En un mundo que nos abruma por las exigencias del mundo digital, la práctica de la artesanía, las actividades como colorear libros y el creciente interés por la cocina, la jardinería y la horticultura, están siendo considerados como un antídoto contra las tensiones y el malestar.
Las artesanías, que se centran en las acciones repetitivas y en la mejora de las habilidades, nos permite «fluir» hacia un estado inmersivo de equilibrio entre habilidad y desafío, como dice el famoso psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi.
Lo que hace algún tiempo se conoce como atención plena (minfulness), buscada por muchos en un afán por escapar de las presiones de la vida moderna, no solo se puede conseguir a través del ejercicio consciente de la meditación clásica, sino también por medio de las artesanías y sus beneficios mentales y físicos.
Artesanía como terapia
Durante más de un siglo, la actividad artística y artesanal ha sido una parte central de la terapia ocupacional, que surgió como un campo de salud distinto, al final de la primera guerra mundial, en respuesta a las necesidades de los soldados retornados.
Esto incluye a muchas personas que sufren de lo que llamamos trastorno de estrés postraumático (TEPT), pero que entonces se conocía como ‘neurosis de guerra’.
Tejer lana, hacer cestas, trabajar la madera y otras actividades artesanales eran comunes en los programas de apoyo a la repatriación, ofrecidos en gran parte del mundo de habla inglesa a los veteranos de las dos guerras mundiales.
Esto sirvió tanto como terapia de diversión (para distraerse del dolor y los pensamientos negativos) como un desarrollo de habilidades orientadas a reincorporarse a la fuerza de trabajo civil.
Más recientemente, la investigación busca entender mejor por qué los oficios son tan beneficiosos para el cuerpo y la mente. Curiosamente, gran parte del enfoque se ha centrado en el bienestar provocado por el tejido de punto.
Los beneficios de los oficios según la ciencia
Una encuesta internacional en línea a gran escala, dirigida a tejedores, encontró que los encuestados notaban una amplia gama de beneficios psicológicos percibidos en la práctica: relajación, alivio del estrés, sentido de logro, conexión a la tradición, mayor felicidad, ansiedad reducida, confianza mejorada y habilidades cognitivas mejoradas (memoria, concentración y capacidad para pensar en problemas).
En contextos más clínicos, la introducción de tejido de punto en las vidas de los pacientes hospitalizados con anorexia nerviosa condujo a una reducción autoinformada de la preocupación ansiosa por los pensamientos y sentimientos de trastorno alimentario.
Alrededor del 74% de los participantes en la investigación describieron sentirse «distraídos» o «distanciados» de estos estados emocionales y cognitivos negativos, así como también más relajados y cómodos.
Más de la mitad dijeron que se sentían menos estresados, con un sentimiento de logro y menos propensos a actuar según sus «pensamientos de rumia» (pensamientos repetitivos e invasivos que no llevan a resultados creativos ni a la resolución de problemas).
En otro estudio se descubrió que el tejido de punto reduce el estrés en el lugar de trabajo y la fatiga por compasión (Traumatización Vicaria o Estrés Traumático Secundario) experimentada por los profesionales de la salud oncológica.
Se ha descubierto que la práctica del quilt mejora las experiencias de bienestar de los participantes de los estudios a medida que pasan a la vejez.
En los informes de investigación, los tejedores encuentran que el trabajo es desafiante y exigente desde el punto de vista cognitivo, que ayuda a mantener o generar nuevas habilidades y que trabajar con el color es estimulante, especialmente en invierno.
En estudios de personas con síndrome de fatiga crónica, depresión y otros problemas de salud a largo plazo, se descubrió que las artesanías textiles aumentan la autoestima, su nivel de compromiso con el resto del mundo, su sentido personal de bienestar y su capacidad de vivir positivamente con su condición.
Se han encontrado beneficios similares en la carpintería colectiva, la reparación de objetos y artefactos y actividades productivas similares.
¿Por qué la artesanía nos hace sentir bien?
Lo que une a casi todos estos estudios es que, si bien la práctica de la artesanía, especialmente el tejido, el bordado, la costura y la carpintería, pueden parecer actividades relativamente privadas, los beneficios también surgen sustancialmente de las conexiones sociales que permite el oficio.
Estos beneficios se han reportado, por ejemplo, en comunidades enteras afectadas por desastres, como en el proceso de recuperación después del terremoto de Christchurch (Nueva Zelanda) en 2011.
Una de las fortalezas de la práctica artesanal, especialmente como contribuyente al bienestar, es precisamente que puede ser tanto solitaria como colectiva.
Para las personas muy tímidas, con depresión o que sufren de diversas formas de ansiedad social, las artesanías son muy valoradas como una forma de controlar la decisión de si practicar solos o acompañados, así como la capacidad de alejar cualquier foco incómodo sobre ellos mismos y concentrarse en el proceso del hacer.
La investigación sobre los beneficios físicos y mentales de la artesanía sigue siendo en gran parte cualitativa, se basa en la autoinformación y explora especialmente su capacidad para generar resultados positivos a través de la salud mental.
Si bien hay mucho más trabajo investigativo por hacer, los oficios claramente están desempeñando un papel importante en la mejora de la calidad de vida en el demandante e hipercomunicado mundo moderno
Este artículo es original de Susan Luckman, Profesora de Estudios Culturales en la Universidad de Australia del Sur, y fue publicado originalmente en The Conversation.