuelven sus cómplices.
Bourguet aseguró no recordar cuántos niños violó en la República Democrática del Congo (RDC) en 2004 cuando ganaba 7000 dólares como jefe de logística en la misión de mantenimiento de paz en la ciudad de Goma.
«Yo diría que alrededor de 20, tal vez 25», manifestó al señalar: “No conté”. Seguidamente comentó que para atraer a sus víctimas en su mayoría niños, iba hasta los sectores pobres y ofrecía ayuda financiera, reseñó el informe del diario británico The Sunday Times, publicado este sábado.
Aunque las autoridades francesas detuvieron a Bourguet y lo encarcelaron por nueve años en 2008. La promesa de la ONU de ayudar a sus víctimas a recuperarse de los problemas psicológicos que le pudo causar su victimario y el subsidio económico nunca se materializó.
El diario describe que Bourguet estaba acostumbrado a tener relaciones con prostitutas y niños en los países donde prestó sus servicios, costumbre dominante en el personal de la ONU y de los cascos azules que aún se mantiene vigente.
A la ONU cada día se le cae el velo y en este siglo XXI ha salido a relucir no solo que Estados Unidos es el poder que los mueve, sino que son protagonistas y en otros casos cómplices de las atrocidades que se cometen contra pueblos inocentes.
Este imperio organizacional se desploma y dentro de poco dejará podría iniciar su depuración, –al igual que la cúpula eclesiástica por los escándalos sexuales que los envuelve-, y esto dará paso a una institución que se rija por los principios de humanidad, justicia y autodeterminación de las naciones.